Condiciones laborales

La OIT constata el aumento de la desigualdad entre trabajadores: el 10% se lleva casi la mitad del dinero en nóminas

Un estudio de la entidad señala que el aumento de los desequilibrios llega acompañado de un mayor peso del capital frente a las rentas del trabajo

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Gabriel Ubieto

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La desigualdad es un fenómeno al alza entre los trabajadores de todo el mundo y los que más cobran, cada vez cobran más, y los que menos cobran, cada vez cobran menos. Con un adelgazamiento de las llamadas clases medias de por medio. Así lo constata un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicado este jueves, que también recoge otro fenómeno relevante: el aumento del peso del capital, en detrimento de los salarios, en las economías de todo el mundo. Otro factor potencialmente fruto de desigualdades.

Si bien en la media mundial las desigualdades se han reducido en los últimos años, ello llega provocado por el efecto distorsionador de China e India, que han experimentado fuertes crecimientos con ciertos niveles de redistribución. Si bien en el cómputo global la concentración de riqueza fruto del trabajo en las rentas más altas ha pasado del 55,5% en el 2004 al 48,9% en el 2017; excluyendo a los dos gigantes asiáticos dicho porcentaje apenas ha variado, del 47,2% del 2004 al 46,2% del 2017.

Las clases medias, es decir, aquellos que se concentran entorno al 60% de las rentas, han pasado de concentrar en el 2004 el 44,8% del total de la masa salarial al 43%, en el 2017. Un descenso similar al que han sufrido el 20% de la población con los salarios más bajos, que han perdido 0,4 puntos de riqueza en los últimos 14 años, pasando del 3,9% al 3,5%. Todo ello se ha redistribuido hacia arriba y ha sido absorbido por el 20% más rico, que en el 2017 se llevó el 53,5% del pastel, 2,2 puntos más.

La OIT destaca en su informe que dicha tendencia en contra de la igualdad material se está desplegando con especial intensidad en países con grandes masas de trabajadores y de diferentes partes del mundo, como Indonesia, Italia, Alemania, Paquistán, Reino Unido o Estados Unidos.

El palo de jockey

En las grandes economías occidentales la OIT encuentra un patrón de evolución anti-igualitaria que bautiza como “el palo de jockey”. Es decir, crece levemente en las rentas más empobrecidas, disminuye notablemente en las capas medias y experimenta un ascenso pronunciado en las rentas más altas. No obstante, la entidad internacional remarca que, giros recientes a banda, "los países más pobres tienden a tener niveles de desigualdad más altos".

El estudio de la OIT también recoge una tendencia comúnmente detectada por otras entidades: el progresivo y prácticamente ininterrumpido avance del peso del capital en las economías de los países, en detrimento de las rentas del trabajo. Es decir, los salarios cada vez son menos relevantes dentro del PIB de los estados y las operaciones financieras y los movimientos de divisas cada vez cobran mayor protagonismo para calibrar la bonanza económica de un país. Los datos así lo señalan, ya que en el 2004 el capital representaba el 46,3% de la riqueza de un país y 14 años después, en el 2017, era el 48,6%.