Presidenta del Grupo Sorli

Anna Sorli: "Las mujeres somos menos competitivas y trabajamos de forma más abierta"

El abuelo Francesc abrió una tienda de ultramarinos en la calle Pere IV de Barcelona en 1923, que ahora se ha transformado en un grupo con 137 unidades de negocio y que desde el año 2015 pilota Anna Sorli 

Anna Sorli, presidenta del Grup Sorli

Anna Sorli, presidenta del Grup Sorli / Ferran Nadeu

Natàlia Ríos

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¿En qué momento decide que quiere tomar las riendas de la empresa familiar?

Desde pequeña, cuando salía del colegio, en lugar de ir con las amigas a jugar me iba a ayudar en el negocio. Siempre he estado muy vinculada. No obstante, estudié diseño. Intenté poner en marcha un proyecto que no cuajó. La vida me acabó llevando a cerrar esa etapa e incorporarme a la empresa familiar, en un principio vinculada a los departamentos de marketing y publicidad donde me sentía más cómoda.

Y entonces fue escogida directora de marketing. La primera mujer en la junta...

Eran los noventa. Había 8 directores y era la única mujer, pero tampoco era muy representativo porque era la hija del dueño. Esto ha cambiado. Ahora, en el comité ejecutivo hay más mujeres que hombres. Las mujeres estaban en la compañía pero no presentes en la dirección. Ha habido mucha promoción interna. En 2015, a raíz de mi separación, hago un ‘clic’, paso a la dirección general, incorporo un nuevo director y le doy la vuelta a toda la empresa.

¿Aportan algo diferente las mujeres?

Tenemos otra manera de trabajar, una visión más abierta. Somos más horizontales y menos competitivas. En Sorli, el 63% de la plantilla son mujeres. 

¿Y cómo es ser directiva en el sector de la alimentación?

Es un sector muy masculino. Cuando voy a ferias y congresos siempre bromeo: es de los pocos sitios donde nunca encuentro cola para ir al lavabo porque no hay mujeres. Es cierto que está cambiando, pero cuesta y es un proceso lento.

Empezaron con una tienda de barrio y ahora el grupo cuenta con más de 100 supermercados, 3 gasolineras, 3 centros deportivos, 9 restaurantes, un hotel... ¿Qué es Sorli?

Sigue siendo una empresa muy familiar pero también muy inquieta, sobre todo en los últimos años. Mi padre, que sigue siendo un hombre muy lúcido, luchador y valiente, se atrevió a invertir constantemente. Tenía mucha intuición. En los últimos años hemos añadido al grupo un cambio hacia la profesionalización.

¿Por qué invertir en estos sectores y no otros? 

Son actividades de servicios, muy relacionadas entre sí. Los centros deportivos surgieron a través de un concurso en un ayuntamiento. Queríamos poner nuestro centro de alimentación pero nos pedían también un gimnasio. Decidimos que además de construirlo lo gestionaríamos. Y tiene éxito porque tenemos vocación de servicio. Empezamos a aprender de un negocio del que no sabíamos nada. Hoy tenemos tres centros deportivos pero vinculados siempre a un supermercado. Sorli vende alimentos, es decir, vendemos nutrición, salud. Y el deporte es salud. Las actividades donde estamos presentes crean un concepto global que nos diferencia de nuestros competidores.

¿Tiene previsto abrir nuevos establecimientos?

El crecimiento del grupo se orienta a la apertura de más centros de alimentación. El 90% de nuestro negocio proviene de los supermercados pero queremos ser algo más que un súper. Abriremos nuevos gimnasios sólo si van vinculados a un centro de alimentación, por ejemplo. No queremos crear una cadena de gimnasios. Queremos seguir desarrollando ese concepto global en torno a la salud. Tenemos personal en la calle buscando nuevos emplazamientos. Sólo creceremos si surge la oportunidad. Trabajamos para expandirnos como una mancha de aceite. No todo se vale para crecer, no buscamos abrir por abrir, por tener más cuota de mercado o por invadir territorio.

Entonces ¿no se plantea expandir el negocio fuera de Catalunya?

No, no nos planteamos salir de Catalunya. Tenemos mucho trabajo por hacer aquí todavía. No queremos crecer por ambición. Creemos que debemos conocer a nuestro cliente y dar servicio.

