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La inversión inmobiliaria en Catalunya se 'muda' de la vivienda a las oficinas

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Gabriel Ubieto

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Los inversores inmobiliarios en Catalunya optaron el pasado 2019, y por segundo año consecutivo de manera significativa, por meter su capital en edificios destinados a usos comerciales y no tanto en viviendas. Así lo constata un informe del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya presentado este lunes, que revela que la superficie de los edificios para usos no residenciales creció 20 veces más que la vivienda en el 2019. Dicha tendencia se materializó en toda Catalunya, aunque de manera especialmente marcada en su capital, Barcelona; donde los arquitectos intuyen una parálisis en el impulso inversor en nueva vivienda residencial debido a la entrada en vigor de la recién reformada normativa municipal, que obliga a reservar el 30% de esta para vivienda a precio asequible.

La desaceleración global se plasma también en los datos del informe del Col·legi de Arquitectes, que señalan que la superficie construida crece un tercio menos que el año anterior. Concretamente, la superficie total visada aumentó el 4,8% en el 2019, frente al 15% del 2018. Un crecimiento que la decana del colegio, Assumpció Puig, ha calificado de "exiguo", que ha considerado que transita hacia una fase de decrecimiento y que no descarta que para el 2022 acabe estancándose a ritmos cercanos al 0%.

Esa media del 4,8% de crecimiento de la superficie en uso se traduce en una expansión del 0,7% en el caso de las edificaciones residenciales y del 13,7% de aquellas destinadas a otros usos, como el comercial. Una tendencia común en toda Catalunya, pero que encuentra en Barcelona su máximo exponente; pues en la capital la superficie destinada a nuevas oficinas se disparó el 194% en el 2019. En la capital catalana el incremento en la superficie edificada fue en el 2019, por primera vez en los últimos tres años, debido al crecimiento del suelo para oficinas y uso industrial.

La decana del Col·legi de Arquitectos ve en los recientes cambios normativos del Ayuntamiento de Barcelona, que impone la reserva del 30% de vivienda protegida en todas las nuevas promociones y grandes rehabilitaciones a partir de 600 metros cuadrados, o el nuevo decreto de la Generalitat, obliga a los grandes propietarios a ofrecer un alquiler social a las personas vulnerables antes de denunciarlas, como responsables del desplazamiento en la inversión inmobiliaria. La incógnita está en si este es un efecto transitorio, fruto de la incertidumbre momentánea, o consolidará la tendencia. 

Pisos más pequeños en Barcelona

El ritmo actual de ampliación del parque de viviendas en Catalunya preocupa al Col·legi d'Arquitectes. Y es que en el 2019 se edificaron un total de 15.853, según recoge el informe; casi 10.000 menos de las 26.300 recomendadas por la Agència de l'Habitatge de Catalunya para cubrir la actual demanda demográfica. En Barcelona ese déficit de nueva vivienda lo están gestionando los constructores haciendo más pequeños los nuevos pisos. Así lo muestran los datos del informe del colegio, pues en el 2019 el número de superficie para nuevas viviendas cayó el 15,6% respecto al año anterior. Lo que no fue incompatible con un aumento del número de viviendas del 12%. Es decir, aumentaron las residencias, pero estas fueron más pequeñas.  

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