retraso en las salidas

Los cruceros siguen en dique seco

Cruceros en el puerto de Barcelona.

Cruceros en el puerto de Barcelona. / periodico

Eduardo López Alonso

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La compañía de cruceros MSC ha vuelto a posponer la salida de cruceros por la pandemia de coronavirus. La compañía, que se había mostrado hasta ahora como la más proactiva del sector en el intento de vuelta a la normalidad, ha tenido que rendirse a la gravedad de la situación. Según un comunicado en su página web, "a raíz de la emergencia de salud global del virus covid-19, en MSC Cruceros hemos decidido ampliar la suspensión de todos nuestros cruceros hasta el 31 de octubre del 2020".  Pese a que esa nota parecía indicar la paralización total de sus actividades, lo cierto es que en aclaración posterior, tras la publicación, la compañía aseguró que esa drástica medida se refiere a las operaciones en el Caribe. En el Mediterráneo se ha decidido posponer la salida de uno de sus cruceros prevista para el 29 de agosto hasta el 26 de septiembre. Es un nuevo retraso, que apunta a que será difícil restablecer la normalidad hasta el año que viene. 

Aunque no se descarta que buques de MSC y Costa Cruceros intenten alguna salida más antes de final de año, lo cierto es que las tentativas de normalidad han sido un fracaso y con riesgos inasumibles por parte de las compañías y los clientes. La mayoría de las grandes embarcaciones permanecen fuera de servicio, atracados en puertos de todo el mundo y es poco probable que vuelvan a navegar hasta el 2021, según la mayoría de los expertos. El 'MSC Grandiosa' lleva navegando 10 días por el Mediterráneo en un intento de devolver la normalidad a un sector en situación compleja. En las actuales circunstancias, cualquier viaje en crucero se transforma en análisis de sangre, controles diarios de temperatura, desinfección de manos, mascarilla y distanciamiento social, Lo contrario de la esencia este tipo de viajes en los que la relación interpersonal es fundamental.

Algunos buques, como el 'Scarlet Lady Virgin Voyages' de Richard Branson, ni siquiera han tenido su viaje inaugural. La era de los gigantes del mar, embarcaciones con todas las comodidades y lujos, se enfrenta a la peor crisis de su historia. Sobran los barcos y faltan los viajeros. El fantasma de la reconversión está cada vez más cerca. 

En junio pasado, el gigante de cruceros Carnival Corporation anunció planes para retirar al menos seis cruceros de su flota. La compañía registró unas pérdidas de 4.400 millones de dólares en el segundo trimestre del 2020. El operador británico Cruise and Maritime Voyages entró en bancarrota en junio, con el futuro incierto de su flota. Holland America también anunció planes para deshacerse de cuatro de sus 14 barcos: 'Amsterdam', 'Maasdam', 'Rotterdam' y 'Veendam'. Encima el crucero se ha convertido en el paradigma del error medioambiental, foco de contaminación y de falta de sostenibilidad, un ejemplo del turismo insostenible. 

Pérdidas

El sector de los cruceros en Europa representa un volumen de negocios de 14.500 millones de euros  al año y cerca de 53.000 empleos, según la Asociación Internacional de las Compañías de Cruceros (CLIA), que estima en cerca de 25.500 millones de euros las pérdidas generadas en Europa debido a la interrupción de los cruceros.

La industria de cruceros se ha visto perjudicada por la crisis económica derivada de la crisis sanitaria, pero también por las críticas sobre su gestión de la epidemia a bordo de los buques en el momento de los primeros casos. La vapuleada industria de los cruceros no está en condiciones de asumir el riesgo de pago de indemnizaciones en el caso de un contagio masivo en alguno de sus barcos. 

Según datos de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, suministrados por la CLIA, hasta principios de verano se registraron 3.047 casos de coronavirus en cruceros en todo el mundo, con 73 fallecimientos. Ni con medidas de esponjamiento y reducción de pasaje se puede solucionar el asunto. Los espacios parcialmente cerrados como los cruceros entrañan un riesgo de contagio mayor, aunque las medidas de seguridad intenten minimizar las posibilidades.