debate laboral

¿Qué hacen otros países europeos con la semana laboral de 4 días?

Ningún estado ha implantado de forma general la jornada con menos tiempo, aunque sí que hay experiencias diferentes

Robots 8Cadena de montaje de Volkswagen en Wolfsburg (Alemania).

Robots 8Cadena de montaje de Volkswagen en Wolfsburg (Alemania).

Begoña Arce
Irene Savio
Andreu Jerez
Irene Casado Sánchez
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La crisis del covid ha reavivado el debate de la jornada de 4 días, también en nuestros países vecinos. Sin embargo, no parecen ponerse de acuerdo sobre la viabilidad de la propuesta.

El metal alemán, por delante

La pandemia y sus efectos está poniendo entredicho muchos de los elementos que estuvieron fuera de discusión durante décadas en el modelo económico alemán. Uno de ellos es la duración de las semanas laborales de los asalariados a tiempo completo y también su impacto en la productividad, concepto clave del discurso de la patronal de la República Federal.  Por ello, en la actual ronda de negociaciones salariales y condiciones laborales, la Unión Industrial de Trabajadores del Metal – IG Metall, el mayor sindicato sectorial de Alemania que representa a casi 4 millones de trabajadores de la industria –, apuesta por una semana laboral de 4 días, die Viertagewoche, como se conoce popularmente en alemán.

“Los empresarios y los comités de empresa tienen el mismo interés en conservar a los trabajadores especializados”, dijo recientemente Jörg Hofmann, presidente de IG Metall, a la agencia de noticias DPA. Para ello, el sindicato considera que la jornada laboral de cuatro días es una buena opción en un momento de transición hacia un nuevo modelo productivo forzado por la pandemia, y marcado por la digitalización y la automatización de tareas

En aquellas empresas en las que la reducción de jornada – menos horas de trabajo, cuyo coste es asumido por el Estado a cambio de no despedir trabajadores – no es aplicable o no tiene sentido, la semana laboral de cuatro días permite trabajar “menos y de forma más productiva”, argumenta Hofmann. Queda en el aire, sin embargo, cuál sería la consecuencia salarial. La reacción de la patronal es, de momento, escéptica.

La propuesta de IG Metall es, por otro, lado poco verosímil en otros sectores como el de los servicios, con una capacidad de negociación colectiva mucho menor que la de la industria y con un sector precario mucho más extendido, en el que ya de por sí hay trabajadores con pocas horas de trabajo y con bajos salarios.

Eterno debate en Francia

La duración de la semana laboral es una cuestión recurrente en Francia. Existen opiniones para todos los gustos, desde aquellos que defienden su extensión, pasando por quienes prefieren mantener el status quo, sin olvidar a los partidarios de su reducción.

Las secuelas económicas y sociales de la epidemia del coronavirus han relegado el asunto, especialmente delicado, a un segundo plano. El pasado mes de abril, en pleno confinamiento, el presidente del Movimiento de Empresas de Francia (MEDEF), Geoffroy Roux de Bézieux, lanzó un llamamiento para reabrir el debate sobre la jornada laboral.

Hoy en día, la ley establece una semana laboral de 35 horas, pudiendo ascender hasta las 48 horas con el visto bueno de los sindicatos. Para el presidente de la patronal, este horario no sería suficiente para relanzar la economía francesa: “Tarde o temprano, tendremos que plantearnos la cuestión de los horarios de trabajo, los días festivos y las vacaciones pagadas para acompañar la recuperación y facilitar, trabajando un poco más, la creación de un crecimiento adicional”. Las criticas tras tales declaraciones no se hicieron esperar. 

En un contexto marcado por el aumento de la precariedad laboral y el desempleo, la ministra de Trabajo, Elisabeth Borne, descartó este verano reabrir la caja de pandora. “No está en el orden del día. La prioridad es la protección del empleo y la salud de los empleados”, zanjó Borne en agosto.

