la cuestión de género en tecnología

Mujeres 'developer': así se abren paso las desarrolladoras en un sector tradicionalmente masculino

La brecha de género en el sector del desarrollo web y la programación es patente. Se observa en las cifras de matriculados universitarios, por ejemplo, y se observa también en la cifra de profesionales en activo. En un sector que demanda cientos de miles de trabajadores en todo el mundo, las mujeres se han quedado atrás.

"Ser mujer, joven y tecnóloga es la combinación perfecta para que no te tomen en serio".

Mujer desarrolladora

Mujer desarrolladora / economia

María Refojos

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La brecha de género en el sector del desarrollo web y la programación es patente. Se observa en las cifras de matriculados universitarios, por ejemplo, y se observa también en la cifra de profesionales en activo. En un sector que demanda cientos de miles de trabajadores en todo el mundo, las mujeres se han quedado atrás.

Recoge el ‘Libro Blanco de las Mujeres en el Ámbito Tecnológico’ que de 7 millones de personas trabajando en tecnologías de la información y comunicación en toda la Unión Europea solamente el 30%, es decir, unos 2 millones, son mujeres. 

Problema de base

Explica Clarisa Guerra, directora de comunicación del estudio tecnológico Z1, que en su empresa intentan “aplicar una política de discriminación positiva, somos abiertamente feministas… Pero a la hora de contratar no podemos hacer nada, pues prácticamente no nos llegan CV de mujeres”

En el equipo de esta compañía sevillana cuentan con un equipo de desarrollo de 24 personas, de las que solo cuatro son mujeres. De ellas, todas son front-end. Y solamente una es ingeniera de software de formación. De las tres compañeras restantes, una es matemática, otra arquitecta y otra ingeniera de Telecomunicaciones. “Es un problema que viene de base: en las carreras de Informática en general se matriculan muchísimas menos chicas que chicos”, añade Clarisa Guerra. 

“Cuando llegué a la carrera (Ingeniería Técnica de Informática de Sistemas en Córdoba) éramos diez alumnas de un total de 100 y nos dijeron que éramos la promoción con más mujeres de los últimos años”, explica Laura Morillo, desarrolladora back-end y Tech Lead en SeedTag. “Afortunadamente tuve un par de profesoras (una en matemáticas y otra en programación) que me ayudaron a ver que la informática también era cosa de mujeres, sin embargo recuerdo tener la sensación de que algunos alumnos tomaban menos en serio los conocimientos de la profesora de programación que los de otros profesores”, añade. 

En su caso, lo que le impulsó a estudiar informática fue una asignatura optativa en Bachillerato con la que pudo “ver que con un ordenador como herramienta se podían hacer muchas cosas y solucionar muchos problemas”.

Sin embargo, la claridad que asaltó a Laura Morillo en el instituto no es habitual. De hecho, de acuerdo con el informe de DigitalES ‘Desafío de las vocaciones STEM’ la percepción de los alumnos de Secundaria, Bachillerato y FP está bastante alejada de ella. 

Ante la cuestión de por qué no escogen formarse en esta rama de estudio, ofrecen dos motivos principales: la dificultad académica (40%) y la falta de orientación y conocimiento (65%), la cual incluye a aquellos que no tienen claro las salidas profesionales (25%), no tienen claro qué elegir (35%) o no conocen a ningún ingeniero (5%).

Trabajo sí, trabajadores no

A las cifras que reflejan la actual infrarrepresentación de la mujer en puestos tecnológicos se suma una perspectiva poco alentadora. La Comisión Europea calcula que en todo el continente se quedarán sin cubrir hasta 500.000 puestos de trabajo relacionados con el sector techie, lo que muestra el potencial de crecimiento y como generador de empleo del sector. 

Sin embargo, si tomamos como medida el número de universitarios en grados técnicos vinculados a los sectores STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas), lo que se aprecia es un descenso: se matricularon un 28% de estudiantes menos en 2017 frente a 2010. Y si nos ceñimos a las mujeres, el déficit es aún más dramático, ya que la proporción de mujeres en estudios de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se sitúa en el 11,9%, lo supone casi 7 puntos porcentuales menos que en 2007 y está también por debajo de la media de la OCDE, del 19%. 

La situación en Formación Profesional (FP) es prácticamente idéntica. En los ciclos de la familia profesional de Informática y Comunicaciones, las mujeres representan el 11,7% del total de alumnos, frente el 88,3% de hombres.

Así que mientras que la necesidad de profesionales cualificados en estos ámbitos avanza, el volumen de futuros trabajadores titulados desciende. Y en este escuálido banquillo de programadores y desarrolladores, a las mujeres apenas se las ve calentar. 

El poder de la atracción

“Atraer a las mujeres a las carreras STEM y al sector digital es clave para poder hacer frente a los numerosos retos que nos va a plantear este nuevo mundo, donde la tecnología destruirá miles de puestos de trabajo pero también creará nuevas necesidades de capital humano”, asegura la CEO de Infoempleo, Teresa Tomás Rodríguez, en el informe 'Empleo IT Mujer'.

