Entre 600 y 900 euros por persona

Atrapados entre el SOC y el SEPE: 18.800 personas en erte llevan mes y medio esperando sus ayudas

La Generalitat tiene pendiente abonar todavía casi el 20% de los pagos únicos de entre 600 y 900 euros a los que se comprometió en marzo

La administración catalana culpa al Estado, el Estado le devuelve la pelota y el ciudadano sufre las consecuencias de la descoordinación

Treball afirma que una remesa de 8.500 pagos será abonada antes del miércoles de la semana que viene y otros 7.880 que no cobran porque tienen deudas con la administración

Barcelona 12 11 2020  Cola delante de la OTG Oficina de Treball de la Generalitat del Carrer Sepulveda para tramitar el paro o sepe  FOTO de FERRAN NADEU

Barcelona 12 11 2020 Cola delante de la OTG Oficina de Treball de la Generalitat del Carrer Sepulveda para tramitar el paro o sepe FOTO de FERRAN NADEU / FERRAN NADEU

Gabriel Ubieto

Gabriel Ubieto

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44 días después, 26.662 personas siguen esperando la ayuda de entre 600 y 900 euros a la que se comprometió la Generalitat para los afectados por erte. Son casi el 20% de los 141.795 ciudadanos a las que se les aprobó esta prestación extraordinaria, que tenía que estar pagada el pasado 31 de marzo. De estos, hay 7.880 que tienen deudas con la Generalitat, pero luego hay otras 18.800 que están atrapadas por la descoordinación entre administraciones. El Departament de Treball culpa al SEPE y al ciberataque que este sufrió el pasado 9 de marzo; el Estado le devuelve la pelota y dice que la información ya se la ha remitido y que hay parte de los solicitantes que no constan en sus bases de datos. Y en ese partido de tenis el ciudadano es la pelota y sufre las consecuencias de la descoordinación

Daniel acaba de encontrar otro trabajo en una residencia. Es cocinero y hasta hace dos semanas estaba atrapado en un erte del que se olía que no iba a salir. “El restaurante está para cerrar, suerte que me ha salido esto”, explica este joven de 26 años. Daniel entró en erte con el primer estado de alarma, cuando casi todo cerró. Luego en verano volvió a trabajar tres meses con la desescalada y en octubre el restaurante volvió a cerrar, sin previsión de si volverá a abrir. 

Los ahorros se me acabaron los tres primeros meses que tuve que esperar a que me pagaran el erte... como tantos otros. Por suerte mi mujer no dejó de trabajar y con los 800 euros que gana podíamos pagar los 600 euros de alquiler. Pero nos quedamos limpios, sin nada”, afirma de carrerilla, con todos los números frescos en la cabeza. “Este mes que he empezado a trabajar iré bien, justo, pero tranquilo. Hasta ahora compraba al día, porque no sabía lo que me iba a llegar”, añade. "[Con la ayuda de la Generalitat] puedo tener un colchón, por si pasa cualquier cosa, porque ahora estoy sin nada”, afirma.

Mónica tiene 52 años y está empleada en el Parque de Port Aventura como ayudante de restauración. Es fija discontinua, es decir, trabaja por temporadas. El verano pasado volvió a reengancharse para atender a los pocos visitantes que acudieron en plena pandemia a montarse en el Dragon Khan, el Shambhala o el Tutuki Splash. Desde que comenzó la pandemia solo ha trabajado un par de meses. “Llego justa a final de mes, muy justa. Tengo facturas pendientes, un crédito que devolver…”, cuenta. “Son muchos meses sin trabajar”, añade. 

Daniel y Mónica se apoyaron en sus parejas para poder costear gastos grandes, como el alquiler, que no han parado (como sus turnos) por la pandemia. Bachir no ha tenido esa oportunidad. Este camarero del hotel Sofía de Barcelona lleva sin poder trabajar desde que comenzó todo. Tiene 34 años, vivía solo y ha tenido que dejar el piso que podía pagarse sin muchos apuros con su sueldo de 1.800 euros mensuales. Ahora en erte cobra la mitad y tal como están los arrendamientos barceloneses, con los 967 euros de la prestación no le llega. “Antes podía incluso ahorrar, ahora no me da. Estoy mal”, reconoce. 

Choque institucional y despropósito informático

De los 18.782 pagos pendientes, la administración catalana afirma que tiene en el disparadero unas 8.500 y que estas las abonará a mucho tardar el miércoles que viene. Y, en paralelo, hay que sumar otras 7.880 personas que tienen deudas con la administración catalana y no cobrarán hasta que las salden. Descontando los pagos que la Generalitat ha prometido y los deudores, quedan unos 10.282 pagos que todavía están en el limbo. Fuentes del SEPE explican que unas 8.000 corresponden a personas que oficialmente no constan en erte en sus bases de datos, por lo que, si es así, no tendrían derecho a la ayuda.

Y luego hay otros 2.000 restantes sobre los que "se está llevando a cabo un proceso de depuración y corrección de datos compartido entre las unidades técnicas de ambas administraciones que requiere también de la colaboración de las entidades bancarias", según explican desde el SEPE. Es decir, un trabajo minucioso, no automatizado y tras 44 días (y subiendo), todavía no resuelto. 

"La gestión de la siguiente ayuda será diferente, seguro. Intentaremos depender lo mínimo posible del SEPE, pero que ello no suponga una carga para el ciudadano", afirma el director de relaciones laborales del Departament de Treball, Enric Vinaixa. Desde la Generalitat ya preparan la próxima convocatoria buscando una fórmula que les permita no tener que pasar por el SEPE. Algo complicado, pues al final es dicho organismo el único que gestiona los ertes.

Una de las conclusiones finales que deja este episodio es que la coordinación entre administraciones no funciona y que el que acaba pagando los platos rotos es el ciudadano. Como muestra, la ayuda para autónomos de la Generalitat, que se aprobó el mismo día que la de los ertes, la gestionó íntegramente la administración catalana y no ha sufrido retraso alguno. 

"Al ritmo que van no cobraremos hasta final de año”, se queja Bachir. “Y esto no era lo que prometieron”, recuerda. El compromiso de la Generalitat era que el 31 de marzo todo el mundo hubiera cobrado. “No entiendo que por un dato tarden tanto, ¡llevan 40 días! ¿No representa que son socios?”, se queja Mónica. “Al principio te atendían bien, pero luego empezaron a decir que el problema venía del SEPE y a dar largas”, afirma Daniel. "En mi empresa estamos 34 compañeros igual. Nos prometieron una ayuda para paliar los afectos de la crisis, pero lo que han hecho es crearnos más ansiedad y incertidumbre”, se queja Bachir. 

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