Las bolsas de EEUU detienen su cotización tras desplomarse después de la apertura

La caída del S&P rondaba el 8% pese a las medidas extraordinarias adoptadas el domingo por la Reserva Federal

Sesión de apertura en Wall Street.

Sesión de apertura en Wall Street. / periodico

Ricardo Mir de Francia

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El pánico vuelve a recorrer los parqués de Wall Street. Y por extensión, de medio mundo. Por tercera vez en menos de dos semanas, las bolsas estadounidenses detuvieron su cotización poco después de la apertura de la sesión para frenar el desplome de sus grandes índices. Las ventas generalizadas activaron los mecanismos automáticos para frenar durante 15 minutos la actividad bursátil. Por entonces, el índice Standard and Poor’s caía por encima del 8%; las pérdidas en el Dow rondaban el 10%; mientras que en el Nasdaq se acercaban al 9%. La fuga de inversores refleja el escepticismo que ha generado la última intervención de la Reserva Federal, que el domingo adoptó nuevas medidas extraordinarias para tratar de contener los estragos económicos derivados de la pandemia de coronavirus

La FED rebajó los tipos de interés para dejarlos prácticamente a cero y reactivó su programa de flexibilización cuantitativa para inyectar liquidez en el sistema. Concretamente, 700.000 millones de dólares que se destinarán a la compra de deuda del Tesoro y títulos hipotecarios. Los cortafuegos de la FED se adoptaron de forma coordinada con otros cinco bancos centrales, pero no han servido para tranquilizar a los inversores, que buscaron refugio en la renta fija ante la parálisis generalizada de la actividad económica en las principales economías del mundo. “Por más que se hayan desplegado los cañones, no se ha logrado calmar decisivamente a los mercados”, dice un informe del Banco Mizuho. “Los mercados podrían haber interpretado la respuesta de la FED como una maniobra de pánico, lo que ha alimentado sus propios miedos”. 

Las drásticas medidas adoptadas para frenar la expansión del coronavirus han abocado a la economía a una recesión casi segura, cuyo impacto dependerá en gran medida de cuánto dura la parálisis de la actividad económica. La última previsión de JP Morgan Chase apunta a que la economía de Estados Unidos se contraerá un 2% en el primer trimestre del 2020, una caída que podría llegar al 3% en el segundo trimestre. Desde Goldman Sachs sus analistas vaticinan que el S&P, el índice que reúne a las 500 mayores empresas de la bolsa neoyorkina, podría perder unos 2.000 puntos en los próximos meses, lo que equivaldría al 41% de su valor desde el último máximo que alcanzó a mediados de febrero. Pero el banco de inversión también predice una recuperación de 3.200 puntos hacia finales de año si la situación se estabiliza. 

El parón en la cotización moderó ligeramente las caídas en Wall Street, que se ha desayunado con las decisiones adoptadas por los estados de Nueva York, New Jersey y Connecticut para cerrar toda la actividad comercial no indispensable, desde los restaurantes a los teatros. También el Tribunal Supremo anunció la suspensión temporal de sus actividades por el coronavirus. La ansiedad en las bolsas tuvo su correspondiente réplica en los precios del petróleo. Tanto el barril de Brent como de West Texas volvían a rondar los 30 dólares, lastrados por la caída de la demanda y las consecuencias de la guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudí.

Al pesimismo generalizado contribuyeron los últimos datos de China, la segunda economía mundial. Tantos las ventas minoristas, como las manufacturas y la inversión se contrajeron más de lo esperado en los dos primeros meses del año, a medida que el país se veía obligado a adoptar medidas extremas para doblegar a la epidemia. 

En los mercados hay muchas dudas de que los estímulos monetarios adoptados por los bancos centrales vayan a servir para reactivar la actividad económica. Aunque la naturaleza de esta crisis es muy distinta a la del 2008, la FED ha recurrido a las mismas herramientas que utilizó durante la Gran Recesión, cuando muchos economistas consideran que deberían ser las políticas fiscales de los gobiernos las que lideren la respuesta. Una opinión que comparte el Fondo Monetario Internacional. "A medida que el virus se expande, gana enteros la necesidad de desplegar estímulos fiscales de forma coordinada y sincronizada", ha dicho su directora gerente, Georgina Georgieva.  El problema actualmente no está tanto en el sistema financiero, sino en la economía real, por más que las bolsas se estén desplomando.

Y hay un problema añadido. A las primeras de cambio, la Reserva Federal ha utilizado buena parte de las herramientas de las que dispone en su arsenal, quedandose así sin apenas margen de maniobra cuando la crisis no ha hecho más que empezar.