RESCATE BANCARIO

El Estado solo ha ingresado 346 millones por los 24.069 inyectados a BFA-Bankia

Rodrigo Rato, presidente de Bankia.

Rodrigo Rato, presidente de Bankia.

Pablo Allendesalazar

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La factura final para las cuentas públicas del rescate de Bankia es todavía incierta ocho años después de su nacionalización, si bien las autoridades económicas españolas llevan años admitiendo de forma más o menos velada que se saldará con pérdidas millonarias. Lo que sí es seguro es que el Estado solo ha ingresado 346 millones de euros por los 24.069 millones que inyectó en el grupo, lo que equivale a un 1,4% de las ayudas aportadas. Bankia ha devuelto otros 3.303 millones, pero esos fondos nunca han llegado a las arcas públicas porque han servido para cubrir las abultadas pérdidas acumuladas por su matriz BFA desde el 2015 a causa del desplome en bolsa de su participada.

El grupo todavía bajo control público, hasta su próxima integración en CaixaBank, tiene una estructura doble. Por encima está BFA, entidad poseída al 100% por el Estado y que tiene una participación del 61,77% de Bankia. La primera recibió 11.804 millones del rescate y el banco cotizado que se va a fusionar con la entidad de origen catalán los 12.265 millones restantes (incluyendo los recibidos por la también nacionalizada BMN, a la que absorbió en el 2017)

BFA ha obtenido esos 3.303 millones de Bankia por distintas vías. Por una parte, la primera ha cobrado 1.180 millones de su participada en dividendos entre el 2014 y el 2019. Adicionalmente, BFA vendió un 7,5% de las acciones de su filial en el 2014 por 1.304 millones de euros con 487 millones de plusvalías (beneficio logrado por obtener un precio de venta superior al valor al que tenía contabilizados los títulos) y otro 7% en el 2017 por 818 millones con 34 millones de plusvalías.

Dividendo suspendido

El plan de reestructuración del grupo, aprobado por la Comisión Europea como condición para inyectarle las ayudas europeas, establecía que BFA comenzara a pagar dividendos a partir del 2014 al estatal Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) como vía para que empezara a devolver las ayudas. El documento, sin embargo, le eximía de hacerlo si "a juicio del organismo supervisor o de la propia entidad, dicho pago podía poner en riesgo la posición de solvencia del Grupo BFA en los próximos años". La entidad ha ido solicitando y obteniendo esa dispensa de las autoridades desde entonces por considerar "más prudente continuar acumulando capital". De hecho, tampoco tiene previsto devolver ayudas este año.

La razón es el deterioro de la situación patrimonial de BFA. Tras obtener beneficios en el 2013 y el 2014, la matriz acumula unas pérdidas de 7.824 millones de euros desde el 2014. Solo en el primer semestre de este año, ha registrado unos números rojos de 1.698 millones. En consecuencia, su patrimonio neto ha bajado desde los 9.901 millones del 2014 a 3.163 millones al cierre del pasado junio, un 68% y 6.738 millones menos. Los 3.303 millones obtenidos de Bankia, así, han servido para que las pérdidas en la cuenta de resultados de BFA no erosionasen aún más su solvencia, lo que ha impedido que el grupo comenzara a devolver su rescate a las arcas del FROB. 

Caída en bolsa

Los abultados números rojos registrados por BFA en los últimos años se deben principalmente a la caída en bolsa de Bankia, ya que es el principal activo que tiene en su balance y ha sufrido, como el resto de bancos pero en mayor medida, el impacto de los bajos tipos de interés con los que el Banco Central Europeo (BCE) lleva años tratando de reactivar la economía de la eurozona. La normativa contable obliga a la matriz a recoger en su cuenta de resultados como pérdidas o ganancias las fluctuaciones en el valor de su participada. Al cierre del pasado junio, BFA contaba básicamente con dicha participación (valorada entonces en unos 1.880 millones), los bonos que recibió del banco malo Sareb a cambio de sus activos inmobiliarios tóxicos en el 2012 (unos 1.770 millones) y activos fiscales diferidos (derechos al menor pago futuro de impuestos, valorados en más de 600 millones). 

El otro elemento que explica las pérdidas y la erosión patrimonial de BFA es que ha tenido que devolver 3.800 millones a los propietarios de preferentes  y a los accionistas minoritarios de la salida a bolsa del 2011, que perdieron su dinero con la nacionalización del 2012. Estas dos partidas no se contemplaron cuando se calculó el nivel de ayudas públicas que iba a recibir el grupo.

Esperanzas en nueva CaixaBank

Así las cosas, el Estado solo ha ingresado por el momento 346 millones por aquel rescate. Se corresponden con los intereses que cobró por los 5.380 millones de euros en preferentes que inyectó en el grupo en el 2010 (son títulos híbridos que contabilizan como capital pero pagan rendimientos como si fueran deuda). La nacionalización del conglomerado en el 2012, tras la sustitución de Rodrigo Rato por José Ignacio Goirigolzarri, obligó a amortizar dichos títulos e inyectar capital en forma de acciones, con lo que no ha habido pago de intereses adicionales.

Descontando la devaluación bursátil de Bankia, BFA hubiera ganados unos 220 millones en el primer semestre. Desde el cierre de junio, las acciones del banco han rebotado en torno a un 30%, lo que se plasmará en forma de beneficios en las cuentas semestrales de su matriz. Ello viene a demostrar que la devolución final de ayudas que logre el Estado depende ahora fundamentalmente de la evolución bursátil y de resultados que logre la nueva CaixaBank una vez absorbida su competidora, una entidad en la que el sector público conservará de entrada con una participación de en torno al 16%. 

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