Política monetaria

El BCE reduce la compra de deuda para combatir la escalada de la inflación

El banco central da fin al programa de adquisición de bonos por la pandemia, pero aumenta el vigente desde 2014 y no prevé subidas de tipos

Lagarde  Christine Lagarde, se dirige a una conferencia de prensa después de una reunión del consejo de gobierno del BCE

Lagarde Christine Lagarde, se dirige a una conferencia de prensa después de una reunión del consejo de gobierno del BCE / Thomas Lohnes / AFP

Pablo Allendesalazar

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Atrapado entre la necesidad de combatir una inflación disparada y una ralentización de la recuperación económica que podría frenarse aún más por la variante ómicron del coronavirus, el Banco Central Europeo (BCE) ha decidido este jueves ceñirse al guión previsto. Como ya adelantó en octubre, la autoridad monetaria de la zona euro ha anunciado que el próximo marzo pondrá fin a la principal herramienta desplegada para combatir los efectos económicos del covid: el programa excepcional de compra de deuda pública y privada por la pandemia (PEPP) lanzado en marzo del año pasado y dotado con 1,85 billones de euros (de los que ya se han desembolsado 1,56 billones). A cambio, aumentará las adquisiciones del programa lanzado a mediados de 2014 (APP) para evitar que las primas de riesgo (y con ello los costes de financiación de la deuda pública de los países) se disparen en primavera, al tiempo que ha evitado poner fecha a la subida de los tipos de interés desde el nivel mínimo histórico en que llevan instalados desde 2016. 

"El consejo de gobierno estima que el avance en la recuperación económica y hacia su objetivo de inflación a medio plazo permiten una reducción escalonada del ritmo de sus compras de activos durante los próximos trimestres. Sin embargo, una política monetaria acomodaticia sigue siendo necesaria para que la inflación se estabilice en el objetivo del 2% a medio plazo. En vista de la actual incertidumbre, el consejo de gobierno necesita mantener la flexibilidad y las opciones abiertas en la ejecución de la política monetaria", ha justificado su presidenta, Christine Lagarde.

Las compras del APP, así, pasarán a partir de marzo de 20.000 a 40.000 millones mensuales en el segundo trimestre de 2022, para luego bajar a 30.000 millones al mes en el tercer trimestre y volver a 20.000 millones a partir de octubre y por tiempo indefinido. En noviembre, el BCE compró 88.085 millones de deuda (68.085 millones con el PEPP). Solo de España ya tiene en su balance 571.223 millones. Adicionalmente, el consejo de gobierno ha decidido ampliar al menos un año, hasta el final de 2024, el plazo en que reinvertirá la deuda comprada mediante el PEPP que vaya venciendo y ha subrayado que dicho programa "podría reanudarse, si fuera necesario, para contrarrestar los choques negativos relacionados con la pandemia".

Entre la inflación y la omicron

Los bancos centrales se enfrentan actualmente a una situación endiablada por el incremento de los precios hasta niveles no vistos en décadas (4,9% en la eurozona, la tasa más alta desde que Eurostat empezó a medirla en 1997). En el caso del BCE, se ve agravada porque se está quedando como la única gran autoridad monetaria del mundo que no ha aprobado o anunciado subidas del precio del dinero ante la escalada de la inflación. "En las circunstancias actuales, es muy improbable que subamos los tipos de interés en 2022, pero tenemos que estar muy atentos a lo que nos digan los datos", ha confirmado Lagarde, quien ha mantenido su discurso de que la inflación "seguirá elevada a corto plazo, pero debería disminuir en el transcurso del próximo año".

El banco central, eso sí, ha admitido que el IPC será más alto de lo que pensaba y durante más tiempo. Ahora calcula que de media se situará en el 2,6% este año, el 3,2% el próximo y el 1,8% en 2023, frente al 2,2%, 1,7% y 1,5% que calculaba en septiembre. Por su parte, el subyacente, que no tiene en cuenta los más más volátiles precios de la energía y los alimentos frescos, lo estima en el 1,4%, el 1,9% y el 1,7%, frente al 1,3% 1,4% y 1,5% anterior. Además, ha añadido su previsión para 2024: 1,8% en ambos casos. Todo ello implica que no augura que en su horizonte de previsiones se den las condiciones para una subida de tipos (inflación del 2% a mediados de dicho trienio, hasta el final del mismo y con una subyacente en la misma línea). Eso sí, cada vez está más cerca. "Realmente estamos avanzando hacia el objetivo del 2% a medio plazo. ¿Pero lo hemos alcanzado? No del todo", ha argumentado Lagarde.

Crecimiento ralentizado

 El BCE está también bajo presión de los mercados por la comparación con la Reserva Federal, que este miércoles anunció la reducción de las compras de deuda para darles fin en marzo y tres probables subidas de tipos entre mediados y finales de 2022 (del 0-0,25% al 0,9%). La situación de las dos áreas económicas no es, con todo, igual. La economía estadounidense presenta una inflación del 6,8%, la más alta desde 1982, y la subyacente está en el 4,9%, frente al 2,6% de la eurozona. Y lo que es más importante, Estados Unidos recuperó su nivel de PIB previo a la pandemia en el segundo trimestre de este año, mientras que la zona euro va con más retraso.

El BCE calculaba hasta ahora que la unión monetaria superaría el nivel prepandemia a finales de año, pero lo ha retrasado al primer trimestre de 2022 por la nueva ola de la pandemia, los precios energéticos y los cuellos de botella en los suministros mundiales. Su previsión es ahora que la zona euro crezca un 5,1% este año, un 4,2% el próximo, un 2,9% el siguiente y un 1,6% en 2024, cuando en septiembre calculaba una expansión del 5%, el 4,6% y el 2,1%, respectivamente (la estimación de 2024 es nueva). "El crecimiento se está moderando, pero esperamos que la actividad se recupere con fuerza en el transcurso del próximo año", ha afirmado Lagarde.