la salida de la crisis

La factura por la pandemia será elevada para el automóvil

Las fábricas de Seat y Nissan, a punto de arrancar de nuevo

Las fábricas de Seat y Nissan, a punto de arrancar de nuevo / periodico

Xavier Pérez

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La pandemia del coronavirus sigue pasando factura. El descontrol sanitario, industrial y social provocado desde la plena irrupción de virus en marzo sigue afectando a todos los sectores de la economía, especialmente al del automóvil. No es nuevo. La automoción afrontaba un 2020 complicado con el descenso de las ventas, la transformación hacia el vehículo eléctrico y con la entrada en vigor de la reducción de emisiones a los 95 gramos de CO2 por kilómetro (y las consiguientes multas por no cumplir). A todo ello, el covid-19 ha llegado para para trazar un escenario muy difícil.

Todas las previsiones para este año,  tras un verano díscolo,  apuntan a un descenso de las ventas cercano al 30% en Europa, una cifra similar a la que se espera para el mercado estadounidense. Las cifras no mienten. La empresa de servicios de auditoría y consultoría EY refleja en un estudio que 17 mayores fabricantes del mundo redujeron un 39% sus ventas en el segundo trimestre del año, y un 41% sus ingresos. “El sector ha pasado de un beneficio operativo de 21.800 millones de euros en el segundo trimestre de 2019 a registrar pérdidas de 10.800 millones entre abril y junio de este año”, apunta el estudio. Una rápida estimación señala un retroceso de los ingresos este año de 435.000 millones de euros.

En otro análisis presentado por la consultora Oliver Wyman, siguiendo con la tendencia que se apunta en este año de pandemia, se señala que la venta de coches nuevos caerá entre el 16 y el 27 % en Europa y Estados Unidos en 2020, mientras que el mercado del vehículo usado cerrará este año con pérdidas en su valor residual de entre 5.100 y 6.800 millones de euros.

En esta misma línea se manejan los datos de ACEA, la asociación europea de fabricantes de automóviles, y de Anfac (la asociación española) que estiman una caída entre el 30 y el 35%. En los ocho primeros meses del año el descenso de las ventas europeas se colocó en una media del 32%, una cifra que en España llegó al 40,6%. Preocupante, sobre todo viendo que en plena crisis se llegó al récord de caída del 54,2% entre los meses de enero y mayo (niveles del peor escenario en el año 2013).

En manos de los planes de ayuda

Desde la asociación española confían en las medidas de apoyo del Gobierno para la reactivación del sector, con ayudas directas ya sea a través del Plan Moves o del Plan Renove (aunque su implementación eficiente está tardando más de lo previsto).

El primero está gestionado por las comunidades autómas y no todas lo han activado a una semana de su cierre, mientras que el segundo acaba en diciembre y el Gobierno no ha desarrollado al completo la aplicación para solicitarlo. Pese a que las cifras de agosto no invitan al optimismo (-10,1%), la creencia es que el último trimestre servirá para reactivar el mercado.

El cliente podría beneficiarse de las ayudas a la compra y se espera que el ‘efecto 95 gramos’ haga subir un poco más las ventas. El cambio de normativa de emisiones hará que por un lado los concesionarios y los fabricantes quieran dar salida a los modelos que cambiarán de registro con la nueva norma. Al modificarse el límite de emisiones muchos vehículos deberán cambiar su impuesto de matriculación. Con ello los precios, se quiera o no, subirán en torno al 4%, y es por ello que en los últimos meses del año se espera un ligero repunte del mercado. 

Según una encuesta realizada por la aseguradora Mapfreun 83% de los españoles que tenían previsto comprar un automóvil pospondrá esta decisión por la incertidumbre económica provocada por la crisis el coronavirus. El 43% de los españoles retrasará al menos una decisión de compra importante, siendo el automóvil el más perjudicado. Un estudio de McKinsey & Company establece que tras la crisis los consumidores reducirán sus gastos entre un 40 y un 50%.

Más caros, menos recaudación

Hay que tener en cuenta, también, que en lo que va de año 2020 el precio medio de los vehículos nuevos en España ha subido un 6% (hasta los 18.983 euros). No hay que perder de vista que la media de emisiones en España sigue estando lejos de esos 95 gramos previstos por la Unión Europeas. Entre enero y agosto solo se bajó la media un 6,5% quedando en 114 gramos por lo que aún hay trabajo por hacer.

Ese descenso prolongado de las ventas vendrá acompañado de una caída de los ingresos por impuestos. Las cifras de 2020 acumuladas son alarmantes. Según los datos facilitados por la Agencia Tributaria, desde enero a agosto, la tasa del impuesto de matriculación (que está transferido a las comunidades autónomas) supuso una recaudación de 231,17 millones de euros, lo que supone un 42,75% menos que en el mismo periodo del año anterior. La cuota media por vehículo nuevo matriculado es del 390 euros, un 17,7% menos. En 2019 se recaudaron 616 millones de euros y este año podría cerrarse con unos 184 millones menos.

Es por ello que el escenario que se vislumbra este año precisa de un reajuste en los últimos meses para tratar de equilibrar la balanza entre las ayudas gubernamentales y los ingresos por impuestos.

