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Josep Oliu: los límites del banquero
El presidente del Banc Sabadell ha conducido al pequeño banco del Vallès en una carrera por el tamaño que toca techo con el BBVA
Cuando en 1982 se planteó a Joan Oliu y Joan Corominas, rectores entonces del Banc Sabadell, absorber Banca Catalana, Josep Oliu, su actual presidente, pero en aquel momento profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona, les propuso que se incorporaba al banco si compraban. Pero no hubo operación, y en lugar de entrar decidió vincularse al Instituto Nacional de Industria (INI) para reorganizar las empresas públicas en época de Carlos Solchaga como ministro de Industria y Energía. La anécdota que explica la periodista Raquel Lander en su biografía de Oliu, 'El banquero estratega' dice mucho sobre la visión del sector financiero que siempre ha tenido este hijo y padre de banquero. El futuro del sector pasaba por el tamaño y la eficiencia y el pequeño banco local al que finalmente se incorporaría en noviembre de 1986 no reunía los requisitos para participar en la liga de los grandes.
Su carrera al frente de la entidad fundada en 1881 por más de un centenar de empresarios del sector textil ha sido una cuestión de tamaño que pueden cuantificar: en 1986 el banco tenía activos por valor de 2.953 millones de euros y en el 2019 sumaba 222.809 millones y era el quinto banco del mercado español. Esa competición construida a lo largo de 20 años --Oliu cumplió en diciembre del pasado año dos décadas al frente del Sabadell-- se resume a golpe de adquisición. Desde la compra del Banco Natwest España a la del TSB británico, la entidad ha engordado su balance a fuerza de compras impulsadas por el propio Oliu: Banco Urquijo, Banco Atlántico, Guipuzcoano y CAM, entre otros, se han incorporado a la disciplina de Oliu en estos años.
Catedrático de Teoría Económica y doctor por la Universidad de Minnesota, Oliu es banquero de raza. Su padre fue consejero y director general, hasta que él lo sustituyó en 1990. Antes, se rodó en la administración. Ocupó los cargos de director de planificación del INI entre 1984 y 1986 y director de estudios y estrategia de este organismo entre 1983 y 1984. El 11 de noviembre de 1999 el consejo de administración del Sabadell le nombró como presidente en sustitución de Corominas, que llevaba en el cargo desde 1976. Oliu llegó a la presidencia con el proyecto de sacar el banco a bolsa --ocurrió en el 2001--, diseñado por él personalmente, lo que dejó claro el carácter ejecutivo que iba a imprimir a la presidencia, que hasta entonces había tenido un cariz más honorífico. Convenció a un grupo de industriales, José Manuel Lara (Planeta), Isak Andic (Mango), Héctor Colonques (Porcelanosa), entre otros, para que le acompañara como núcleo estable del banco en el nuevo periplo. Pero no consiguió compensar el esfuerzo inversor que estos hicieron con la revalorización de las acciones que el propio Oliu esperaba. Los socios fueron abandonado progresivamente ese barco, mientras que Oliu no se ha quitado la espinita de la pérdida de valor en bolsa, pese a los esfuerzos por ganar tamaño.
La presión de seguir creciendo
El ideario del tamaño ha seguido vigente, pese a la mala experiencia registrada con la compra del TSB británico. Con o sin la presión de los supervisores para la consolidación bancaria, el Sabadell no ha dejado de intentarlo. Tanteó una alianza con Bankia, que no salió, pero también con Kutxabank y otras entidades medianas, sin éxito. Y claro, probó la unión con CaixaBank antes de que esta prefiriera la 'boda' con Bankia.
La culminación de esa alianza dejó al banco de Oliu en tierra de nadie: compuesto y sin la posibilidad de liderar una fusión. Ni siquiera sirvieron los esfuerzos realizados para mejorar su solvencia, después de que en febrero del 2019 el BCE le pidiera que fortaleciera el capital. El banco lo hizo con la venta de activos valorados en más de 12.500 millones. Se desprendió de carteras de crédito, de Solvia -el 'servicing' inmobiliario del banco--, de la promotora inmobiliaria, y además de su gestora de bolsa para conseguir una ratio de capital CET1 del 12,9% a cierre de septiembre de este año.
"Tengo la impresión de que a todos nos llega el día de confrontar nuestros propios límites. Es bueno reconocerlo para enfocar nuestra actividad hacia donde nuestro esfuerzo pueda tener más recompensa", escribió Oliu para el libro 'El que mou la meva vida' ('Lo que mueve mi vida'), publicado por editorial Plataforma. Y aunque no se refería en ese fragmento a su carrera en la presidencia del banco, puede que ilustre los límites del proyecto que emprendió en 1986, que puede concluir con la integración del Sabadell en el BBVA. Aunque con 71 años de edad, Oliu no aspira a que su carrera de banquero acabe aquí. "Creo que no piensa en la retirada cuando se produzca la integración", explican fuentes de su entorno. Pero ya no será su proyecto.
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