Coronavirus

Pequeños comercios tras dos semanas de confinamiento: "Si no puedo cobrar, no debo pagar"

Las pymes y los autónomos exigen más celeridad en las ayudas a la Administración y más flexibilidad a los bancos para acceder a créditos

coronavirus Barcelona. La Rambla, vacía

coronavirus Barcelona. La Rambla, vacía / periodico

Gabriel Ubieto

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Xavier Bargalló hace ya más de dos semanas que no levanta la persiana de su tienda de moda, ubicada en el barrio de Sants de Barcelona. Las nuevas restricciones activadas ayer por el Gobierno no pesan sobre su actividad, que lleva parada desde la entrada en vigor del estado de alarma. 15 días sin abrir son para este pequeño comerciante 15 días sin ingresos en su casa, pues su negocio lo regentan entre él y su mujer. Lo que no cesa, pese al parón ocasionado por la pandemia del coronavirus, son las facturas del alquiler, los suministros, los impuestos y los proveedores. "Si se para la economía hay que pararla en todos los sentidos. Si no puedo cobrar, no debo tener que pagar", afirma.

A la espera que le concedan la prestación extraordinaria por cese de actividad que ha habilitado el Gobierno para los autónomos, Bargalló centra estos días sus esfuerzos en asegurarse la liquidez para continuar con su negocio. Y que las condiciones de ese retorno no le asfixien a los pocos meses. "Los bancos no están ayudando, por más que los rescatáramos entre todos hace diez años. Solo quieren rentabilidad inmediata y para los negocios pequeños cualquier letra nueva te puede hacer cerrar", cuenta. Esa falta de "contundencia" en los créditos es una de las principales preocupaciones que le llegan estos días a Salvador Vendrell, como presidente de la asociación Barcelona Comerç.

"Se van anunciado ayudas públicas, que los bancos van a asegurar la liquidez de las empresas… Pero todo va muy lento. Lo que es seguro es que las facturas vencen a final de mes y hay que pagarlas", afirma el presidente de la entidad de comerciantes. La incertidumbre pesa sobre gran parte del tejido comercial, pues los empresarios tienen dudas sobre cuándo acabará el actual estado de confinamiento y cómo gestionarán las autoridades la vuelta a la actividad. "Es muy complicado hacer números cuando no sabes cuando y como acabara todo esto", apunta Vendrell.

Ertes, facturas y alquileres

El presidente de Barcelona Comerç es propietario de un restaurante en el barrio de Sant Gervasi. Tras la entrada en vigor del estado de alarma, se acogió a las medidas excepcionales habilitadas por el Gobierno para realizar un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) y mandó a sus ocho empleados a casa. Ahora ajusta cuentas con los proveedores, primando el pago de facturas pendientes a los más pequeños y con menos capacidad de aguante. Con los grandes negocia un aplazamiento en los pagos, que, en general y tras años de relación comercial, le están aceptando. "Saben que esto pasará y que volveremos a hacer negocios", afirma este restaurador.

Otro que le ha echado un capote a Vendrell es su arrendatario, que le ha ofrecido una rebaja este mes en el alquiler. No ha sido así el caso de Sílvia Bou, diseñadora gráfica y productora de vídeos para empresas. Bou trabaja desde casa y su casero no ha aceptado hacerles ninguna rebaja a ella y a sus dos compañeros de piso. Con una economía doméstica al límite, esta joven ha decidido sumarse a la huelga de alquileres convocada por el Sindicato de Inquilinos a nivel estatal; según cuenta.

Esta autónoma graba vídeos corporativos, diseña publicidad, logos y documentos informativos para eventos y desde hace semanas solo ve como le anulan pedidos. "Muchas jornadas o congresos que tenía apalabrados para esta primavera los han cancelado", explica. Bou también está a la espera que le concedan la prestación especial por cese de actividad; aunque lo que más le preocupa no es tanto este final de mes, como el siguiente. "Muchas facturas las cobro a 60 o 90 días. Ahora me tienen que entrar unas cuantas y podré ir tirando, pero ¿qué pasará el mes que viene?", se pregunta angustiada.