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Catalunya ¿de protagonista a actriz de reparto?

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Agustí Sala

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Catalunya mantiene el mismo peso en la economía española, entre el 18% y el 19% del producto interior bruto (PIB), desde antes de la guerra civil, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y los que Julio Alcaide incorporaba en el estudio 'La evolución económica de las regiones y provincias españolas del siglo XX', de la Fundación BBVA. Pero, tras mucho tiempo de ser líder, sucede que otro vehículo que viene detrás aprieta el acelerador y adelanta.

Eso es lo que sucedió con la Comunidad de Madrid en el 2018 (ya había pasado en el 2012 y el 2013) y lo que se ha consolidado en el 2019, según los datos de la <strong>contabilidad regional que elabora el INE</strong> dados a conocer esta semana. El famoso 'sorpasso' se afianza además, con una Catalunya estancada en el 19% y una comunidad capitalina que ha escalado hasta el 19,3% frente al 19,2% del 2018 en un proceso que viene de muy atrás, como puede verse en los datos desde 1930, antes de la guerra civil, cuando apenas llegaba al 8% del PIB total. Y sigue ganando velocidad.

Puede que el 'procés' haya ayudado a llegar a este cambio en el podio, la tendencia viene de muy atrás y se aceleró a principios de los 2000 cuando coincidió una corriente globalizadora con otra centralizadora en lo politico por el socialista Felipe González y especialmente por el popular José María Aznar, explica Antón Costas, catedrático de Política Económica de Universitat de Barcelona (UB) y presidente de la Fundació Cercle d'Economia. Y esa concentración de poder político y econónico y de órganos de contratación en Madrid tiene como consecuencia que "los contratos se asignan mayoritariamente a empresas de la capital",  como afirman los autores del estudio 'Madrid, capitalidad, economía del conocimiento y competencia fiscal', del Laboratorio de Análisis de Políticas Públicas (IvieLAB) de la Generalitat Valenciana. Como un pez que se muerde la cola.

Y se ha traducido también en mayores inversiones en infraestructuras para la caital, "en detrimento de otras conexiones con más tráfico, que siguen postergadas, como el Corredor Mediterráneo", según el mismo estudio. Basta con analizar la diferencia entre las obras presupuestadas y las realmente ejecutadas por el Estado en Catalunya, como destaca el último informe de la Cambra de Comerç de Barcelona. En esta crítica coinciden entidades con posiciones muy diferentes en otras materias. Y eso es lo que llevó hace una 13 años a la cumbre de empresarios en el IESE de Barcelona en defensa de una gestión autónoma del aeropuerto y de mayores conexiones internacionales.  

Uno de los grandes errores de principios de los 2000 fue que Endesa no ubicara su sede en Barcelona tras absorber a Fecsa. El proyecto al que era favorable el presidente de la eléctrica, Rodolfo Martín Villa, se cayó finalmente de los famosos pactos del Majestic que sellaron Aznar y el entonces 'president' y líder de CiU, Jordi Pujol, recuerda Costas. Tampoco los 'empresarios catalanes de toda la vida' participaron en las privatizaciones de grandes compañías públicas. Probablemente siguiendo esa vieja tradición que criticaba el difunto presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara, de preferir ser cabeza de ratón que cola de león o lo que decía su padre: "Prefieren tener el 100% de un quiosco en La Rambla que el 5% de El Corte Inglés".   

La verdad es que, en lugar de ganar grandes grupos que atraigan a otros, como sucede con Inditex (Galicia) o Mercadona (València), Catalunya no ha dejado de perderlos. "¿Qué 'pals de paller' (grandes tractores o banderines de enganche) nos quedan en Catalunya?", se preguntan los analistas. En los últimos años, además del traslado de sedes sociales fuera de la comunidad se han vendido desde grandes grupos familiares, como <strong>Cirsa</strong>, <strong>Freixenet</strong>, <strong>Codorniu</strong> o <strong>Amplifón</strong>, a multinacionales que antes tenían a La Caixa como principal accionista, como Abertis.

