Testimonio

Historia de dos parados que han logrado encontrar trabajo en pandemia

Olga Raventòs se reengancha tras 15 meses en paro como responsable de recursos humanos de una empresa de moda

Fausto Luna pasa de 'rider' a informático en ocho meses y ahora desarrolla la aplicación de una empresa de saneamiento

Olga y Fausto, dos historias de parados que encontraron trabajo pese al covid

Olga y Fausto, dos historias de parados que encontraron trabajo pese al covid / Elisenda Pons / Joan Cortadellas

Gabriel Ubieto

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Volver a encontrar trabajo para un senior, pese a la experiencia acumulada, ya era tarea difícil antes de la pandemia. Y el covid no ha hecho más que complicarlo todo. Hay algunos, muchos menos que por aptitudes lo merecerían, que lo consiguen. Es el caso de Olga Raventòs, que tras ser despedida en un ere en el 2019 tuvo que volver a ponerse a buscar trabajo. Llevaba 15 años en esa multinacional tecnológica de origen italiano como directiva de recursos humanos. «La última vez que busqué trabajo fue en los clasificados del periódico de los domingos», recuerda. Linkedin, Infojobs y compañía todavía no se habían inventado. 

Olga Raventòs es directora de recursos humanos de la empresa de moda NKN Nekane.

Olga Raventòs es directora de recursos humanos de la empresa de moda NKN Nekane. / Elisenda Pons

En lo relativo a encontrar un nuevo empleo no existen fórmulas mágicas, aunque hay trucos que sirven para vencer al desánimo que puede aparecer tras 11 meses buscando, como fue el caso de Olga. Al final del día me faltaban horas para hacerlo todo», recuerda. Esta barcelonesa descubrió durante la pandemia los vídeo currículos y el mundo digital, aprovechó la pandemia -qué remedio- para formarse vía Barcelona Activa y no se cerró ninguna puerta. «Yo todavía tengo muchísimo que aportar y quiero seguir trabajando», reivindica.

Resultado: desde hace tres meses vuelve a ser directora de recursos humanos, en la empresa de moda NKN Nelane. «Buscaban a alguien senior, en quien poder confiar y delegar. Eso no te lo dan los títulos. Estoy encantada», cuenta. Abonada a la filosofía del vaso medio lleno, Olga mantiene el contacto con el grupo de personas en paro con las que se formó en Barcelona Activa. No todos han tenido la misma suerte que ella y siguen intercambiando tanto mensajes de ánimo como ofertas de empleo. 

«Vi que el mundo iba para la informática y me lance»

Fausto Luna es programador de una Aqualyt, una empresa de saneamiento del agua.

Fausto Luna es programador de una Aqualyt, una empresa de saneamiento del agua. / Jordi Cortadellas

Fausto Luna ha pasado en 11 meses de repartir para Glovo a postular en la misma empresa a un puesto como programador. La diferencia de condiciones entre una y otra es abismal. «Como informático vives bien, como repartidor es indignante», cuenta. Finalmente esa oferta no salió y Fausto sigue desarrollando la aplicación de Aqualyt una empresa de saneamiento del agua. «Estoy muy contento, pero me gustaría dar el salto a una empresa tecnológica, donde poder tener más medios y libertad», afirma.

En diciembre del 2019 este joven de 34 años tomó una decisión que «si hubiera tenido una bola de cristal no hubiera podido elegir mejor», reconoce. Obviamente sin intuir que se avecinaba una pandemia mundial, Fausto junto todos sus ahorros, hizo cuentas y se lanzó a estudiar un curso de infomrática que ofrecía Barcelona Activa. «Vi que el mundo iba para allá y me lance», explica. 

Antes de ponerse a repartir para Glovo, algo temporal para pagar facturas, Fausto tenía una tienda de helados artesanos y repostería con su pareja. Él mismo diseñó la web y creó un sistema de venta 'on line' que les fue bien un tiempo; aunque finalmente el negocio no prosperó. Ahí ya empezó a vislumbrar que su futuro pasaba por la programación, una de las salidas más demandas por las empresas actualmente. «Si no tienes experiencia previa cuesta más de lo que parece», afirma. 

Hizo números, vio que sus ahorros le daban para 12 meses de oxígeno para estudiar y encontrar otro empleo y lo consiguió. «Realmente cuando empecé no creía que pudiera, pero no me quedaba otra», afirma. Apostó, sudó y lo consiguió. «De momento estoy encarrilado, que es mucho. Pero soy 'culo inquieto' y ahora ya pienso en el siguiente escalón».

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