Economía mundial

Lagarde reclama medidas para acallar los agravios explotados por el populismo

La directora del FMI asegura que la economía mundial atraviesa por un "momento delicado"

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Ricardo Mir de Francia

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Puede que la revuelta populista que está cuestionando a las viejas instituciones no sirva para resolver los complejos problemas que enfrentan las sociedades modernas, pero sí está sirviendo para que se escuchen agravios legítimos que llevaban demasiado tiempo ignorados. Sirva como ejemplo la evolución del Fondo Monetario Internacional, que este jueves ha pedido una reforma del sistema internacional de comercio para hacerlo más justo y respaldar a los trabajadores golpeados por las deslocalizaciones de empresas; un nuevo sistema impositivo para que las multinacionales paguen más; o un combate serio contra la corrupción que dilapida las arcas públicas. Todo eso en medio de "un momento delicado para la economía global", que se ha frenado un año después de que retornase el optimismo. 

"Hace un año estábamos hablando de un crecimiento sincronizado en el que participaban el 75% de las economías mundiales. Hoy hablamos de una ralentización sincronizada en el 70% de las economías", ha dicho la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, durante la reunión semestral que el organismo celebra en Washington. Lagarde ha insistido en que la situación debería de mejorar en 2020, cuando se espera un crecimiento global del 3,6%, tres décimas más que el de este año, pero ha puesto unas cuantas condiciones para que los vaticinios se cumplan. "El esperado repunte es precario y está sujeto a varios riesgos a la baja". Riesgos que incluyen desde las tensiones comerciales, al elevado endeudamiento público y privado en muchas economías avanzadas o el desenlace final del Brexit

En ese sentido, Lagarde ha dado la bienvenida al aplazamiento concedido por la Unión Europea al Reino Unido al decir que un Brexit sin acuerdo hubiese sido "terrible". Por el momento, sirve para ganar tiempo y evitar un epílogo dramático al culebrón que pesa sobre la anémica economía de la eurozona, cuyas expectativas de crecimiento se han rebajado tres décimas para quedar en el 1,3% a final de año. La prueba de que el FMI no las tiene todas consigo es que Lagarde ha vuelto a pedir a los países industrializados que utilicen sus políticas fiscales para tener más margen de respuesta cuando llegue la próxima crisis, a la que no ha puesto fecha. 

Guiño al trumpismo

Pero su discurso puede también leerse como un intento de reaccionar ante las fuerzas que están arrinconando al sistema de gobernanza global, lideradas por Donald Trump, que este mismo jueves ha visto como uno de sus discípulos, David Malpass, tomaba las riendas del Banco Mundial. Malpass fue economista jefe de Bearn Stearns en los años que condujeron a su colapso. Y también, un crítico habitual del banco que ahora presidirá con la misión de acabar con la pobreza en el mundo

Sin llegar a nombrar nunca al populismo nacionalista, Lagarde ha hecho un guiño al trumpismo al apoyar la reforma de la Organización Mundial del Comercio y de un sistema que ha creado ganadores y perdedores. "Hay que hacer más para aquellos que se han quedado atrás", ha dicho la exministra francesa. Al mismo tiempo, Lagarde ha rechazado frontalmente los aranceles, que ha definido como "heridas autoinfligidas" y ha  pedido políticas inclusivas para combatir la desigualdad. En un documento paralelo, habla de un "nuevo multilateralismo" para hacer frente a los grandes desafíos, un concepto que actualmente suena a utopía.