Hábitos de consumo

Los barceloneses se refugian en el comercio local y gastan un 32% más que antes de la pandemia

Los ejes comerciales pugnan por retener a los nuevos consumidores una vez se estabilice la emergencia sanitaria

Barceloneses comprando en un comercio de barrio

Barceloneses comprando en un comercio de barrio / Simone Boccaccio / EPC

Gabriel Ubieto

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Los barceloneses se están refugiando durante esta pandemia en el comercio local y los ejes comerciales se están recuperando del mazazo inicial del covid alargando el idilio con ese consumidor que antes tiraba más de grande superficie o compraba por internet. Y ahora baja a la 'botigueta' de toda la vida. Las asociaciones de comerciantes locales aplauden ese cambio de hábitos entre parte de la población y pugnan por retener tanto a ese nuevo cliente, como al que ya venía pero ahora gasta algo más ya que no puede irse de vacaciones a Tailandia o a República Dominicana. No obstante, también temen que ese romance no pase de un amor de verano y una vez se estabilice la emergencia sanitaria, parte de ese capital que ahora entra en sus cajas se marche a otras. 

Según un reciente estudio de American Express sobre cómo han evolucionado los hábitos de los consumidores desde la irrupción del virus, los barceloneses gastan el 32,9% más en el comercio local que antes de la pandemia. Con un ticket medio que se sitúa en 306 euros. Los clientes gastan más y hay más novatos. Concretamente, según la misma encuesta, el número de consumidores que no compraban antes en los ejes y que sí lo hacen ahora ha crecido el 29,5%. La pandemia ha empujado -por ahora- a los barceloneses al negocio local y ha acelerado la transición del billete al plástico a la hora de pagar las facturas. Ya solo una de cada tres compras se pagan en efectivo, según el informe de American Express.

Datos que desde Barcelona Comerç corroboran con sus sensaciones a pie de campo. "Hasta el mes de abril había una fidelización de la compra en el entorno más inmediato. Pero desde mayo ha habido una desaceleración en los barrios", apunta su vicepresidente, Prósper Puig. Este comerciante apunta a dos posibles motivos. Por un lado, el factor teletrabajo y segundas residencias. "Mucha gente nos dice que desde que los niños han acabado el colegio aprovecha para escaparse de Barcelona", cuenta. Lo que desplaza parte de las ventas al comercio de esta otra localidad.  

Y, por el otro, un cierto efecto desánimo generalizado y agudizado durante las últimas semanas debido a las nuevas restricciones. "Muchas compras no deja de tener un componente muy emocional y muchos pensábamos que a estas alturas del verano no estaríamos como estaríamos a nivel de contagios. A medida que siga avanzando la campaña de vacunación esperaremos que mejora la situación", apunta Puig.

Pendientes del final del verano

El avance de la vacuna es una moneda de dos caras, pues si bien puede generar un efecto dinamizador, también permitirá reactivarse a otros sectores, como el turismo. Informes como el publicado recientemente por el BBVA no esconden que parte de ese idilio de gasto que mantienen los barceloneses con el comercio local se financia con ahorros que no han podido gastar debido a las restricciones. Según ese mismo informe, de media los catalanes tienen el 15% más de ahorros en la cuenta que los que tenían en el 2019. No todos, evidentemente, pues aquí el efecto distorsionador de las clases media enmascaran la pérdida de ingresos notables que están sufriendo muchas familias trabajadoras. Los pequeños comerciantes están pendientes de qué pasará cuando todas las alternativas de ocio vuelvan a estar encima de la mesa.

El auge del comercio electrónico y la comodidad de pedir a domicilio es, a priori, un terreno hostil para los pequeños negocios, que, no obstante, están haciendo esfuerzos para adaptarse. Según el último barómetro de Barcelona Comerç, una de cada tres tiendas de los ejes comerciales ofrecen alternativas a la venta en la tienda física. El día después del verano se presenta como la prueba del algodón entre los comerciantes, para comprobar si a medida que se estabiliza la emergencia sanitaria regresan los hábitos de la 'vieja normalidad' o si una parte no menor de los barceloneses sigue bajando a la 'botigueta'.

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