Salud laboral

El covid dispara el estrés laboral y el 24% de los trabajadores consume sedantes habitualmente

"Los datos son escalofriantes", advierte el secretario general de CCOO, Unai Sordo; en relación a un nuevo informe conjunto entre el sindicato y la UAB

Una cajera de un establecimiento de alimentación en Barcelona

Una cajera de un establecimiento de alimentación en Barcelona / periodico

Gabriel Ubieto

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Más de año y medio de pandemia a las espaldas están pasando una elevada factura a la salud mental de los trabajadores. El estrés laboral sigue al alza, como los contagios durante esta quinta ola, y los asalariados, especialmente las mujeres, los jóvenes y los profesionales de primera línea, se ven obligados a tirar de sedantes. Hasta el punto de que el 23,9% de los trabajadores españoles reconoce recurrir a ellos de manera recurrente. Como dice el refrán catalán: "Qui dia passa, any empeny". Este es uno de los datos que se derivan de la encuesta de 'Condiciones de Trabajo y Salud', elaborada por la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB) y el sindicato CCOO y presentada este martes. "Los datos son escalofriantes", ha enfatizado el secretario general de CCOO, Unai Sordo.

Miedo a perder el trabajo, miedo a no encontrar otro si esto sucede, estar saturado por exceso de faena, angustia por cobrar un salario que no da para llegar a final de mes, problemas para conciliar el sueño... El panorama que dibuja esta encuesta en la que han participado 25.100 personas, entre los días 26 de abril y el 24 de mayo de este año, es "demoledor", según ha insistido el líder de CCOO. La pandemia y sus múltiples derivadas ha golpeado sobre los cuerpos y sobre las mentes de los trabajadores españoles, agudizando males que ya estaban presentes y originando de nuevos. Y una de los ejes transversales de la encuesta presentada este martes es que si tienes peor salario, tienes muchos más números de vivir con una peor salud.

El 52,7% de los encuestados afirma que su salud, en general, ha empeorado en el último año; casi 20 puntos más que el año pasado, cuando la pandemia estaba empezando. Aunque más que lo físico, los peores datos se encuentran en lo emocional, lo mental. El 60,6% de los trabajadores vive con riesgo de desarrollar algún tipo de problema de salud mental; porcentaje que escala 10 puntos más en el caso de los jóvenes. Los más castigados por los primeros despidos durante la pandemia y que en menos de una década les ha tocado vivir dos crisis de magnitudes extraordinarias.

Como en muchas otras cosas, no todas las profesiones lo están pasando igual de mal. Los trabajadores de alimentación (un cajero o una reponedora) son el perfil que peores datos presenta: el 75,6% vive en riesgo de mala salud mental. Profesionales de primera línea, con salarios que rozan el mínimo en muchos puestos, que no han sido protagonistas de los aplausos desde los balcones que resonaron durante los primeros meses de pandemia, pero sin los cuales la subsistencia hubiera sido imposible. No muy lejos andan los ayudantes de cocina (72,3%), los auxiliares de geriatría (71,4%) o los de enfermería (70,6%). La primera línea pasa factura.

Bajo presión

El número de trabajadores que ejerce bajo condiciones de alta tensión se disparó con la pandemia y, un año después, sigue al alza. Metodológicamente se define la alta tensión como aquella situación en la que "las exigencias en el trabajo son altas, es decir, se tiene más trabajo del que se puede hacer en el tiempo asignado"; tal como lo define el estudio. Estar sobrepasado, en términos más coloquiales. El 45,8% de los 25.100 trabajadores encuestados afirma reconocerse en dicha definición. Una situación no baladí sobre la salud de los trabajadores, pues si se trabaja a alta tensión la cardiopatía coronaria puede ser el 34% más frecuente, el infarto cerebral el 24% más frecuente y padecer ansiedad y depresión el 82% más frecuente; según destacan los autores del estudio.

La alta tensión cohabita con un temor generalizado a perder el puesto de trabajo. Cuatro de cada diez trabajadores teme perder su actual empleo y siete de cada 10 no cree poder encontrar otro empleo si es despedido. Porcentajes que apenas han variado desde el inicio de la pandemia. Esta situación se agrava considerablemente en los casos en los que los empleados tienen salarios bajos, con los que apenas llegan a final de mes, y eleva más de 10 puntos ambos porcentajes. En este sentido, y pese a que ha reconocido que no es un argumento habitual en el actual debate sobre si debe subir o no el SMI en España, el secretario general de CCOO ha declarado que "necesitamos subir el salario mínimo interprofesional porque los bajos salarios deterioran la salud de los trabajadores".

Sin planes de prevención específicos

Al grito de "vete al médico", el diputado del PP Carmelo Romero, consiguió -sin quererlo- rebajar un grado más el tabú sobre la salud mental en España. Pese a lo generalizado entre la población trabajadora que es tener problemas de este tipo, según revela la encuesta, actualmente no existe un plan de prevención de riesgos laborales específico al respecto. En los actuales tiempos de pandemia, con los ertes, la reforma laboral y la de pensiones de por medio, el líder de CCOO ha reconocido que cuestiones como esta han quedado relegadas a un segundo plano. "Está siendo el 'patito feo' del proceso de diálogo social que estamos queriendo tener con el Ministerio de Trabajo, no es el elemento que está teniendo más lustre", ha afirmado.