Expansión

Helicópteros de Rusia aspira a abrirse camino en el mercado de la UE

El gigante ruso, una de las principales empresas del mundo en la fabricación de este tipo de aeronaves, solicitará a la UE la certificación de su aeronave Ka-32A11BC, especializada en la extinción de incendios

La empresa ha instalado en la remota Ulán Udé, junto a la frontera con Mongolia, una de sus dos plantas de ensamblaje, dando trabajo a más de 5.000 personas.

helicópteros rusia

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Marc Marginedas

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Helicópteros de Rusia está considerada como una de las joyas de la corona de la industria rusa. Pese a que una parte importante de su actividad está orientada hacia la fabricación de autogiros militares, en la categoría civil consigue hablar de tú a tú con los gigantes planetarios del sector, como la europea Airbus helicopters o la italiana Leonardo, con un 12% del mercado mundial. Con más de 8.000 helicópteros operando en algo más de un centenar de países, la implantación en el mercado europeo era hasta ahora una de las principales asignaturas pendientes para este hólding de la industria de la aviación rusa, fundado en 2007, con sede en Moscú y plantas de fabricación y diseño repartidas por todo el país.

Una deficiencia comercial que la empresa pretende subsanar próximamente solicitando a la Agencia Europea para la Seguridad Aérea (AESA) la certificación para su helicóptero Ka-32A11M, especializado en la extinción de incendios y cuya versión modernizada fue presentada hace pocos días en el último Salón Internacional de la Aviación y el Espacio, (MAKS, por sus siglas en ruso), la feria del sector que tiene lugar cada dos años en Moscú. "Creemos que el vehículo Ka-32A11M tendrá una demanda en el mercado internacional debido a que cumple con todos los requisitos exigidos por los servicios de bomberos", ha declarado durante el evento el director general de la compañia, Andréi Boginski.

Respecto a los modelos anteriores, la versión modernizada del Kámov Ka-32A11M cuenta con motores más potentes, una cabina de cristal que facilita el trabajo de los pilotos y un tanque de agua de cuatro toneladas dividido en cuatro compartimentos. Según los portavoces de la compañía, las puertas (de los compartimentos) son controladas con un "sistema digital patentado", lo que permite "incrementar el tiempo de descarga de agua".

Pese a ser uno de los grandes del sector, lo cierto es que hasta ahora, la presencia de helicópteros de la compañía rusa ha sido casi testimonial en territorio comunitario, siendo España una de las contadas excepciones. Precisamente, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico cuenta con una decena de unidades de helicópteros Kámov, que jugaron un importante papel en la extinción de los incendios forestales que tuvieron lugar en nuestro país el pasado verano. Otra destacada singularidad es la compañía belga Skytech, pionera desde 1992 en el uso de helicópteros de fabricación soviético-rusa en Europa Occidental.

Cuestiones comerciales

Cuestiones comerciales al margen, lo cierto es que en Ulán Ude, capital de la república rusa de Buriatia, junto a la frontera con Mongolia, a más de 4.500 kilómetros al este de Moscú, se vive con especial orgullo que esta ciudad de medio millón de habitantes, más cerca de China que de la Rusia europea, se haya convertido en la sede de una de las dos plantas de ensamblaje de la compañía. De hecho, su cercanía con el mercado asiático permite que cerca de la mitad de los helicópteros que produce sean destinados a países de la región, como China o la India o los estados del Pacífico. "Es un gran motivo de satisfacción trabajar aquí", admite la portavoz, Svetlana Usoltseva, durante la visita guiada de un grupo de periodistas locales y extranjeros por el recinto organizada por la empresa.

La fábrica da trabajo a más de 5.000 personas, muchas de las cuales son hijos y nietos de antiguos empleados, formando auténticas 'dinastías laborales'. Goza de un elevado grado de automatización y cuenta con sus propios talleres de entrenamiento de pilotos. Y aunque sus dirigentes se muestren satisfechos por haberse convertido en un referente mundial del sector, atribuyen a las malas relaciones entre el Kremlin y Occidente la escasa presencia en Europa. "Los problemas políticos" impiden que se cierren más contratos con países occidentales, admite Leonid Belij, antiguo director de esta fábrica.

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