HISTORIA MÍNIMA
Microfinanciar agricultura sostenible
A través de la comunidad Dunia intercambian productos y copago de mejoras en los cultivos
Carme Escales
Periodista
Dar respuesta a necesidades sociales a través de la agricultura llevó a crear, ahora hace 9 años, la cooperativa Tarpuna, que significa ‘sembrar’ en lengua quechua. Y sembrar es lo que han hecho desde su nacimiento los cinco socios (hoy nueve) que pusieron en marcha esta empresa comunitaria de iniciativa social.
Tarpuna asesora y gestiona proyectos, privados y públicos, de horticultura sostenible, como la producción de compostaje comunitario, con recogida local de residuos, y huertos comunitarios de autoconsumo como los 9 que tienen activos en el área metropolitana. Este año facturarán 300.000 euros. Teniendo muy en cuenta el impacto social de la agricultura como algo terapéutico, por el contacto directo con la tierra y por el beneficio de una alimentación saludable, la cooperativa promueve la relación entre el ámbito rural, donde se producen frutas y verduras, y las personas, los consumidores que habitan la gran ciudad.
Hace un año planeaban plantar árboles frutales en una finca propia en Llinars del Vallès, y pensaron en la opción del micromecenazgo para tirarlo adelante, pero acabaron considerando una iniciativa más colaborativa. Crearon el proyecto Dunia, una comunidad en Barcelona para cofinanciar agricultura sostenible y luchar contra la emergencia climática, que recibió el apoyo de Barcelona Activa, a través de su programa Impulsem el que fas.
Cubrir necesidades de mejora
“Primero localizamos proyectos de mejora en las explotaciones de payeses en las proximidades de Barcelona que ya llevan cierto recorrido en la producción de alimentos de manera sostenible. Evaluamos el impacto medioambiental de cada iniciativa y abrimos una campaña para dar a conocer el proyecto y que la gente pueda hacer sus donaciones”, explica el cofundador y presidente de Tarpuna, Josep Maria Vallès.
Los primeros 40 días de la campaña se destinan a asegurar un mínimo de importe que permita hacer posible el proyecto, y otros 40 días completan una suma que garantice desarrollar la iniciativa de manera óptima.
Hasta ahora han emprendido 7 campañas con agricultores, tres de las cuales están en la actualidad en marcha. Una de ellas se sitúa en Can Lluch, la explotación de 3 hectáreas de Elm Pou, un agricultor de Mataró que se produce su compostaje y necesita un tractor hidrostático para voltear el compost a escala más profesional. Pou cultiva tomates de variedades tradicionales, judía tierna, puerros, cebolla, acelgas, pepinos y calabazas que vende directamente a particulares a través de cestas que le encargan, además de contar con una parada en el mercado de Mataró. Hace dos años que es socio de Ecomaresme, una agrupación de 10 pequeños productores con los que se reparten cultivos para aumentar su oferta. La creación de un obrador agroalimentario en el Alt Camp y el impulso de huerta ecológica en el Priorat son las otras campañas ahora en marcha.
Intercambio sustentable
Elm Pou, beneficiario de una campaña de microfinanziación agroecológica para cuidar la tierra con residuos orgánicos, en su explotación agrícola en Mataró. Los donantes reciben productos a cambio, además de desgravación fiscal.
- Tráfico y transportesEstos son los cambios en el permiso de conducir para los mayores de 70 años
- DeportesEl dueño de la Fórmula 1, cerca de cerrar un acuerdo para comprar MotoGP por 4.000 millones de euros
- SociedadCuando el 'bullying' lleva al suicidio: el lado más crudo del acoso escolar
- Ocio y CulturaMuere la periodista Anna Pérez Pagès, rigor y compromiso con la cultura
- SociedadDestrozos, puñaladas y "fiestas con escorts" en los nuevos rascacielos de lujo de Madrid: "Me fui por miedo
- SociedadDani Alves acude a firmar a la Audiencia de Barcelona para cumplir con las medidas impuestas para su libertad
- SanidadLa tosferina se dispara en Catalunya: los casos de este año ya multiplican por 13 los de todo 2023
- BarcelonaVídeo | Las olas causadas por la borrasca 'Nelson' vuelven a comerse las playas de Barcelona