JORNADA DE DESCUENTOS

Frenesí consumista en la comunista China

El Día de los Solteros bate de nuevo su récord de ventas y alcanza los 34.000 millones de euros

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Adrián Foncillas

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El Día del Soltero resume el ingenio chino para el negocio. Nació una década atrás para endulzar la jornada a los universitarios estigmatizados por una sociedad que exige el matrimonio y hoy ha reducido al Black Friday y al Cyber Monday a un colmado soviético. La tradición apuntala un par de certezas: es el día con más ventas del año y no hay edición sin récord.

La electricidad ante otra cita con la Historia se sentía en las campanadas previas a la medianoche del 11 de noviembre en la sede de Hangzhou (provincia de Zhejiang) de Alibaba, el titán del comercio electrónico chino. Los aplausos acompañaron las cifras de ventas: mil millones de euros en un minuto, más de 14.000 millones a la hora escasa. El volumen del pasado año se alcanzó a media tarde y el gong final sonó con 34.000 millones de euros.  

El Día de los Solteros (el 11 de noviembre por las cuatro unidades de la fecha) sobrevuela cualquier nubarrón: la economía declinante, la guerra comercial, la jubilación de su carismático fundador Jack Ma para dedicarse a la educación y la filantropía… Nada frena la orgía consumista en un país nominalmente comunista. Los chinos pueden reservar con tres semanas de antelación sus compras con descuentos irresistibles. Estée Lauder había acumulado encargos por 130 millones de euros y los nuevos iPhone de Apple rozaron los 13 millones de euros.

Ruu, empresaria treintañera de Pekín, no recordaba al atardecer su carro de la compra al completo. Se había prometido plantarse con las cremas faciales para todo el año, el vestuario de invierno y un televisor. “Pero después de una hora navegando por las ofertas ya había doblado mi presupuesto previsto”, confiesa. Es habitual que los internautas cuelguen al día siguiente el listado de sus compras salpicadas de lamentos por su pulsión consumista.  

Aquellas 27 empresas chinas de la primera edición han crecido hasta las 200.000 actuales provenientes de una ochentena de países. Incluso JD, el principal rival de Alibaba, subió al barco cuando entendió que no podía hundirlo. El éxito se explica por los descuentos que impone Alibaba y el trabajo previo, señala Michael Zakkour, analista y autor del libro “New Retail: Born in China going global”. “La gente solo se fija en el Día de los Solteros y no en la preparación de meses. Alibaba exige a las marcas que presenten su plan con los productos y precios en junio; si no, se quedan fuera. Es una maquinaria muy bien engrasada”, desvela. Influye también el liderazgo global chino en comercio digital, logística y todo tipo de infraestructuras que permiten que el producto sobre el que clicas hoy llegue a casa mañana. Alibaba ha sumado para la ocasión a 400.000 mensajeros.

La evolución trasciende de las cifras. Nació para que las compañías chinas vendieran en su mercado nacional, creció a una audiencia global y ahora permite que marcas extranjeras coloquen sus productos en todo el mundo. De aquel invento para darles una alegría a los solteros chinos ya se benefician decenas de compañías españolas.

La jornada sirve también para que las compañías capten o fidelicen a su clientela para el resto del año. Muchas aprovechan el frenesí para presentar sus nuevos productos tras exhaustivos estudios de mercado. Alibaba cuenta con más de 600 millones de usuarios, casi la mitad de la población china, y sabe qué, cuándo y dónde compran. La información es compartida con las compañías para afinar sus estrategias en el Centro de Innovación Tmall. “El mercado de la belleza aquí es muy exigente. Hemos creado cremas para las chinas que después se han popularizado en el mundo”, revela Stephane Wilmet, alto ejecutivo de L’Oreal en China. “Después llega San Valentín, el Año nuevo… el Día de los Solteros es el más importante pero el calendario está lleno de oportunidades”, añade. La fórmula asegura la alegría de todos: de Alibaba, de los fabricantes, de los usuarios y del Gobierno, esforzado en virar el patrón económico hacia el consumo interno.