El descenso de la producción

Del mismo modo que las ventas y los impuestos registran caída este año ‘pandémico’, la producción de vehículos va a la par. España es uno de los países con mayor índice de producción de Europa y el efecto de la crisis sanitaria se ha llevado por delante un buen pellizco de volúmenes fabricación. La estimación para este año es que las plantas instaladas en suelo europeo registren un descenso de la productividad en torno a los 3,6 millones de vehículos, según datos de ACEA.

España fue uno de los países europeos en los que más cayó la producción de vehículos durante el primer semestre del año, con 693.768 unidades menos, situándose solo por detrás de Alemania, el país europeo que más vio reducir su fabricación de vehículos, con 956.090 unidades. En lo que llevamos de año las factorías españolas han ensamblado 1,27 millones de vehículos, un 32,7% menos que entre enero y agosto del pasado año.

Desde Anfac reconocen que "el mercado español es el que más despacio se está recuperando de los países de su entorno e impide que la producción se recupere a mejor ritmo. Uno de cada cuatro vehículos fabricados en España se queda dentro de nuestras fronteras, por lo que es necesario aumentar también la demanda en el país para que las fábricas se recuperen”.

Las exportaciones también se están resintiendo por la pandemia. Los mismos datos proporcionados por la asociación de fabricantes españoles, apunta a que España envió fuera de sus fronteras 1,08 millones de unidades, lo que supone un recorte con la cifras de 2019 en torno al 29,6%.  No obstante, la mayoría de las fábricas españolas están recuperando los ritmos de producción previos a la pandemia. Seat en Martorell y las plantas del Grupo PSA son las primeras en ir retomando la frecuencia productiva.

El efecto sobre la movilidad

Lo que está claro es que la pandemia modificará, no solo el volumen de ventas, impuestos y producción, sino que también incidirá en los sistemas de movilidad y las preferencias de los usuarios. Además, las políticas locales y nacionales tras los efectos del coronavirus pueden actuar de resorte para cambiar muchos hábitos.

En el estudio publicado el pasado mayo por Mckinsey & Company sobre soluciones de movilidad para después del covid-19, señala que el transporte público sufrió un descenso de ocupación entre el 70 y el 90% en la mayoría de las ciudades del mundo, y ahora está costando recuperar la confianza en este medio, algo que puede beneficiar a los fabricantes de automóviles como apuntó esta semana Herbert Diess, presidente del Grupo Volkswagen, en la proclamación de Wayne Griffiths como presidente de Seat y Cupra.

 “Se asume que muchas de las medidas tomadas se van a quedar, sosteniéndose en la reducción de los accidentes y el descenso de la contaminación. Las ciudades deberán adoptar un punto de vista coherente para el futuro”, apuntan desde McKinsey. En este sentido se da la paradoja que en ciudades como Barcelona se une el descenso del uso del transporte público (por miedo al contagio) al incremento de las restricciones al tráfico y se castiga el uso del vehículo privado, algo que implica un notable descontento ciudadano.

Según este estudio de la consultora estratégica global, la ‘normalidad’ no se restablecerá en 2025, y para entonces se habrán modificado algunas conductas y puede que el escenario de la movilidad sea distinto. En estos próximos dos años muchas plantas de producción deberán ajustarse a la demanda, lo que provocará algunos despidos, además de un nuevo calibraje del nivel de ayudas estatales para mantener fuerte a la industria del automóvil. En un primer momento la tecnología y la inversión en el vehículo autónomo se verán pausados para centrar los recursos en la obtención de liquidez a corto plazo por parte de los fabricantes.

Consideran que habrá un menor uso del vehículo para el desplazamiento diario ante la consolidación del teletrabajo en muchos empleos, aunque paralelamente aumentará el uso del vehículo privado frente al transporte público. El cierre al tráfico de los centros urbanos también condicionará, aunque con poco impacto, la recuperación del sector.

La única percepción positiva es que, al contrario de la crisis de 2007, que fue más coyuntural (especialmente la construcción), esta se ha dado en todos los sectores y se estima que el punto de partida para la recuperación es mejor. Las empresas españolas presentan un endeudamiento sustancialmente inferior al que registraban en 2007, lo que las sitúa en línea con la media europea.

Los hogares españoles también han reducido notablemente su nivel de endeudamiento durante este período. Sin embargo, hay un aspecto que puede truncar la recuperación y es que el gobierno ha seguido una trayectoria distinta, aumentando su relación entre deuda y PIB en más de cincuenta puntos porcentuales, superando la media del endeudamiento soberano de Europa en casi veinte puntos.

Desde la consultora McKinsey & Company han elaborado varios escenarios macroeconómicos junto a  Oxford Economics. Estiman que el PIB español podría caer, en términos reales, entre el 5,7% y el 13,5% en 2020, comparado con un rango de entre el 5,2% y el 11,1% en la eurozona, y entre el 2,7% y el 6,5% a escala mundial. Este estudio vaticina una recuperación del PIB anterior a la crisis para finales de 2023. No obstante, también señalan que “la velocidad de recuperación de 2021 en adelante es incierta”.

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