política monetaria

El BCE insiste en que está listo para volver a actuar por el coronavirus

Christine Lagarde, en su comparecencia en el Parlamento Europeo.

Christine Lagarde, en su comparecencia en el Parlamento Europeo. / periodico

Silvia Martinez

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El diagnóstico de la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, no ha cambiado desde su último diálogo monetario con la comisión de asuntos económicos del Parlamento Europeo: la recuperación de la eurozona "sigue siendo incompleta, incierta y desigual" por lo que el uso de esquemas nacionales de conservación de empleo, como los erte, y de avales públicos, para garantizar que los préstamos sigan llegando a las empresas, son de "vital importancia" para reducir la incertidumbre y aliviar el impacto de una pandemia del covid que sigue sintiéndose con fuerza.

Pese al rebote de la actividad registrado durante el tercer trimestre del año y que el gasto de consumo se ha reactivado de forma significativa, “los consumidores siguen siendo muy cautos” a la hora de gastar “debido a la ansiedad que genera el empleo y las perspectivas de ingresos”, sostiene Lagarde. Y lo mismo ocurre con las empresas. La inversión ha empezado a crecer pero la debilidad de la demanda y la elevada incertidumbre continúan pesando en los planes inversores de las empresas. 

En este contexto, apunta la máxima responsable de la entidad bancaria europea, “los esquemas de mantenimiento del empleo y las garantías nacionales a los préstamos bancarios -por medio de entidades como el ICO- siguen siendo factores fundamentales para reducir la incertidumbre y aliviar el impacto de la pandemia”. Es más, empezar a retirar o limitar este tipo de instrumentos de apoyo ahora sería, a juicio de la francesa, “contraproducente” porque “no hemos salido de las dificultades” ni “estamos fuera de peligro” mientras que “el apoyo fiscal es absolutamente necesario” y tiene que seguir yendo “mano a mano” con las políticas monetarias.

Por ello, “mi recomendación a las autoridades fiscales es que sean extremadamente graduales y prudentes a la hora de retirar los varios sistemas de apoyo que han puesto en marcha”, ha insistido. Según Lagarde, la fortaleza de la recuperación dependerá en buena medida de la evolución del coronavirus y del éxito que tengan las medidas de contención puestas en marcha por los gobiernos por lo que la crisis sanitaria “seguirá pesando en la actividad económica y plantea riesgos a la baja para las perspectivas económicas”.

Inflación, en negativo

Según las previsiones del BCE, el Producto Interior Bruto de la Eurozona caerá este año un 8%, aunque crecerá un 5% en 2021 y un 3,2% en 2022. Hasta finales de ese año, no obstante, no alcanzará el nivel previo a la pandemia. También la inflación seguirá muy por debajo del nivel objetivo del BCE, por debajo pero cerca del 2%. En agosto se situó en el -0,2% y según las previsiones seguirá en terreno negativo durante los próximos meses reflejo de los efectos del declive de los precios de la energía. 

De ahí que la entidad con sede en Frankfurt está “preparada” para “ajustar todos sus instrumentos” si es necesario “para asegurar que la inflación se mueve hacia el objetivo de modo sostenido, en línea con el compromiso a la simetría”. Algo que ya hicieron en junio pasado cuando aumentaron en 600.000 millones de euros -hasta 1,35 billones de euros- el programa de compras de emergencia frente a la pandemia (PEPP en sus siglas en inglés), que se mantendrá al menos hasta finales de junio de 2021 o que el consejo de gobierno del BCE juzgue que la crisis del coronavirus ha terminado.

“Claramente estamos muy lejos del objetivo” pero “no somos complacientes y lo hemos demostrado en la recalibración de los instrumentos”, ha esgrimido Lagarde insistiendo en que seguirán prestando mucha atención toda la información que llegue, incluyendo el tipo de cambio en relación a las implicaciones a medio plazo de las perspectivas de la inflación.