Actividad empresarial

Las empresas que salieron Catalunya se resisten a regresar

Desde 2017, son ya 2.300 las compañías que han trasladado su sede social

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Agustí Sala

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Codorniu, Grupo Planeta, Catalana Occidente, Pastas Gallo, Banc Sabadell, Colinail, La Bruixa d’Or, Abertis, Agbar, el brazo inversor de La Caixa, Criteria y sus participadas CaixaBank, Naturgy, Cellnex... La lista resulta casi interminable. El saldo entre salidas y llegadas de sedes sociales desde 2017 es negativo en Catalunya, con un total acumulado de 2.307 hasta junio de este año, según los datos de Registradores de España. En ese mismo periodo, el balance para Madrid ha resultado positivo, al ganar 1.580.

La mudanza masiva de sedes sociales, con el consiguiente cambio de celebración de las juntas de accionistas o reuniones del consejo de administración, ha sido el impacto más palpable de la etapa de inestabilidad política surgida a raíz del referéndum del 1 de octubre de 2017, el momento culminante de los años del ‘procés’ en Catalunya.

Hasta la fecha se ha tratado, con aplastante mayoría, de viajes solo de ida. El billete de vuelta no se ha comprado todavía. Algunas compañías han amagado con la posibilidad de regresar, pero una decisión de este tipo, que cuesta de tomar, también es difícil de revertir, según fuentes consultadas.

La fuga de 2017

El peor ejercicio fue precisamente el de la consulta, cuando se produjo una fuga masiva de sedes sociales. El saldo negativo ese año en Catalunya fue de 1.988 que optaron por ubicar su cuartel general fuera de esta comunidad: 2.536 se marcharon y 548 optaron ese ejercicio por poner su sede social en Catalunya. De las que decidieron mudarse, 1.457 lo hicieron a Madrid. La Comunitat Valenciana fue, a gran distancia, la segunda mayor beneficiaria, con 279; y Aragón, la tercera, con 194.

El año del referéndum, un total de 1.279 sociedades dejaron Madrid como sede social, pero otras 2.541 eligieron la capital como ubicación. Eso arroja un saldo positivo de 1.262. Cada año, de hecho, en Catalunya se han producido más marchas que llegadas y en Madrid, a la inversa. Los últimos datos, a 30 de junio pasado, reflejan que mantienen los saldos, negativo para Catalunya (-91) y positivo para Madrid (+65). Eso supone que sigue habiendo más compañías que prefieren marcharse, mientras que en Madrid sucede justamente lo contrario.

Ofensiva para el regreso

Uno de los objetivos que se marcó el actual presidente de la patronal catalana Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre, fue conseguir que regresen el máximo de sedes sociales que se marcharon. Inxluso llegó a pedir que el Govern de la Generalitat se comprometiera a no llevar a cabo más acciones unilaterales como la declaración de independencia.

Él mismo admite que no se ha logrado todavía que haya una vuelta masiva. Ni siquiera simbólica. El ‘think tank’ de Foment, el Institut d’Estudis Estratègics, advirtió hace unos días de los riesgos de no revertir este proceso de fuga de sedes. Su director, Jordi Alberich, apelaba a la estabilidad institucional y a ejercer el autogobierno como receta para crear un clima de mayor confianza.

El informe que elaboraron afirma que «las corrientes de fondo de la sociedad catalana apuntan claramente a la distensión. Y la política parece lanzar señales en la misma dirección. Solo así abordaremos los desafíos del momento y, entre ellos, el favorecer el retorno de sedes corporativas. De lo contrario, pueden acarrear el desplazamiento irreversible de centros de decisión y puestos de trabajo».

Ejercer el autogobierno

A juicio de esta entidad, «ninguna aspiración política, por trascendente que sea, debe impedir que la primera obligación del gobierno catalán sea el ejercicio del autogobierno, que cuenta con unas capacidades notables, no siempre explotadas, para incidir en el bienestar ciudadano y encarar el camino de la recuperación».

La marcha de una sede social no tiene por qué implicar pérdida de capacidad de decisión, pero si se prolonga mucho tiempo puede acabar suponiendo el traslado de los cuarteles generales, unidades importantes de negocio e incluso capacidad productiva, avisan los representantes de este ‘think tank’. Eso supone una pérdida de riqueza, actividad y, lo que es peor, puestos de trabajo. También se corre el riesgo de que los directivos, para evitar constantes viajes, acaben trasladando su residencia donde se encuentra la sede social de la compañía. Y aún más con una fiscalidad atractiva como la de Madrid.

Madrid y Catalunya, por este orden, son la comunidades que más movimiento de sedes sociales soportan , al ser, a su vez los territorios con mayor actividad económica A 30 de junio pasado, un total de 310 empresas optaron por marcharse de Catalunya. De estas, 123 registraron su nueva sede en Madrid. Y un total de 219 se instalaron aquí, de las que 110 procedían de Madrid. En ese mismo periodo, 452 compañías abandonaron Madrid como sede social, pero 517 recalaron en esa comunidad.

Después de 2017, según los datos de Registradores de España, el ejercicio con peor saldo negativo entre llegadas y salidas en Catalunya fue 2020, con 150, frente aun balance positivo de 147 en Madrid. En total 666 se marcharon, casi la mitad a la capital de España, pero 516 se registraron en Catalunya.

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