sector financiero

El semáforo de la competencia bancaria seguirá en naranja pese a las fusiones

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Pablo Allendesalazar

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Puede parecer contraintuitivo, teniendo en cuenta que el número de bancos relevantes ha pasado de 45 a 12 desde el estallido de la anterior crisis financiera, pero el nivel de competencia bancaria en España sigue sin ser preocupante para las autoridades. El semáforo que utilizan para medir el grado de competencia en el mercado se elevó hace dos años por primera vez del color verde al amarillo. Lo más relevante, sin embargo, es que no alcanzará el nivel rojo de alerta pese a la nueva oleada de fusiones, según los cálculos que se manejan en el sector.

Los principales organismos de defensa de la competencia del mundo utilizan el índice de Herfindahl e Hirschman (más conocido por HHI por sus siglas en inglés) para analizar la situación de un mercado y aprobar o no las operaciones de fusión que se les presentan. Se calcula elevando al cuadrado la cuota de mercado que cada empresa posee y sumando esas cantidades, con lo que se da más peso a las compañías más grandes. Un valor máximo de 10.000 implica que se produce un monopolio.

Como regla general, el Banco Central Europeo (BCE) estima que un nivel inferior a 1.000 implica una baja concentración, mientras que una cota de entre 1.000 y 1.800 la considera de concentración media, y por encima de 1.800 la ve de alta concentración. La normativa de competencia europea del 2004, por su parte, entiende que un nivel inferior a 2.000 no es alarmante. Así, apunta que "es improbable que la Comisión encuentre problemas de competencia" en una fusión que dé lugar a un nivel de entre 1.000 y 2.000 con un incremento del índice inferior a 250, o de más de 2.000 con un aumento de menos de 150. En Estados Unidos, por su parte, un nivel de menos de 1.500 implica que el mercado está "desconcentrado"; entre 1.500 y 2.500 supone que ya está "moderadamente concentrado"; y por encima de 2.500, "altamente concentrado".

Creciente pero moderado

En 1997, primer año del que el BCE ofrece datos, el sector financiero español presentaba una muy baja cota de 277, que en la década siguiente creció de forma moderada hasta los 459 del 2007. La crisis financiera y la consiguiente desaparición de decenas de entidades absorbidas por otras más fuertes lo disparó hasta los 1.110 al cierre del año pasado. Es decir, que el semáforo se situó en naranja por segundo año consecutivo, pero lejos de los 1.800 puntos que marca la frontera con el rojo.

Las fusiones en curso (CaixaBank y Bankia), en negociación (Unicaja y Liberbank) y rumoreadas (Sabadell con BBVA o, incluso, Santander) van a intensificar el tono anaranjado, pero sin que llegue a ser colorado. La unión de CaixaBank y Bankia sumará 200 puntos y la de Unicaja y Liberbank otros 7, mientras que una hipotética integración del Sabadell con el BBVA añadiría 235 y con el Santander 386. En el primer escenario, el índice subiría a 1.552 puntos y en el segundo a 1.703, todavía por debajo de los 1.800. Así las cosas, parece que solo si se produjeran fusiones adicionales entre las grandes entidades resultantes se pasaría a un nivel de concentración preocupante.

Apoyo supervisor

Este análisis es, en parte, lo que explica que el BCE y el Banco de España lleven años instando a un mayor proceso de concentración (en el caso del organismo español, desde el 2015) para que los bancos ganen eficiencia recortando oficinas y plantilla (tras ajustarlos un 49% y un 34% desde los máximos del 2008) y mejoren así su rentabilidad golpeada por los bajos tipos de interés. El gobernador, Pablo Hernández de Cos, volvió a insistir este martes en que las fusiones "pueden ser un mecanismo para fortalecer a las entidades y el sistema". Asimismo, negó que haya un problema de competencia con dos argumentos: si hubiera excesiva concentración, los márgenes de las entidades no estarían bajando "de forma significativa" y los bancos no estarían abaratando de forma "muy rápida" sus créditos como reflejo de las medidas de política monetaria del BCE. La entrada de nuevos competidores digitales, añadió, también lo evita.

Pese a todo, hay dos aspectos en lo que sí podrían producirse problemas. Uno es el acceso al crédito de las empresas (sobre todo pymes y autónomos, porque las grandes pueden financiarse en el mercado vía deuda), ya que en torno a un 80% manifiesta trabajar con más de un banco, con lo que su oferta se vería reducida si el número de estos disminuye. El otro factor es la concentración excesiva ya no a nivel español sino en ciertas provincias, donde las cuotas de mercado del primer operador pueden llegar a superar el 40% o incluso el 50%. Son dos aspectos que tendrá que analizar la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) al valorar la unión de CaixaBank y Bankia. Sin embargo, en el sector no se espera que ponga ninguna pega o como mucho alguna condición menor de reducir cuota en algún segmento en cierto plazo.

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