AUTOMOCIÓN

Motores parados

Trabajadores de una planta de General Motors en Flint, Michigan.

Trabajadores de una planta de General Motors en Flint, Michigan. / periodico

Idoya Noain

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Uno de los eslóganes oficiosos de General Motors es “gente en movimiento” pero desde el primer minuto de este lunes el gigante de Detroit está en el centro de las miradas del mundo económico y laboral de Estados Unidos, y también político, por todo lo contrario: gente parada. Para ser más exactos, gente en huelga.

49.000 miembros de United Auto Workers (UAW), el mayor sindicato de trabajadores del motor, han comenzado un paro nacional después de que fracasara la negociación del convenio colectivo que renuevan cada cuatro años. Es la primera huelga en GM desde 2007, cuando pararon durante tres días los 73.000 trabajadores sindicados entonces, y aunque por la mañana se reiniciaban las conversaciones, la brecha sigue siendo kilométrica. Así al menos se deriva de las palabras de Terry Dittes, vicepresidente de UAW, que a las puertas de una de las plantas de Detroit aseguraba este lunes que “hay muchos temas irresueltos, no son solo un par de cosas”.

Los puntos de choque

Las demandas del sindicato incluyen mejoras salariales, reapertura de plantas cerradas, creación de empleo y eliminación o reducción de las diferencias salariales entre trabajadores veteranos y los más recientes. La compañía, por su parte, quiere que sus empleados asuman más parte del coste de sus prestaciones sanitarias así como incrementar productividad y flexibilidad.

El tira y afloja llega en un momento de cambios patentes en el sector, con un debilitamiento en las ventas de muchos modelos tradicionales mientras crecen alternativas como los coches eléctricos o sin conductor. Pero incluso con esos cambios, GM sigue teniendo grandes beneficios (8.100 millones de dólares después de impuestos el año pasado). Y los trabajadores demandan no solo mejor trato, sino cambios en los planes de General Motors, que el año pasado anunció el cierre de cuatro de sus plantas en EEUU.

Momento político

La huelga constata el resurgimiento del activismo laboral en EEUU, donde el año pasado las protestas de más de 1.000 empleados llegaron a niveles no vistos desde los años 80 del siglo pasado y donde profesores primero, luego trabajadores de hotel y después de supermercados han sacado músculo. Al sindicato le viene de perlas para desviar, aunque sea momentáneamente, la atención de varias investigaciones por corrupción de sus líderes. Y entra también de lleno en el terreno electoral, tanto para el presidente Donald Trump como para los muchos aspirantes demócratas a batirse con él por la Casa Blanca. Varios de esos candidatos han mostrado su apoyo a los trabajadores en su lucha y el presidente, que ya respaldó la llamada de los trabajadores a que reabriera una de las plantas que GM cerró en marzo (en Ohio), el domingo pedía a las dos partes via tuit que alcancen un acuerdo. Por ahora no le escuchan.