¿Por eso ha implantado un nuevo modelo comercial?

Sí, un nuevo modelo sobre tres líneas. Cambiamos la imagen corporativa y pasamos de Sorli Discau a Sorli, con un nuevo logotipo. Actualizamos nuestra implantación con una reforma de las tiendas para facilitar la compra. Tenemos 137 unidades de negocio de las cuales 107 son supermercados. En los últimos 5 años hemos reformado 87 con una inversión de 50 millones de euros. Y, en tercer lugar, apostamos por productos de proximidad.

¿Y este nuevo modelo se traduce en los números?

Las cifra son dispares en los 87 supermercados renovados, pero hemos registrado crecimiento después de cada reforma, en algunos centros de dos dígitos, que se ha mantenido después. Nos inquietaba cerrar la tienda entre 4 y 6 semanas para reformarla y que el cliente se acostumbrara a comprar en otro sitio, pero al final los números confirman que ha valido la pena. El volumen de negocio del grupo se situó en 255 millones de euros en 2021.

La pandemia ha acelerado las compras on line ¿Cómo se ha gestionado en la compañía?

Ya estábamos haciendo pruebas antes de la pandemia, aunque nunca habíamos sido demasiado proactivos en este tema. Pero llegó el confinamiento y el trabajo que teníamos previsto hacer en un año se condensó en cuatro meses. Decidimos que cada tienda se convirtiera en un punto de distribución. Ofrecimos un servicio que no teníamos, sobre todo a personas mayores. Actualmente, del total de ventas, sólo un 2% son compras on line. Entendemos que el supermercado sigue siendo una compra de proximidad. Somos una empresa detallista y facilitadora.

En 2016 decidió crear una Fundación ¿por qué?

Una trabajadora de un supermercado de Premià de Mar fue asesinada. Teníamos previsto actualizar el plan de igualdad de la compañía y queríamos trabajar en cómo detectar este tipo de situaciones. Desde la administración nos dieron carteles informativos y pegatinas. Vimos claro que no era la vía. Y poco a poco conseguí crear la Fundación para promover la igualdad de género en el ámbito laboral. No obstante, en la práctica, lo que más nos piden son protocolos de acoso y violencia cero. Hay que tener un plan de iguallad efectivo y activo para que los protocolos de acoso funcionen. Los casi 1.900 empleados de Sorli han pasado por esta formación y nos ha ayudado mucho a cohesionar equipos. Somos mejores que antes: las mujeres se sienten reconocidas y los hombres entienden una cultura tóxica de muchos años, de siglos. Ahora ofrecemos esta formación a otras empresas.

¿Habrá continuidad en Sorli con una cuarta generación?

No lo sé. Están mis hijos, de 22 y 21 años, y mis sobrinos, pero ahora mismo están estudiando cosas poco relacionadas con el negocio familiar, aunque yo también lo hice. Lo único que quiero es que sean felices. No los voy a forzar.

En 2023 la empresa familiar cumplirá 100 años de vida ¿Cómo piensa celebrarlo?

Hicimos un ensayo general cuando cumplimos 95 años. Todavía no lo hemos decidido pero quiero que sea a lo grande.

"Ropa cómoda, tallas reales"

Somia es el proyecto personal de Anna Sorli que en pandemia, "como muchos", se replanteó qué le hacía ilusión y retomó un proyecto relacionado con sus estudios y en el que ya había empezado a trabajar en sus ratos libres. "Había empezado a diseñar algunas piezas de ropa y pensé que era el momento de lanzarme, así es que junto a dos mujeres más cree la marca Somia", explica.

"Como su nombre indica -añade-, es nuestro sueño pero también queremos que sea el de otras mujeres. Por eso la ropa está confeccionada por la fundación Ared, un taller creado en el centro penitenciario de mujeres Wad-Ras, y trabajamos con Xamfrà y Humana. Buscamos materias primas de proximidad. Ropa cómoda, sostenible, duradera y de tallas reales". Diseñan, producen y venden on line y a través de dos comerciales. A principios de año abrieron una tienda en Sant Cugat, "que va muy bien". Y su ilusión es abrir una tienda en Barcelona. "Tengo mucha suerte porque es un proyecto personal, al margen de la empresa familiar, que me puedo permitir. Hacerlo con la fundación Ared es muy importante para mi", admite Anna Sorli.

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