Testimonios

Los 'eternos' interinos: "Hace 10 años que recojo mis cosas a final de curso porque no sé si repetiré"

Los trabajadores eventuales de la administración pública exigen que se paralicen todas las oposiciones hasta negociar una salida colectiva que evite que puedan perder su trabajo tras décadas de servicio

Una jueza investiga si es delito tener funcionarios interinos de por vida

Radiografía del sector público

Interinas

Interinas / Álvaro Monge / Montse d'Oultremont

Gabriel Ubieto

Gabriel Ubieto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Josefina es trabajadora social interina de la Generalitat y este sábado subirá por primera vez a examinarse para tratar de consolidar su plaza. "A la primera convocatoria que pude no me presenté porque estaba embarazada de mi segundo hijo y pensé me espero a la siguiente", recuerda. La siguiente ha llegado 19 años después y hoy su hijo podría llevarla en coche hasta la puerta del examen. "El niño se ha hecho grande y su madre también. Tengo 56 años y prepararme unas oposiciones ahora no es lo mismo que con 25 años, con el hábito de estudiar fresco y sin cargas familiares", comenta.

Estas dos décadas Josefina las ha vivido ocupando una plaza estructural, desempeñando unas funciones que si no las hubiera realizado ella las tendría que haber realizado otra persona. “Mis hijos han crecido sabiendo que su madre se podía quedar en la calle en cualquier momento, con una mano delante y otra detrás”, explica Josefina; pues los interinos no tienen derecho a indemnización por despido.  

Josefina es trabajadora social de la Generalitat, con contrato de interina desde hace 19 años.

Josefina es trabajadora social de la Generalitat, con contrato de interina desde hace 19 años. / Maria d'Oultremont

“No sé decir cuántas páginas para estudiar tengo, son 85 temas y ocho kilos de papeles”, explica. “Me he pedido una semana de fiesta para preparar el examen, porque tengo ese ‘lujo’ que otras compañeras no tienen”, añade Josefina, que encadena jornadas de estudio de 12 horas al día para tratar de demostrar que es una trabajadora válida para un puesto que hace dos décadas que ocupa. Según una encuesta interna realizadas por la Plataforma d’Interines de Catalunya (PIC) entre 143 trabajadoras sociales interinas, el 90% tiene más de 10 años de antigüedad.   

Una de esas personas que no tiene el ‘lujo’ de poder reservarse días para estudiar su oposición es Olga, trabajadora de educación infantil de la Generalitat. Ella lleva 12 años de interina, en un departamento donde de 900 compañeras no hay ningún funcionario de carrera con plaza. Olga no puede cogerse vacaciones ni días libres pues está vinculada al horario lectivo de los ‘peques’ de tres años con los que trabaja en las aulas de parvulario en la escuela pública. 

Olga es trabajadora de educación infantil de la Generalitat, con un contrato de interina desde hace 12 años.

Olga es trabajadora de educación infantil de la Generalitat, con un contrato de interina desde hace 12 años. / Álvaro Monge

Todavía no conoce la fecha de su examen, ya convocado, pero hace cálculos y le quedan dos horas libres al día para estudiar. "Después del trabajo, de hacer los deberes con mis hijas, de arreglar las cosas de la casa y de cenar me quedan un par de horitas. La vida no para por un examen", cuenta esta interina de 44 años. La figura del interino, con sus matices, es un colectivo eminentemente feminizado. Según datos del INE, dos de cada tres trabajadores temporales del sector público son mujeres. Y en este país, las cargas familiares suelen recaer en las espaldas de ellas.

Sin oportunidades en el sector privado

Uno de los problemas a los que se enfrentan Josefina, Olga o Ruth es que sus puestos no existen en el sector privado y perder la plaza significa tener muy complicado reengancharse al mercado laboral. “A mí con 56 años no me querrán ni para fregar suelos… no quiero ni pensar que haría”, denuncia Josefina. “Durante diez años recogía mis cosas al final de cada curso porque no sabía si repetiría. No es solo la angustia de ahora por el examen, es la que llevamos acumulada todos estos años”, cuenta Olga. 

La Generalitat tiene que parar todas las convocatorias

La competencia por esas plazas que saca ahora la Generalitat, tras décadas de espera, es ardua. En el caso de Olga, para 756 plazas ofertadas hay 5.000 candidatas inscritas. Y Josefina este sábado se medirá en la Fira de Barcelona junto a unas 800 personas por 173 plazas; según explican. “La Generalitat tiene que parar todas las convocatorias”, afirma la portavoz de las trabajadoras sociales, Ruth Gras. 

En toda la administración

Los altos índices de interinidad están presentes en toda la administración, desde las aulas, a los despachos, pasando por las ucis o los centros de atención primaria. “Ahora en el Hospital de Bellvitge se hacen menos contratos por días y más de seis meses o de un año, porque necesitan gente y veían que con esas condiciones no la conseguían”, explica la delegada de la CGT Maribel Ramírez. Y tienen efectos sobre la calidad del servicio que recibe el ciudadano. “En una guardia de noche en una uci, si tienes a mucha gente rotando o que acaban de llegar, una mala noche puede convertirse en una noche horrorosa”, añade.

Cuando salió la sentencia del TJUE pensé que se nos haría justicia

“Cuando salió la sentencia del TJUE pensé que se nos haría justicia”, afirma Josefina. Los jueces europeos vieron acreditado el abuso de la temporalidad entre los interinos españoles, pero ello no ha frenado las convocatorias públicas. “No puede ser que la Administración pueda ser tan fría, tan injusta y tan desagradecida con el trabajo que hemos hecho todos estos años”, afirma Olga.  

Suscríbete para seguir leyendo