Se plantea la necesidad de adaptar los sistemas de educación y formación para acompasarse a la revolución digital; de preparar a los jóvenes para la economía y la sociedad digital. En el caso de las niñas, el periodo entre los 12 y los 16 años es decisivo para fomentar y, sobre todo, mantener el interés por las ciencias.   

Para Cynthia Gálvez, ingeniera especializada en la realidad virtual, aumentada y mixta, y directora de Esmuik, en esta etapa es fundamental “quitar la capa de abstracción sobre lo que significa ser ingeniero o ingeniera: explicar que gracias a estas ciencias las niñas pueden solucionar problemas reales de la sociedad y mostrarles que están totalmente capacitadas para trabajar en el sector tecnológico porque no es una cuestión de género”.

Abrirse paso

La UNESCO apunta a la “discriminación, sesgos, normas sociales y expectativas” que impactan sobre la calidad de la educación que reciben y las disciplinas que estudian las niñas. “Cada vez son menos las niñas que eligen carreras tipo ingeniera informática porque se asocia a un mundo masculino y poco social”, indica María Borbonés, ingeniera informática y arquitecto de soluciones en Inteligencia Artificial en IBM

Y en la etapa laboral, ¿se mantienen estos sesgos? Responde Cynthia Gálvez: “Ser mujer, joven y tecnóloga es la combinación perfecta para que no te tomen en serio. He tenido que aguantar frases como: ‘Tú nunca venderás tecnología porque no pareces una ingeniera’, ‘¿Qué eres la responsable de I+D? Póntelo en un cartelito porque pareces más la azafata del evento' o 'Al final tu proyecto no me interesa, pero te voy a invitar a cenar’”.  

María Borbonés asegura que siempre la han tratado “como una más del equipo” y Clarisa Guerra afirma que lo que ve en Z1 es “conciencia y una especial sensibilidad hacia el problema y ganas de tener equipos mixtos”.

A su vez, Laura Morillo sufrió en primera persona otra de las lacras asociadas a la discriminación de género, la brecha salarial. “En una empresa en la que estuve trabajando teníamos un sistema de incentivos y me encontré con que a un compañero que llevaba el mismo tiempo que yo y que hacía un trabajo similar le habían asignado un porcentaje de mucho mayor”, relata. Y eso teniendo en cuenta el tecnológico es uno de los sectores donde la discriminación en sueldos es menor: la diferencia salarial es del 8,9%, un porcentaje por debajo del que registran otras profesiones, donde la brecha se sitúa de media en el 14,2%.

Movimiento contra los sesgos

En los últimos tiempos se vive un movimiento que se refleja en instituciones, empresas e iniciativas particulares. Porque las mujeres desarrolladoras puede que sean pocas, pero están. Pasa como con las meigas, ‘haberlas, haylas’. Y las que están reclaman su sitio y trabajan por la visibilización de referentes para que las nuevas generaciones pierdan el miedo a ‘lo desconocido’ y se lancen a programar.

Tanto María Borbonés como Cynthia Gálvez y Laura Morillo forman parte de una generación de desarrolladoras activas que no se limitan a desempeñar las funciones asociadas a sus puestos de trabajo, sino que emplean su tiempo libre para tejer redes de contacto y comunidades en las que integrar a las mujeres techies

“Es necesario crear una red de colaboración entre nosotras para saber que no estamos solas y que somos muchas más de las que pensamos. Estas comunidades crean un espacio de comunicación e interacción seguro, en donde compartir conocimiento, visibilizar y dar voz a las profesionales”, afirma Cynthia Gálvez, quien se encarga de la organización en Zaragoza del Women Techmaker, el programa global de Google para las mujeres en tecnología, y también es miembro de Mulleres Tech

Su motivación para colaborar con estas iniciativas “viene promovida por mi propia experiencia de desigualdad sufrida y por la escasez de presencia femenina en el mundo TIC”. Según cuenta esta ingeniera, con perfiles más empresariales sí ha experimentado “lo duro que es hacerte un hueco; tienes que realizar el doble de esfuerzo para hacerte valer, siempre demostrando que sabes y teniendo paciencia con la cantidad de mansplaining que te encuentras”. 

Laura Morillo es coordinadora de las comunidades tecnológicas AgileGirls y Tech&Ladies y además es una de las organizadoras del Google Developer Group en Madrid. “A veces cuesta un poco por sentirte un 'unicornio' y que aún haya gente que se sorprenda al saber que trabajo desarrollando software”, describe. 

En España, las filiales de importantes empresas tecnológicas como Google, Facebook, Microsoft, HP, Twitter o IBM tienen a una mujer al frente. Comienza a romperse el techo de cristal en el sector, aunque todavía persiste: solo el 18% de los departamentos de tecnología en España está liderado por una mujer, de acuerdo con datos de Infojobs. 

