Debate ideológico

¿Qué proponen los defensores de la teoría económica del decrecimiento?

El economista Carlos Taibo divulga los postulados de la reducción de la producción y el consumo, pero insta también a la recuperación de la "vida social robada"

Billetes de 50 euros.

Billetes de 50 euros. / Shutterstock

Eduardo López Alonso

Eduardo López Alonso

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La polémica por la propuesta de ampliación del Aeropuerto de Barcelona reactivó este año las tesis de los apologetas del decrecimiento. El gestor aeroportuario Aena proponía invertir 1.700 millones de euros en la infraestructura para incrementar su capacidad hasta los 72 millones de pasajeros anuales, pero algunos colectivos e instituciones dudan de una inversión que iba a suponer la ocupación de espacios medioambientales (La Ricarda), restar actividad agrícola e incrementar las emisiones contaminantes. Javier Faus, presidente del Cercle de Economia, durante la presentación de apoyo al proyecto por parte de los empresarios, puso el énfasis en el elemento sociológico de mayor calado de la actual polémica. "No hemos de dejar que la apología del decrecimiento se apodere de la sociedad", dijo. La actual situación de inflación desbocada como consecuencia del alza de las materias primas y los combustibles (derivada de la invasión de Ucrania) mantiene tensa la discusión económica-ideológica del decrecimiento. ¿Hasta que punto es posible vivir en crecimiento constante cuando los recursos son limitados? ¿En momentos en los que el gap social aumenta y las dificultades crecen para los menos desfavorecidos tienen más lógica las políticas redistributivas? No existe una respuesta única. Para las posiciones enmarcadas en la derecha, en situaciones complicadas conviene mimar los medios de producción como motores de la actividad. Para la izquierda, las medidas de política económica deben abogar por la redistribución (subir impuestos a las rentas más altas, restar ganancias a los más exitosos para evitar el conflicto social con los más perjudicados por el contexto). Entre búsquedas de equilibrios renacen los apologetas del decrecimiento.

Las grandes líneas argumentales de los defensores del decrecimiento son las siguientes:

Apunta la Wikipedia una definición difícilmente mejorable de lo que se entiende actualmente por el decrecimiento: "El decrecimiento es una corriente de pensamiento político, económico y social favorable a la disminución regular controlada de la producción económica, con el objetivo de establecer una nueva relación de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, pero también entre los propios seres humanos entre sí".

Pérdida de empleos

La corriente de pensamiento ha sido abordada por una ingente cantidad de teóricos de la economía y la sociología. Quizá hijos de la generación del COU Marxista y más allá (mayores de 50 años) pero también de generaciones posteriores más a la izquierda que a la derecha, aunque el movimiento no necesariamente puede situarse en un eje político convencional. Por ejemplo, en el mundo sindical existen reticencias ante las opciones de decrecimiento por los costes laborales y de pérdida de empleos que implican sus postulados de manera estricta. 

La lógica como argumento

Carlos Taibo es uno de esos autores que han abordado el asunto con planteamientos más pedagógicos ('Decrecimiento', Alianza Editorial) en el que apela al sentido común para valorar el momento de crecer menos como una idea lógica, que parte básicamente de que si vivimos en un planeta con recursos limitados no tiene sentido aplicar la lógica capitalista de crecimiento infinito y la depredación de los recursos naturales inevitable a la que está asociada ese aumento de la actividad económica.

Los sectores señalados

"Lo que se reivindica, de manera más expresa, es que se reduzcan su actividad -en su caso la cancelen- segmentos enteros de la economía que están en el origen del crecimiento imparable de la huella ecológica", explica Taibo. El dardo de los valedores del decrecimiento se apunta directamente a la industria del automóvil, de la aviación, de la construcción, de la cárnica, de la industria militar y de aquella que promueve el consumo innecesario. La firma china Shein, que vive del dúmping social y promueve el híperconsumismo es un claro ejemplo. 

Nuevos empleos

Los padrinos del decrecimiento apuntan a que la solución a la crisis y reconversión económica inevitable que conlleva, con miles de despidos, se compensaría en "propiciar el desarrollo de aquellas actividades económicas que guardan relación con la atención de las necesidades sociales insatisfechas y con el respeto del medio natural". Todas esas actividades seguirían creciendo, también en otras zonas del planeta. Taibo reivindica que el decrecimiento no es simplemente una propuesta cuantitativa, sino que está aparejada a un cambio más profundo de mentalidad, no solo de reducción de producción y consumo, sino también de "recuperación del ocio creativo" y de una "vida social robada" en el marco de un mundo más local y menos global.

Las actitudes cotidianas del decrecimiento

Taibo propone actitudes vitales del tipo comprar lo menos posible, reducir los desplazamientos, no comprar en grandes superficies, autoproducir, promover el trueque, reciclar, no regalar, eludir los embalajes, reducir el consumo de energía, rebajar el tiempo de trabajo, intercambiar alojamientos, esquivar el sistema bancario. La autonomía o independencia individual.

Sostenibilidad, el decrecimiento 'light'

En el marco de estos postulados, el veto a la ampliación del Aeropuerto de Barcelona, el impuesto a la banca o a las eléctricas se ha configurado como el mal menor ante la amenaza de postulados extremos. El reparto de la abundancia tiende a ser más factible que entrar en un círculo pernicioso. El colchón del turismo, las plantas regasificadoras y ánimo consumista natural del español medio es una salvaguarda ante una crisis de amplia calada. José Luis Nueno, profesor del IESE experto en distribución y omnicanalidad, prevé que el otoño de 2022 será mejor de lo augurado por la mayoría, pero que los precios seguirán altos o subiendo de manera importante hasta al menos marzo del 2023. Más pesimismo emana de la charla con protagonistas del contexto económico si la guerra en Ucrania perdura más allá de final de 2023. Los principios del decrecimiento no serán entonces una opción y empezarán a parecer la lógica consecuencia de la crisis. Y en ese contexto, es el consumidor el que debe tener herramientas para adaptarse a la situación. Y el Gobierno de turno tendrá la obligación de aplicar los paños calientes que pueda. Conceptos como "sostenibilidad" o "desarrollo" sostenible" son inexcusables, salvo por causa mayor.

Suscríbete para seguir leyendo