coyuntura

La guerra comercial lleva el crecimiento chino a mínimos históricos

El PIB del gigante asiático aumentó el 6,2% en el segundo trimestre, el nivel más bajo desde que se publican datos en 1992

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Adrián Foncillas

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La economía china sigue transitando por la senda de los mínimos históricos. La expansión del 6,2% del segundo trimestre es la más baja desde que Pekín empezara a publicar los datos parciales en 1992. Ni siquiera en aquellos años post-Tiananmén de sanciones internacionales generalizadas ni en la crisis global de 2008 había registrado esa sima.

La deriva inquieta más al mundo que a Pekín, que ya había previsto una horquilla de crecimiento para este ejercicio de entre el 6 y el 6,5 %. Las últimas cifras, combinadas con el 6,4 % del primer trimestre, sitúan el rumbo en un 6,3 %.

Sobre China se ha formado la tormenta perfecta. El Gobierno está inmerso en una delicada transición desde un patrón basado en las manufacturas a otro más maduro que descanse en el autoconsumo y la tecnología. Pekín había previsto un acelerón en el segundo semestre del pasado año que quedó frustrado por la guerra comercial declarada por Washington.

Donald Trump, presidente estadounidense, y Xi Jinping, su homólogo chino, firmaron una tregua en el reciente G-20 celebrado en Tokyo que detuvo la escalada arancelaria. Pero la persistencia de los problemas de fondo no sugiere un final cercano y en ningún caso un acuerdo antes de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2020.

"Los datos económicos afrontarán todavía una presión a la baja en la segunda mitad del año tanto a nivel interno como externo", ha alertado Mao Shenyong, portavoz de la Oficina de Estadísticas. Las consecuencias de la guerra comercial quedan resumidas en la caída del 7,8 % de las exportaciones a EEUU de este junio con respecto al del año anterior.

Menos inversión pública

China ha aparcado esos elefantiásicos paquetes de inversión pública que sirvieron para vadear la crisis del 2008 pero dispararon la deuda hasta límites inquietantes. Su actuación ahora es más quirúrgica. Va dirigida a estimular el consumo en una de las sociedades más ahorradoras del mundo y hoy consciente de que los días de vino y rosas han quedado atrás.

El plan incluye recortes fiscales cuantificados en dos billones de yuanes (258.000 millones de euros) y se esperan nuevas medidas tras la reunión de la cúpula del partido prevista este mes. También ha flexibilizado las reservas bancarias para que el sector privado tenga mayor acceso al crédito.

Esos esfuerzos explican los números más que aceptables de las ventas al por menor, que registraron una subida del 9,8%. Supone una mejora considerable respecto al 7,2% de abril, que había marcado un mínimo histórico de los últimos 15 años.

También la producción industrial, con una subida del 6,3% se ha comportado mejor de lo esperado. Las manufacturas, en concreto, han aumentado el 6,2%. El sector privado, aún marginalizado en muchas áreas productivas, ha liderado el crecimiento industrial con un estirón del 8,7 % en el primer semestre.

Los mastodónticos conglomerados públicos, por su parte, solo se han apuntado un 5%. El adelgazamiento de las ineficientes compañías públicas es una tarea largamente anunciada por Pekín y que el delicado contexto actual ha obligado a posponer.

La salud china tiene evidentes repercusiones en la economía global. Pekín es el mayor exportador de la práctica totalidad del continente asiático y su mercado es el destino de los principales productores de comida, tecnología y todo tipo de materias primas.