FUNCIONARÁ A FINAL DE AÑO

ICL invierte 77,3 millones en su terminal del puerto de Barcelona

Las instalaciones agilizarán el transporte de las sales y potasas desde las minas del Bages

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Eduardo López Alonso

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La nueva terminal portuaria e intermodal de ICL Iberia en el puerto de Barcelona empezará a funcionar a finales de este año tras un ritmo acelerado de las obras actualmente en marcha. Con una inversión comprometida de 77,3 millones de euros, la transformación portuaria derivada de la actividad industrial del Bages y sus minas es una de las inversiones logísticas más importantes de Catalunya.

Las constructoras Dragados y Sorigué están haciendo realidad el proyecto de ingeniería, que comporta un muelle de más de 400 metros de longitud y 14 metros de calado, dos grúas de 52 metros de altura, dos almacenes que ocupan 22.000 metros cuadrados y una terminal ferroviaria de cuatro vías con capacidad para trenes de 24 vagones. El director de las obras, Iván Nogales, y el responsable de las operaciones de ICL Iberia en el puerto de Barcelona, Juan Luis Aldea, han explicado a los periodistas que la nueva terminal de ICL tendrá una superficie total de 80.500 metros cuadrados y una capacidad de carga anual de barcos de cuatro millones de toneladas

La faraónica infraestructura, con capacidad para mover 25 toneladas diarias de sales y potasas,  se sitúa en muelle Álvarez de la Campa y forma parte de un plan inversor de 400 millones de euros que ICL tiene en marcha desde el 2012 para potenciar la compañía y minimizar el impacto medioambiental de su actividad en el Bages mediante la venta de las sales derivadas de la producción minera. 

La futura terminal dispone de un área de concesión de 80.500 metros cuadrados durante los próximos 35 años. La infraestructura tendrá una capacidad de almacenamiento de hasta 100.000 toneladas de sal, que podría ampliarse hasta las 140.000 toneladas. Por otra parte, dispondrá de una capacidad de almacenamiento de potasa de hasta 120.000 toneladas, ampliable a 160.000 toneladas.

A través del proyecto de construcción de la futura terminal, la empresa  israelí especializada en fertilizantes e industria química contará con dos cargadores de barcos ('shiploaders' o grúas gigantes), que operarán con una tasa de carga nominal de 1.200 toneladas por hora cada una. También se prevé la habilitación de una estación de carga de camiones de hasta 300 toneladas por hora y zona de espera para 25 camiones. El calado o profundidad del amarre permitirá que pueda ser utilizado por buques tipo Panamax gigantes de unas 70.000 toneladas, más otro de 30.000 toneladas de forma simultánea. Actualmente solo es utilizado por buques de 25.000 toneladas. 

En cuanto a la estación de descarga de trenes, se habilitarán cuatro vías ordinarias hasta la nueva terminal y dos pistas cortas de mantenimiento. La capacidad máxima de descarga será de hasta 7.500 toneladas por día y se podrá descargar un tren de potasa y otro de sal al mismo tiempo, explican desde la empresa, lo que permitirá duplicar la cantidad de mineral transportado. El objetivo es "potenciar el transporte ferroviario frente al de camiones" hasta gestionar cuatro trenes al día y 80 camiones al día. La capacidad máxima llegará a siete trenes al día. La alta automatización de los procesos limita el número de empleados en la infraestructura que pasará de 13 a 25 personas.

La multinacional ICL explota a través de Iberpotash, minas de sal y potasa en el Bages. El 80% de su producción se exporta a Europa, Asia y América, sobre todo a industrias químicas.  La actividad de la firma se vio frenada en el 2016 con un recorte de ingresos del 16% y reiteradas polémicas por los efectos contaminantes de su actividad en la comarca. La facturación de la firma estaría por encima de los 280 millones de euros anuales, aunque la compañía no ha ofrecido datos oficiales de su balance anual en el 2018.