“Empecé hace unos años a dar charlas en conferencias y eventos de tecnología, por lo que sé que me expongo mucho más. Si el porcentaje de mujeres en el sector es bajo, el de mujeres que hablen en eventos es aún menor. Eso lleva a que a veces haya gente que piense y opine que si yo estoy dando una charla es porque soy mujer y hay que cumplir una cuota y no porque soy una persona con casi 13 años de experiencia que ha aprendido mucho y tiene muchas ganas de compartir”, añade Laura Morillo.

Por su parte, María Borbonés es fundadora, junto con otras tres compañeras del mundo TIC, del proyecto Big Girls Theory, nacido para dar visibilidad a historias de mujeres que trabajan con tecnología. A través de meetups, afterworks y la participación en eventos tratan de mostrar que “la tecnología te ofrece un abanico muy amplio de oportunidades, que el que estudia informática no tiene que ser programador, que hay muchas otras opciones y que no importa tu perfil: siempre es posible reinventarse”. 

Como estas comunidades existen otras muchas como R-Ladies Global, DevWomen, Pyladies, Nodegirls o Women in Machine Learning & Science Data con una apretada agenda de actividades y un número creciente de participantes.

La importancia de los referentes

El estudio ‘Se buscan ingenieras, físicas y tecnólogas. ¿Por qué no hay más mujeres STEM?’, coordinado por Milagros Sáinz, doctora en psicología social e investigadora principal del grupo de Género y TIC (GENTIC) de la UOC, muestra que la existencia de referentes femeninos en el ambiente cotidiano de los jóvenes es clave “para romper las creencias tan arraigadas que existen” sobre la presencia de mujeres en el mundo tech. 

Y es que los modelos de “personas prototípicas” de los ámbitos STEM para las personas encuestadas en este estudio son mayoritariamente hombres. “Hay muchas mujeres que son grandes profesionales tecnólogas pero parecen invisibles. Es primordial que las niñas y las adolescentes conozcan que las mujeres tuvieron un papel muy relevante en el mundo de la ciencia y la tecnología”, incide Cynthia Gálvez. 

Por eso la visibilización de modelos reales es uno de los objetivos fundamentales de las comunidades de desarrolladoras, pero también de las iniciativas que en los últimos años han nacido en el ámbito público, como son el proyecto Innovadoras TIC promovido por la Fundación Cibervoluntarios y el Ministerio de Sanidad, o WomanDigital, de la Junta de Andalucía, que ha elaborado un Manifiesto por la igualdad de oportunidades en el sector TIC

“Son iniciativas muy necesarias. Posiblemente deberían haber empezado antes, pero no podemos cambiar el pasado y al menos me gusta ser optimista pensando que ahora somos más conscientes de que la brecha de género en nuestro sector es un problema que puede y debe abordarse”, enfatiza Laura Morillo.

En su opinión, la comunicación y divulgación que aportan las instituciones ayuda a romper la barrera del factor humano que reside tras lo digital. “En la tecnología cuesta más transmitir que hay personas trabajando en mejorar los sistemas de detección de cáncer o que con una impresora 3D hacen prótesis para gente sin recursos... Necesitamos mujeres que ayuden a inspirar a las niñas y a pensar: ¡De mayor quiero ser como ella!” 

Prepararse para lo que viene

Además de la formación reglada en universidades y centros de FP, existen multitud de escuelas específicas con las que adentrarse en el mundo del desarrollo, así como programas centrados en dar oportunidades a las mujeres.  

“Somos muchas las mujeres a las que nos encanta la programación, las tecnologías y la ciencia y además, son muchas las formas en las que puedes desarrollar tu carrera dentro de las STEM. ¡Hay cabida para todo tipo de perfiles!”, anima María Borbonés.

En Wild Code School, por ejemplo, incentivan la formación para mujeres con becas por valor de 60.000 euros. De esta forma subvencionarán el 100% de los estudios de programación a diez mujeres sin recursos para que estudien en sus campus de Madrid y Barcelona. Esta red de campus tecnológicos cuenta con escuelas en 24 países europeos y un 30% de sus alumnos son mujeres. De media, son profesionales de unos 30 años que quieren cambiar de carrera y/o que buscan mejores oportunidades de trabajo.

Otro caso destacado es el de Adalab, organización sin ánimo de lucro ubicada en Madrid que trabaja para la inclusión laboral de las mujeres en el sector tecnológico. A través de su curso intensivo de front-end prepara a profesionales sin ningún conocimiento en programación para conseguir que encuentren un empleo de calidad. El curso lo acompañan con un itinerario de mentorización para el empleo, que comienza cuando las alumnas se gradúan y termina a los 6 meses de estar trabajando en una empresa.  

También se ha desplegado en España la iniciativa global Django Girls, nacida de la mano de dos mujeres polacas, Ola Sitarska and Ola Sendecka. Organizan talleres gratuitos de un día de duración para permitir que las mujeres entren en contacto con la programación y ofrecen un tutorial para desarrollo de aplicaciones web.