Alza de los precios

La Reserva Federal quita hierro a los temores al aumento de la inflación

La Fed no tiene prisa por responder al aumento de los precios y el recalentamiento de la economía

Jerome Powell, próximo presidente de la Reserva Federal (Fed).

Jerome Powell, próximo presidente de la Reserva Federal (Fed). / periodico

Ricardo Mir de Francia

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Los analistas esperan con impaciencia los datos de la inflación de mayo, que se conocerán este jueves, llamados a reavivar el debate sobre las presiones inflacionarias que se ciernen sobre la economía estadounidense a medida que deja atrás los peores estragos de la pandemia. Bank of America predice el tercer repunte mensual consecutivo de los precios al consumo, que podrían dejar la inflación interanual en el 4,7%, el nivel más alto de los últimos 13 años, cinco décimas por encima de la registrada en abril. De confirmarse el dato, doblaría el objetivo ambicionado por la Reserva Federal, aunque todo es poco menos dramático si se tiene en cuenta que en mayo del 2020, la base para realizar la comparativa, la inflación rozó niveles deflacionarios por el parón de la economía.                                           

Por el momento ni las bolsas ni los mercados de deuda se están dejando llevar por los temores de algunos servicios de análisis y economistas como Larry Summers y Olivier Blanchard. Esta semana el Deutche Bank señaló que las reticencias de la Fed para revertir sus políticas acomodaticias podrían crear una “bomba de relojería” inflacionaria, llamada a desatar una “recesión significativa” si el banco acaba viéndose obligado a actuar abruptamente. La entidad que dirige Jerome Powell, sin embargo, no tiene prisa por mover ficha. El verano pasado optó por cambiar sus políticas de gestión de la inflación, después de una década en que los precios no llegaron nunca a dispararse, ni siquiera al alcanzarse el pleno empleo.

Gestión flexibilizada de la inflación

En lugar de subir los tipos de forma preventiva cada vez que se supere el 2% interanual, el banco se confabuló para actuar solo cuando haya pruebas sostenidas en el tiempo de que el nivel de precios ha superado el máximo deseado. Un escenario todavía lejano a ojos de la Fed. Sus responsables han dejado entrever que no modificarán los tipos cercanos al 0% hasta que se recupere el pleno empleo y la inflación dé muestras de instarse por encima del 2% durante un periodo prolongado. De hecho, la mayoría de sus miembros no esperan que aumenten los tipos hasta finales del 2023. 

Lo que no quita que empiecen a contemplar otras opciones. En su reunión de abril, la Fed abordó la posibilidad de empezar a replegar velas, según consta en sus minutas, reduciendo inicialmente el programa de compra masiva de activos que lanzó a principios de la pandemia. Pero la opción se acabó descartando. “Todavía no estamos ahí. Aún tenemos que recuperar ocho millones de empleos”, dijo después Raphael Bostic, presidente de la Fed de Atlanta. 

De lo que no hay duda es que no solo suben los precios. También lo hace la productividad y los salarios, ante la incapacidad de los empresarios de encontrar suficientes trabajadores a los precios actuales de mercado. Paralelamente, la economía se está recalentando por los masivos estímulos fiscales y monetarios inyectados para sacarla del agujero. Este año se espera que el producto interior bruto estadounidense crezca al nivel más rápido desde los años ochenta. 

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