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Contra las crisis, educación

Aula escuela taller educación financiera

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Pablo Allendesalazar

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Tener un grado de conocimientos financieros adecuado supone una gran ventaja individual para los ciudadanos, ya que les permite entender el riesgo que asumen al contratar un producto, tomar mejores decisiones y reducir las posibilidades de que ser víctimas de abusos. Pero además, produce efectos positivos para el conjunto de la sociedad, pues disminuye el peligro para la estabilidad financiera que representan los cada vez más habituales conflictos judiciales entre las entidades y sus clientes, al tiempo que podría mejorar el volumen de ahorro en España hacia niveles más homologables con otros países europeos con unas finanzas más equilibradas.

Hasta tal punto es así que una de las recomendaciones para evitar futuras crisis que acaban de pactar los grupos parlamentarios con un inusitado consenso en la comisión de investigación del Congreso es "promover la educación financiera, que permita a las personas tomar decisiones más informadas, y dando herramientas y recomendaciones prácticas personalizadas". Por ello, aconsejan, "se deberían reforzar las campañas llevadas a cabo por la CNMV y Banco de España, así como estudiar la posibilidad de incorporar conceptos relacionados con la educación financiera en los currículums escolares y desarrollar planes en materia de educación y cultura financiera y cívico tributaria adaptada a grupos de edad y colectivos sensibles". El Senado también ha instado al Gobierno a impulsar programas específicos para mujeres y colectivos en riesgo de exclusión financiera.

El Ministerio de Educación es receptivo. El departamento "siempre tiene en cuenta las decisiones que se toman en el Parlamento; que los ciudadanos hayan aprendido contenidos financieros que les ayuden a desenvolverse en la sociedad es muy importante", señalan fuentes del mismo, informa Olga Pereda. El secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana, ya se mostró partidario de "reforzar" la inclusión de conocimientos financieros en el curriculum escolar el pasado octubre, coincidiendo con la celebración del día de la educación financiera. El debate de la nueva ley de educación a partir de enero podría brindar la oportunidad perfecta para ello.

Campo de mejora

En los últimos años se ha avanzado, gracias precisamente al impulso de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y el Banco de España, que desde el 2008 son los principales motores de la educación financiera en el país. En el 2009 firmaron un convenio de colaboración con el Ministerio de Educación para impulsar la formación en finanzas en el sistema docente. Desde el 2014, todos los alumnos de primaria reciben una formación básica, dentro de la asignatura de ciencias sociales, orientada a tomar conciencia del valor del dinero y sus usos mediante un consumo responsable y el sentido del ahorro.

En secundaria hay una asignatura específica de economía en cuarto de la ESO con conocimientos más avanzados, como presupuesto personal, ahorro y endeudamiento, planes de pensiones, riesgo y diversificación, y el dinero y las relaciones bancarias. Pero el problema es que no es obligatoria con lo que deja fuera a los alumnos que se orientan hacia la formación profesional o el bachillerato de ciencias. 

Mayor ambición

Sebastián Albella, presidente del supervisor de los mercados, se mostró hace unos días partidario de ir más lejos. "El nivel de presencia de esta materia en el currículum es aún incipiente, y desde luego nos gustaría que su implantación fuera generalizada", declaró en una entrevista en 'El País'. El plan de educación financiera de la CNMV y el Banco de España considera necesario reforzar y ampliar los contenidos de educación financiera en primaria y trabajar para que todos los alumnos de secundaria y formación profesional reciban instrucción en la materia.

Por ello, dicho plan promueve un programa de educación financiera en los colegios, que imparten todos los años cerca de 700 centros educativos de forma voluntaria. Paralelamente, realiza actividades destinadas a otros colectivos, en particular a aquellos donde se ha detectado una necesidad mayor: los jóvenes de entre 18 y 34 años, los mayores de 65 años, las personas de rentas bajas, y las mujeres.

Ciudadanos responsables

Se trata de una cuestión clave. La OCDE, el organismo internacional que más ha impulsado la formación en este campo, advirtió en una guía de buenas prácticas en el 2015 que la "educación financiera debe comenzar en la escuela; los ciudadanos deberían recibir instrucción sobre temas financieros lo más jóvenes posible". En la misma línea, la Comisión Europea señaló en el 2007 que "los consumidores deben recibir educación financiera sobre asuntos financieros y económicos lo antes posible, empezando en la escuela. Las autoridades nacionales deben estudiar la posibilidad de que la educación financiera forme parte obligatoriamente de los planes de estudio".

El Banco Central Europeo (BCE) ya advirtió hace un par de años de la necesidad de fomentar la existencia de "ciudadanos financieros responsables", pues "como mínimo, todo inversor debe saber dos cosas: la primera, que una rentabilidad más alta siempre va de la mano de un mayor riesgo; la segunda, nunca pongas todos tus huevos en un mismo cesto". Las entidades financieras, como parte fuerte en la relación con sus clientes, tienen la obligación de informarles de forma completa y transparente sobre las condiciones de sus productos y servicios, y sobre ellas recae la responsabilidad en caso de no ser así. Pero una mayor formación de los clientes también reducirá los problemas. Mejorar la educación financiera no va a evitar evidentemente que se produzcan nuevas crisis, pero sí puede limitar sus alcances y efectos.

España tiene un amplio margen de mejora

Aunque el grado general de educación financiera de un país no es fácil de medir, distintos estudios apuntan a que España tiene aún un amplio margen de mejora. Según la encuesta de competencias financieras de la población entre 18 y 79 años impulsada por el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores, amplias capas de la población no están familiarizadas con conceptos básicos como la inflación (el 42%), el tipo de interés compuesto (54%) o la diversificación del riesgo (51%). La falta de conocimientos financieros resulta especialmente pronunciada entre los jóvenes y los mayores de 65 años.