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Poder europeo con techo de cristal

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Agustí Sala

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El relevo de Christine Lagarde por la búlgara Kristalina Georgieva, que era directora del Banco Mundial, al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI) para que la primera pasara a presidir el Banco Central Europeo (BCE) supuso el pistoletazo de salida para el desembarco de mujeres en puestos de alta responsabilidad en instituciones europeas. Por aquel entonces, la actual vicepresidenta segunda del gobierno español, Nadia Calviño, acabó retirando su candidatura "en aras al consenso" para un conseguir un representante europeo como director gerente en este organismno supervisor financiero global. Tampoco esta vez ha logrado presidir el Eurogrupo que, tras una reñida votación, recae en manos de un hombre, el irlandés Paschal Donohoe. El techo de cristal no se acaba de romper.

Y es que en Europa hay que realizar un auténtico juego de equilibrios cuando se trata de repartir cargos. En una ecuación en la que pesaban habitualmente el país de procedencia y las diferentes tendencias y familias políticas liberales, conservadores, socialdemócratas) se sumaba ahora con más fuerza que nunca la necesidad de incrementar la participación de la otra mitad de la humanidad. No todos los altos cargos podían ser ya para hombres, como acostumbraba a suceder. No siempre se logra ese objetivo, como se ha visto en el Eurogrupo y en otras responsabilidades que se han distribuido, no sin duras pugnas entre países, ideologías y géneros.

Lo cierto es que el techo de cristal sigue vigente: de los 29 miembros del Consejo Europeo, la institución comunitaria en la que están los jefes de Estado y/o gobierno de los estados miembros, solo cinco, es decir, el 17%, son mujeres. Se trata de la primera ministra belga, Sopphie Wilmès (primera mujer jefa de Gobierno en la historia del país), la finlandesa, Sanna Marin (la primera ministra más joven del mundo), la danesa Mette Frederiksen, así como la canciller alemana Angela Merkel. La otra es la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que cuenta con otras 11 comisarias del total de 27 responsables que conforman el organismo ejecutivo comunitario. No se llega a la paridad. A su vez, el presidente del Consejo Europeo es un hombre, el belga Charles Michel. 

Una de las tres mujeres más poderosas, Merkel, que fue a su vez una de las pioneras como mandataria en uno de los países más ricos del mundo, se encuentra ya de retirada tras cuatro mandatos al frente de la cancillería. Por su parte, Lagarde está consolidándose en el puesto tras tomar posesión en noviembre pasado después de dirigir el FMI durante casi ocho años; y Von der Leyen se encuentra en una situación parecida y con apenas un mes menos de antigüedad, ya que accedió al cargo en diciembre, después de ejercer como ministra de Defensa en Alemania, con Merkel como 'jefa', durante seis años.

Como sucede con el Consejo Europeo, el Parlamento también está presidido por un varón, David Maria Sassoli. Y cuando hay que renovar un cargo se producen intensas batallas. A la vez, cuesta encontrar más mujeres al frente de otros entes europeos, aunque sí que las hay en segundos niveles, como es el caso de Emma Navarro, que es vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI).

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