conflicto empresarial

A golpe de gafas

Las cúpulas de la italiana Luxottica y la francesa Essilor, productoras de lentes, se enzarzan en una disputa seis meses después de fusionarse

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Irene Savio

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En la era de las batallas comerciales transoceánicas, Italia Francia siguen jugando a las viejas rivalidades. Lo constataba esta semana el incendiario cruce de acusaciones entre la clase dirigente del gigante óptico italiano Luxottica Group Spa y la de su homólogo francés Essilor International SA, seis meses después de la megafusión entre ambos. Un desencuentro, de consecuencias imprevisibles, que ya ha provocado significativas pérdidas en los mercados financieros.

Las versiones de los dos son contradictorias. De acuerdo con Leonardo Del Vecchio, el octogenario y excéntrico fundador de Luxottica, sus socios franceses pretenderían apartarlo de la toma de decisiones, usurpándole poder. Estas son "graves y falsas acusaciones contra la dirección y gestión del grupo", le respondió el jueves el jefe de Essilor, Hubert Sagnières. Esta toma de posición "perjudica a la empresa y a todos sus accionistas”, ha continuado Sagnières.

La guerra entre Luxottica y Essilor se hizo pública tras que Del Vecchio sugiriera como nuevo director ejecutivo del grupo italo-francés —llamado EssilorLuxottica— uno de sus colaboradores más cercanos, Francesco Milleri. Pero esto finalmente no prosperó, tal como quedó evidenciado tras la última reunión el lunes del consejo de administración del grupo en la que no se produjo el nombramiento esperado. Un asunto, este del nuevo director ejecutivo, por el cual el grupo se ha fijado como fecha límite el 2020.

Con este trasfondo, el miércoles, Del Vecchio, que es el accionista mayoritario con casi un tercio del nuevo grupo, lanzó su contraofensiva. "Francesco Milleri es un chivo expiatorio. Hubert Sagnières tiene que tener la valentía de decir que, para él, yo soy el problema", afirmó el empresario italiano. "Sagnières solo acepta lo que él propone. En la primera reunión del grupo, en noviembre pasado, se comportaba como si Essilor hubiese comprado Luxottica", continuó, en referencia al acuerdo firmado en 2017 entre las dos compañías, diseñado para mantener un equilibrio de poder paritario hasta 2021. 

Tomar el control

"Un cierto número de acciones reflejan de facto un intento de tomar el control del nuevo grupo, sin que ningún añadido se haya ofrecido a los accionistas", ha insistido Sagnières. "Leonardo Del Vecchio es un personaje complejo e imprevisible. Posee grandes dotes empresariales como atestigua su increíble éxito. Pero también es un hombre anciano que considera que su empresa y su vida son una única cosa", reflexiona el economista Giuseppe Berta, en declaraciones al diario económico francés 'Les Échos'. "Quiere imponer su visión sobre algo que considera suyo", añadió el experto.

El problema es que el éxito, o el fracaso, de la operación afectará el destino de un grupo que hoy cuenta con unos 150.000 empleados y ventas en más de 150 países, por un beneficio neto que fue de 1.871 millones de euros durante el pasado año. Sin embargo, este resultado ha supuesto un retroceso del 1,7% frente a 2017, un dato, ajustado en términos proforma, revelado a comienzos de este mes. De ahí también que el grupo haya sufrido esta semana turbulencias en los mercados, donde el jueves llegó a caer un 6%.

Algunos ya lo habían visto venir antes de que la operación de fusión se concretarse. Unir a un viejo empresario, curtido en mil batallas y que llegó a convertir su empresa familiar en el mayor fabricante mundial de gafas, entre ellas Ray-Can y Oakley, a otro gigante como Essilor, líder en lentes oftalmológicas, fue visto desde el comienzo con escepticismo por la distinta formar de gestionar las dos compañías. Algo que ahora parece haberse confirmado.