El presidente del Cercle d'EconomiaJavier Faus, cuya entidad insistió hace unos días en la necesidad de frenar "<strong>la deriva centralista</strong>" y aprovechar la transformación que podrá apoyarse en <strong>los 140.000 millones que llegarán a España</strong> en fondos europeos europeos para reequilibrar el poder económico, afirmaba en la reunión anual de este organismo el año pasado (aún no era presidente) que "Catalunya tiene hoy el mismo peso en el PIB español que en la década de 1940 –alrededor de un 19%–". Y, a pesar de ello, "percibimos que hemos perdido relevancia. ¿Por qué? Porque Madrid ha doblado su peso relativo en el PIB no a costa de Catalunya, sino del resto de comunidades autónomas·", especialmente de las que tiene alrededor.

Es lo que Costas denomina el 'efecto sede'. La capital de España se beneficia de un mayor peso de la terciarización (servicios) y la concentración de negocios con más o menos regulación, así como de las sede de las antiguas compañías públicas y los organismos reguladores. El Cercle d'Economia ya advertía en el 2001 de esa concentración de poder. De hecho estaba tan asentada que el tímido intento de situar la sede de la antigua Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) en Barcelona fruto de un pacto en el 2004 entre los presidentes socialistas del Gobierno y de la Generalitat, José Luis Rodríguez Zapatero, y Pasqual Maragall, la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, lo tachó de "deportación". Y en el 2006 logró que el Tribunal Supremo lo invalidara.  

Y lo mismo sucedió con la opa que Gas Natural (hoy Naturgy) lanzó sobre Endesa en el 2004. Quien entonces presidía la eléctrica, Manuel Pizarro, esgrimió un ejemplar de la Constitución para defenderse de la operación empresrial, convertida en una guerra económico-política avivada por un PP de Mariano Rajoy que se dedicaba a recoger firmas por toda España contra el Estatut

Además Madrid inició a comienzos de los 2000 una política de rebajas fiscales que comenzó con el impuesto de sucesiones en el 2003, se propagó por otras comunidades populares y acabó extendiéndose al impuesto del patrimonio y a al tramo autómico del IRPF. Estas medidas han atraído a numerosos directivos. Según el etudio de IvieLAB, Madrid ha ganado desde el 2009 cerca de 100.000 nuevos contribuyentes, sobretodo de ingresos altos, que son los mejor tratados en la capital. En Catalunya, los tributos, en cambio, han subido, con, por ejemplo, los tipos del IRPF de los más altos de España

Madrid encabeza en la actualidad el PIB per cápita, con 35.876 euros, el 35,7% por encima de la media española, con gran peso y atracción de ocupaciones de alto nivel de cualificación y salarial. Catalunya es la cuarta, superada por Euskadi y Navarra, con 31.110 euros, el 17,7% por encima de la media, pero perdiendo fuelle.  En los últimos años, Madrid ha crecido más que Cataluya. Lo reconoce Joan Ramon Rovira, responsable de estudios de la Cambra de Barcelona. Según el INE, en los últimos 10 años, Madrid ha crecido siete décimas más que Catalunya, una media del 1,8% frente al 1,1%.   

En todo caso, Catalunya mantiene casi inalterada su participación, gracias a la industria y las exportaciones, que pesan más que la media española, pero también se ven más afectadas cuando hay crisis. Rovira advierte a su vez de que el ascenso madrileño y la concentración política y económica la que más la padece es la denominada España vaciada, que son autonomías que la rodean, como Castilla-La Mancha o Castilla y León o Extremadura.

En el caso de Catalunya, lo que preocupa es la ruptura de puentes entre la Generalitat y las empresas, que es algo que existía, por ejemplo, con sus más y sus menos, en la época de Pujol. Eso puede debilitar la capacidad catalana de aportar proyectos que puedan financiarse con los fondos europeos acordados la semana pasada, explica Costas. A juicio de Rovira, la opción que tiene Catalunya es "aprovechar las ventajas con las que cuenta como sede de 'start-ups', de actividades de ciencias de la salud..." Y para ello es preciso reforzar y atraer negocio de, por ejemplo, capital riesgo territorio en el que queda mucho camino por recorrer.    

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