El perfil

Wayne Griffiths, del hotel Montecarlo a barcelonés del Eixample

El presidente de Seat es un enamorado de Barcelona y todo lo que emana la ciudad. De la ciudad ha sacado mucha inspiración personal y profesional

Wayne Griffiths, presidente de Seat y Cupra.

Wayne Griffiths, presidente de Seat y Cupra. / Joan Cortadellas

Xavier Pérez

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Wayne Griffiths (Dukinfield, Inglaterra, 1966). Aterrizó por primera vez a Barcelona en 1991 para trabajar en Seat tras empezar en el Grupo Volkswagen en 1989. Vivió los Juegos Olímpicos, al volante de su Seat Toledo rojo. Hoy, 30 años después, preside la mayor compañía automovilística de España. Cosas de la vida, a su llegada se hospedó «en el antiguo Hotel Montecarlo, era marzo de 1991 y hacía frío, no había gente en las Ramblas». Hoy, en el mismo lugar, están las oficinas de Seat CODE, la división de software de la compañía. "Si alguien me dice entonces que acabaría como presidente de Seat y con una oficina en ese mismo lugar, le habría llamado loco". 

Barcelona siempre le ha atraído. Incluso ha rehabilitado un piso en el Eixample. Se fue a Audi, pero volvió hace cinco años. Siempre se ha sentido atraído por la ciudad. "Tiene un potencial enorme. Tiene luz, diseño, juventud, optimismo. ¿Cuántas grandes ciudades europeas están al lado del mar? Muy pocas". 

Rebelde y contemporáneo

Amante del cine y la música. Fan de Bowie y de Almodovar (cuando llegó a Barcelona estrenaban ‘Tacones lejanos’). Su estilo se refleja en la marca Cupra. "Rebelde, desafío lo convencional, soy contemporáneo. Como Cupra. Me encanta el diseño, ya se ve (muestra su chaqueta y sus zapatillas). Me gusta ir al Liceo, a los concerts dels Jardins de Pedralbes, de joven salía de fiesta y luego me iba a desayunar al Palau de la Música a escuchar a la Orquesta de Barcelona. ¿Dónde hay algo así en el mundo? En ningún sitio".