Profesional de la carretera

Antonio Martínez: "Calculo que ahorraré entre 2.000 y 3.000 euros anuales en peajes"

Hijo y nieto de transportistas, con casi 50 años de experiencia, lamenta cómo las autopistas de pago han restado competitividad a su sector en Catalunya

Antonio Martínez, presidente del gremio de transportes y logística de Cecot

Antonio Martínez, presidente del gremio de transportes y logística de Cecot

Eduardo López Alonso

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La llegada de la gratuidad a las autopistas catalanas deja a Antonio Martínez, conductor y pequeño empresario, con cierto sabor agridulce y recordando tiempos pasados en los que el transportista era "un señor de la carretera" y el tráfico era mucho menor. La gratuidad de las autopistas este 1 de septiembre es un empujón para las cuentas de un colectivo profesional marcado por ingresos bajos. Calcula Martínez que ahorrarán entre 2.000 y 3.000 euros al año en peajes. "Mi experiencia se ha desarrollado durante los 50 años en los que los transportistas hemos soportado los peajes en Catalunya. Ha supuesto una falta de competitividad con respecto al resto de España, donde no han pagado peajes hasta hace poco. Son 50 años pagando que han permitido amortizar 10 veces el coste inicial de las autopistas. Estamos acostumbrados a pagar peajes en Catalunya y el cambio de este 1 de septiembre es importante", explica.

Martínez relata que la AP-7 sigue siendo más o menos la misma que la primera que conoció. Con un carril más en algunos tramos. "Pero ha aumentado exponencialmente el tráfico. España ha incrementado sus relaciones comerciales con Europa y las carreteras de pago han aumentado el tráfico de manera exponencial". El camionero, que es también presidente del Gremio de Transportes y Logística de la patronal Cecot, también analiza los efectos que tendrá la eliminación de peajes en los próximos meses: "Quizá haya algún cuello de botella en la AP-2. En la AP-7 no lo creo porque hace años que se estableció la circulación obligatoria de camiones por motivos de seguridad por la autopista para evitar la N-II en Girona. Habrá un cuello de botella en la AP-2 en el tramo que va de El Vendrell a Zaragoza. Hasta ahora todo el mundo la evitaba y ahora todo el mundo la utilizará", pronostica. 

El transporte era ya el día a día de su abuelo y de su padre. A los 14 años, Antonio Martínez, ya acompañaba a su progenitor en lo alto de la cabina tractora, con el orgullo que eso significaba en aquellos tiempos. A los 16 ya empezó a trabajar, aunque seguía estudiando. Eran los años en lo que todo era manual, tiempos de doble embrague y carga y descarga a fuerza de brazos. Las autopistas, hoy gratuitas, eran en aquellos años 80 poco más o menos las mismas, pero tenían menos tráfico. La mayoría de encargos no impedían a los profesionales volver a casa por la noche. 

Maltrato laboral

La profesión de transportista hoy la ve Martínez actualmente con pesar y cargado de añoranza. "Yo nací en el transporte en Sabadell y lo más lejos que íbamos era a Barcelona. Y con reparto por la provincia. En estos últimos años el mercado ha cambiado. Para cualquier profesional del transporte del entorno el mercado no es Barcelona, ni tan siquiera España. El mercado es Europa. Tenemos que tener una visión europea sino estamos equivocándonos. Más del 60% o 70% de los conductores de trailers continentales tienen más de 55 o 60 años. No hay un relevo generacional, porque por 1.700 euros no vale la pena estar cuatro meses fuera de casa malviviendo y maltratado..."

Preguntado por el maltrato del que habla, se explaya. "Cuando yo empecé, un conductor era un señor. Cuando ibas por una carretera nacional y veías una concentración de conductores ante un restaurante te parabas porque sabías que era un lugar en el que se comía limpio y bien. El conductor estaba valorado. Todo eso ha cambiado. Actualmente se trabaja con rutas triangulares o sin fin, lo que ha hecho que las carreteras se llenen de camiones del Este y con conductores que están cuatro o cinco meses en la carretera. Todas las empresas medianas catalanas, de las de 80 o 90 camiones, han desaparecido. No es posible competir. El 90% de los conductores de aquí son autónomos y con empresas de dos o tres camiones como máximo". Asegura que un transportista búlgaro cobra 300 euros al mes, otro rumano, del orden de 500 euros. Un conductor español cobra unos 1.700 euros al mes, mientras que los franceses perciben 2.000 euros y 2.100 los alemanes. "La juventud europea no quiere trabajar en el sector del transporte. Para ganar 1.700 euros mensuales y estar cuatro meses fuera de casa prefieres trabajar en otros sectores y dormir cada día en tu hogar", concluye Martínez. 

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