Informe de Eada

Desigualdad en las cúpulas: no habrá las mismas mujeres directivas que hombres hasta el 2070

Un informe de Eada constata que las diferencias retributivas se frenan entre los trabajadores de a pie, mientras bajan el triple entre los cargos jerárquicos

Directivos

Directivos / economia

Gabriel Ubieto

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La igualdad en las cúpulas directivas es una asignatura pendiente que arrastran las empresas españolas. Y pese a que el covid no ha frenado la reducción de las brechas, tanto en presencia como en remuneraciones; la distancia entre hombres y mujeres sigue siendo abultada y, al actual ritmo, no se alcanzará la paridad hasta el 2070. Así lo constata la edición anual del informe de Eada 'Brecha salarial y presencia de la mujer en puestos directivos 2021', que también constata un frenazo de la reducción de la brecha salarial entre los trabajadores de a pie. “Las actuales medidas no son suficientes”, ha declarado la responsable del estudio, Indry Canchila.  

Cada vez es más frecuente ver a mujeres en puestos de mando, especialmente en las pymes, pero las diferencias respecto a sus homólogos masculinos todavía son sustanciales. Este es el diagnóstico que hace Eada, que señala que solo el 18,8% de los puestos directivos están actualmente ocupados por mujeres. Ese porcentaje ha aumentado en 2,4 puntos respecto al año pasado y seis puntos en la última década. No obstante, a este ritmo “tardaríamos 50 años en llegar a equiparar la presencia de hombres y mujeres en puestos directivos”, ha alertado Canchila.   

Las paredes de cristal se robustecen

“No solo hay que poner más mujeres en el poder, sino hacerlo más atractivo para poder conciliar”, ha declarado la investigadora de Eada Aline Masuda. Esa presencia femenina en las cúpulas varía sustancialmente según el tamaño de la compañía. Hasta el punto de que en la gran empresa solo el 5,8% de los puestos directivos están ocupados por mujeres; frente al 60,9% de la pequeña empresa. 

El informe también constata no solo la persistencia de las paredes de cristal, sino su mayor segregación. El fenómeno de 'paredes de cristal' se entiende como una segregación de la presencia femenina en los puestos directivos más vinculados a la gestión de personas y administrativas, que en puestos estratégicos o productivos. Como muestra, actualmente el 32,6% de los directivos de recursos humanos son mujeres; cuota que baja al 5,8% en el caso de los directores de producción.

Frenazo en parte de la brecha salarial

La pandemia está reabriendo viejas heridas y ensanchando brechas que hasta ahora venían cerrándose en lo laboral. “La crisis nunca beneficia a la mujer”, ha declarado la investigadora de Eada Aline Masuda. Aunque, según constata el estudio, no perjudica a todas por igual. La reducción de la brecha salarial entre hombres y mujeres, algo que iba a la baja en el último lustro, se ha frenado desde la irrupción del coronavirus entre los y las trabajadores de a pie. No obstante, las cúpulas directivas se mueven por otras corrientes y entre los y las directivas las diferencias remunerativas siguen, pese a venir de cotas más altas, a la baja; tal como refleja 

En el 2021 una directiva en España cobra el 14,4% menos, de media, que sus homólogos masculinos. Lo que en moneda se traduce en unos 11.000 euros brutos al año. La tendencia en el último lustro, desde el pico que se alcanzó en el 2014 cuando la brecha era del 18,6%, sigue siendo a la baja pese a la sacudida del covid. No sucede lo mismo entre sus subordinados, donde las diferencias retributivas o bien han aumentado en el último año o bien han frenazo su descenso. 

La brecha salarial entre empleados de a pie es actualmente del 11,5%, en detrimento de las mujeres. Cifra similar a la de hace un año, con una leve reducción de cuatro décimas. Sustancialmente inferior que en el caso de los directivos, donde la brecha ha bajado en el último año 1,5 puntos. Es decir, en las cúpulas la brecha salarial ha bajado tres veces más que entre las plantillas; tal como constata el cruce de 80.000 datos realizados por Eada.

Los responsables del estudio considera que la entrada en vigor de la obligatoriedad de las auditorías y registros retributivos puede contribuir a que ese frenazo en la reducción de la brecha no derive en un aumento en los próximos años, fruto del impacto de la crisis.