Según una encuesta publicada un mes después, el 34% de los empleados franceses preferiría trabajar más horas o días a la semana, a cambio de una remuneración más elevada, mientras que el 21% elegiría una semana reducida con jornadas laborales más largas manteniendo su salario habitual. Por ahora, la modificación de la jornada laboral no entra en los planes gubernamentales, pero continuará presente en los debates sociales y patronales.

Cuestión de supervivencia en Reino Unido

La crisis del coronavirus ha reavivado el debate de la jornada laboral de cuatro días en el parlamento británico. En principio el gobierno conservador de Boris Johnson está en contra de esa alternativa que se ha planteado. Durante la campaña para las elecciones generales en diciembre criticó a la oposición laborista, liderada por el izquierdista radical Jeremy Corbyn, que en su programa llevaba la introducción paulatina de la jornada semanal de 32 horas de trabajo, sin reducción salarial. Los conservadores descalificaron el plan argumentando que “lesionaría” la sanidad pública. La gran patronal también lo rechazó, pidiendo en cambio mayor flexibilidad laboral. La actual dirección del laborismo, más moderada y centrista, no ha suscrito la reducción de jornada.

En junio, ya en plena pandemia del covid-19, un grupo de diputados de todos los partidos pidió al ministro de Hacienda, Rishi Sunak que considerara la jornada de cuatro semanas post Covid-19, ya que sería “una poderosa herramienta para recobrarse de esta crisis”. Johnson debe recordar que fue Margaret Thatcher la que impuso esa jornada reducida en la década de los 80 del siglo pasado, el llamado 'Temporary Short-Time Working Compensation Scheme', para combatir la recesión de la época. Ya en los años 70, durante la primera crisis del petróleo que provocó una intensa crisis en todos los países, otro ‘premier’ conservador, Edward Heath, introdujo la semana laboral de de tres días, para ahorrar energía. La realidad es que, con los actuales confinamientos por coronavirus, si necesidad de impulsos legislativos, muchas empresas de Reino Unido han adoptado la semana laboral de cuatro días para sobrevivir durante la crisis surgida a raíz del coronavirus.

Discusión periódica en Italia

Periódicamente en Italia se vuelve a hablar de la posibilidad de introducir la semana laboral de cuatro días, una propuesta que, sin embargo, hasta la fecha ha quedado papel mojado. Se ha discutido de vez en cuando, pero no ha llegado a implantarse. De hecho, la última propuesta concreta de reducción de la jornada laboral a 35 horas fue hecha por el hoy extinto partido Refundación Comunista, en los años noventa. Desde entonces, esta iniciativa no solo no triunfó sino que además condujo a la caída anticipada del entonces Gobierno de Romano Prodi, tras la salida de los comunistas de la coalición. 

El rechazo a la propuesta, ha explicado recientemente Simone Fana, autor del ensayo 'Tempo Rubato' (Tiempo Robado), se entiende si se considera que “la idea predominante”, en ese momento y en los años siguientes, ha sido que es necesario “trabajar más para producir más”, lo que “inspiró" las últimas políticas económicas italianas sobre el mundo del trabajo.

Dicho esto, en verdad, esta reducción es hoy día "ya una realidad en muchas empresas, que recurren cada vez más al trabajo a distancia y al trabajo de tiempo parcial, un fenómeno que está estallando” sin garantías, ha añadido también Fana. De llevarse a cabo en Italia se cumpliría eventualmente también la idea de un inesperado sostenedor: el hoy difunto empresario Giovanni Agnelli, fundador de Fiat y quien, en 1933, le escribió una carta al entonces futuro presidente de la República Italiana Luigi Eunaidi, en la que defendía la fórmula “trabajar menos, trabajar todos”.  “La reducción proporcional y general de la horas de trabajo resuelve equitativamente el problema de la distribución del trabajo entre las personas, dando a todos horas adicionales de descanso”, opinaba Agnelli.

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