Sindicatos
El 'procés' no rompe el 'statu quo' sindical en Catalunya
Gabriel Ubieto
Redactor
Periodista de economía, centrado en el mercado laboral. He crecido como redactor en El Periódico, pero antes hice prácticas en La Vanguardia y escribí durante seis meses desde Chile para Hemisfèria.cat. Ganador del premio Ramon Barnils (2015) por el reportaje "Els ultres prenen partit".
Gabriel Ubieto
El 2019 fue un año de alta actividad electoral y no solo políticamente hablando. Si bien los españoles fueron llamados a las urnas para dos elecciones generales, unas municipales, unas europeas y muchos de ellos en otras autonómicas; no solo en los colegios electorales hubo papeletas. Con el cierre del 2019 los trabajadores españoles cerraron también un ciclo de elecciones sindicales, en el que gran parte de los centros de trabajo de toda España renovaron a sus representantes sindicales. Y si bien el Parlament en Catalunya no se parece en nada al que había hace una década, el tablero sindical sí conserva una composición muy similar.
CCOO y UGT mantienen su hegemonía entre los trabajadores de Catalunya, pese a la irrupción del independentismo en el sector público y su fuerte eco mediático durante los actuales tiempos del procés. Sin embargo, el aguante de los grandes sindicatos a nivel representativo convive con unas tasas de afiliación que todavía no se han recuperado de los estragos de la crisis económica. Los expedientes de regulación de empleo y el cierre de miles de empresas todavía colean en CCOO y UGT, que no han recuperado las cifras de militancia que ostentaban antes de la Gran Recesión. Pues con la pérdida del empleo uno de los primeros recortes entre los trabajadores fueron las cuotas sindicales y los altos índices de temporalidad actuales entre determinados colectivos no contribuyen a recuperarlos.
El músculo de las principales organizaciones sindicales de este país lleva aproximadamente un lustro recobrando su fuerza, aunque todavía no luce el vigor de hace una década y las centrales mayoritarias tienen entre el 12 y el 21% menos de afiliados. UGT mantuvo en el recién finalizado 2019 el 'sorpasso' que le lanzó a CCOO en Catalunya en el 2015. La organización fundada en Barcelona en el 1888 por Pablo Iglesias contaba en el 2019 con 148.060 carnets en vigencia, según los datos que ofrecen; frente a los 146.773 de los que dio fe CCOO. Cifras que entre centrales se ponen en duda, y es que pese a que la formación liderada en Catalunya por Javier Pacheco amplió en el 2019 su liderazgo en términos de delegados sindicales; la central comandada por Camil Ros afirma aventajarle por poco en membresía.
Feminización y rejuvenecimiento
La savia nueva que entra en CCOO y UGT, según coinciden ambas centrales, tiene rostro de mujer y menos de 31 años. Las nuevas militantes crecen dos puntos por encima de la media en CCOO y ya representan el 43% del total de la afiliación del sindicato. No obstante, desde UGT resaltan que la alta temporalidad existente entre los jóvenes les dificulta mucho incorporarlos al sindicato.
Los sindicatos están encontrando en los protagonistas del mundo del trabajo del siglo XXI sus nuevas bases; como así sucede en la CGT. La mitad de las nuevas altas de esta central fueron mujeres y los anarcosindicalistas acabaron el 2019 con un total de 16.901 afiliados; como tercer sindicato en Catalunya. Este acumula varios ejercicios batiendo récord de nuevas afiliaciones y en el 2019 ganó el 7,5% de miembros. Gran parte de su flujo de nuevas incorporaciones llega de los sectores satélites del sector público y especialmente castigados por una década de recortes y gasto congelado. Así lo explica el secretario de acción social de la CGT de Catalunya, Òscar Murciano, que señala a los investigadores universitarios, el personal de limpieza de las subcontratas o de servicios de asistencia a la tercera edad.
Otra central que crece a un ritmo nutrido es USO, que pese a su discreto eco mediático en el último año ha incrementado el 15,8% su afiliación, hasta los 12.720 sindicados. Esta organización ha sido protagonista recientemente en las huelgas y conflictos laborales abiertos con Ryanair.
La marca del 'procés'
En estos tiempos en los que el ‘procés’ y sus derivadas todo lo empaña, la independentista Intersindical-CSC dio la campanada el año anterior e irrumpió con fuerza en el mercado laboral catalán. Su éxito ha sido principalmente entre el funcionariado de la Generalitat; donde la anticapitalista IAC mantiene su poderío y CCOO y UGT sufren desgaste.
El crecimiento de la I-CSC es vertiginoso y este 2019 aumentó el 36,2% su número de afiliados, hasta los 4.662. La mayoría de las nuevas altas provienen de trabajadores sin carnet previo, tal como reconoce el portavoz del sindicato, Sergi Perelló. "No estamos yendo, de momento, a las empresas; los nuevos afiliados vienen a nosotros", cuenta. Esta central monopoliza la opción netamente independentista entre la oferta sindical. El crecimiento de la 'Inter' comienza en el 2017, año del 1-O y de varias huelgas que le siguieron. Año también en el algunos militantes de CCOO y UGT ("no muchos", matizan desde las centrales; pues la fuga no les empañó las estadísticas) rompieron el carnet del sindicato.
El objetivo a medio plazo de la I-CSC es consolidar su crecimiento y que comiencen a percibirla como una opción "útil" y "autónoma" en el sector privado, donde CCOO y UGT mantienen su primacía. No obstante, en términos de representación sindical la 'Inter' está muy lejos de cuestionar la hegemonía de CCOO y UGT. Pues ambas centrales suman juntas 42.149 delegados sindicales en toda Catalunya (el 79% del total de la representación), frente a los 803 de la I-CSC.
Solo 1 de cada 10 trabajadores está afiliado a un sindicato
De la misma manera que en España la representatividad de los partidos políticos no se mide en función de su número de militantes, gran parte de la representatividad de los sindicatos tampoco se mide por cuantos carnets juntan. En España, solo uno de cada diez (el 13,6%, en el 2018) está afiliado a un sindicato, el dato más bajo de la estadística disponible de la OCDE, que se remonta al 1998. Su peso institucional lo deciden los trabajadores de cada uno de los centros de trabajo, donde periódicamente se celebran elecciones sindicales y se eligen a los comités de empresa.
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