experta en TIC y séniors

Mireia Fernández Ardèvol: "Nadie escapa de la revolución digital"

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Estel Estopiñan

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Mireia Fernández-Ardèvol investiga la relación de la gente mayor y tecnología digital desde el 2003. Sus estudios, en el Internet Interdisciplinary Institute de la UOC, rompen estereotipos, como el que, de forma paternalista, considera que los mayores no tienen ningún interés por la revolución digital. Ha participado en la entrega de premios a proyectos tecnológicos para mejorar la vida de las personas mayores, una iniciativa del Ayuntamiento de Barcelona y MWCapital a través de 5G Barcelona.

Hace años que estudia la relación entre TIC y séniors. ¿Cuáles son las conclusiones más sorprendentes? 

Que las personas mayores son justo eso, personas. Y sus prácticas digitales son tan diversas y cambiantes como en otros periodos de la vida adulta. Pero, por desconocimiento, los estereotipos están a la orden del día: que si no tienen interés, que si no tienen capacidad para aprender, que no saben... Durante la vejez, lo digital no sólo tiene que ver con ir al médico. Lo digital, igual que la vida, también es socialización, entretenimiento o información.

Nos equivocamos si pensamos que la transformación digital apenas impacta en los mayores… 

Por supuesto. Nuestras sociedades ya no pueden funcionar sin internet, igual que ya no pueden funcionar sin electricidad, así que nadie escapa de la revolución digital. Da igual la edad. Ahora bien, las tasas de uso de Internet caen de forma sustancial a partir de los 65. Es la divisoria digital gris, que implica que las personas mayores tienen más riesgo de afrontar las transformaciones digitales desde posiciones desaventajadas.

¿Cómo combatiría esta brecha o divisoria digital gris?

Primero, con precios más asequibles y productos fáciles de usar en los que el diseño universal se tenga siempre en cuenta. Segundo, incrementando la alfabetización digital para que los usos sean independientes y seguros, con criterio y con control propios. La OMS ha identificado la soledad como una epidemia.

¿La tecnología puede combatirla?

Puede conectarnos más y mejor. Pero es necesario tener entornos de uso sencillo que no generen frustraciones por problemas técnicos o de usabilidad. WhatsApp, por ejemplo, se ha convertido en un espacio de comunicación muy relevante para las personas mayores. De todas formas, tocarse y verse sigue siendo importante.

¿La transformación digital hará nuestra vejez más fácil?

Si empodera y proporciona autonomía, sí. Como dijo Kranzberg, “la tecnología no es ni buena, ni mala, ni neutral”. Así pues, nuestras vejeces, que serán diversas, resultarán más o menos fáciles en función de lo que nuestras sociedades decidan. El reconocimiento facial, por ejemplo, está pensado para facilitar la interacción persona-máquina pero también se está usando como un instrumento de control coercitivo.

¿La inteligencia artificial y sus algoritmos discriminan a los mayores?

Discriminan a los colectivos minorizados, lo que incluye a la gente mayor. Son una minoría demográfica en el mundo digital, precisamente por la brecha digital gris, así que resulta más difícil obtener datos de este colectivo. Lo que es peor, en numerosas ocasiones no se les invita a participar en estudios de usuarios porque los estereotipos que nadie cuestiona dicen que son participantes difíciles.

Usted habla de "invisibilidad" pero los mayores de 65 serán, cada vez más, un "mercado" clave.

Las mujeres somos un mercado clave y todavía seguimos siendo invisibles en muchos ámbitos. Ser un mercado potencial no es suficiente. Y ni siquiera los datos oficiales nos ayudan: muy pocos países europeos publican datos sobre las prácticas  digitales de los mayores de 75. Este es un ejemplo de invisibilidad.