Empleo
Una función, un contrato: en estas condiciones trabajan los técnicos del Auditori
El personal de sonido, iluminación o montaje de escenarios del Consorci de l¿Auditori i l¿Orquestra de Barcelona lleva a los juzgados sus condiciones de temporalidad estructural
En parte del Auditori de Barcelona suenan tambores de guerra. Concretamente los hacen sonar los operarios que están detrás de los protagonistas, esos actores secundarios que montan los escenarios, preparan las luces y configuran el sonido de las actuaciones, entre otros. Estos están a la espera de juicio tras denunciar a la empresa el pasado enero por sus condiciones de temporalidad estructural. Son alrededor de una treintena de habituales, que cada semana les suelen ir llamando con contratos de un día de duración. El Consorci de l’Auditori i l’Orquestra reconoce el problema, afirma tener los recursos para solventarlo, pero no la manera.
El conflicto no es nuevo, según reconocen ambas partes, aunque los trabajadores lo hicieron llegar a los juzgados el pasado enero para acelerar el proceso, para el que todavía están a la espera de que a este se le fije fecha. Al menos un total de 24 empleados, que han unificado su caso a través de los abogados del Col·lectiu Ronda, temen perder su puestos después de años de trabajo; en el caso de algunos casi 20. Y la amenaza proviene de las condiciones en las que se abriera una futura oferta de empleo para entrar de fijos en el Auditori, ya que de requerírseles una titulación de técnico de sonido o luces, "no todos cumplirían las condiciones", reconoce el gerente del consorcio, Jordi Tort.
"Nuestra voluntad es solventar el problema antes de llegar a juicio, no es una cuestión de recursos y estamos trabajando para trasladarles una nueva oferta para regularizar la situación", afirma Tort. "Queremos ser reconocidos íntegramente como plantilla del Auditori, porque realmente estamos ejerciendo como tal", afirma uno de los portavoces del colectivo, Martí Ballús. Según cuenta, un técnico de sonido como él gana entre 1.400 y 1.600 euros al mes por 16 días de trabajo, jornadas que habitualmente superan las 10 horas y están muy marcadas por la estacionalidad.
La temporalidad estructural provoca que los trabajadores, pese al acuerdo tácito, no tengan la garantía de volver a ser contratados, no tengan vacaciones pagadas en sí, sino prorrateadas en la nómina, ni derecho a baja, entre otros. Uno de esos 'otros' es que no pueden presentarse a unas elecciones al comité de empresa, dado que no acumulan la antigüedad suficiente. Es ahí donde ha escalado el conflicto un nivel más, ya que la próxima semana está previsto que se constituya la mesa electoral y estos trabajadores tienen la voluntad de presentarse, ya que no se han sentido representados hasta ahora. Sí podrán o no es algo que el Departament de Treball está dirimiendo actualmente, lo que, implícitamente sería un primer paso para reconocer su laboralidad.
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