Iniciativa BBVA Open Mind

El trabajo ni se crea, ni se destruye: solo se transforma

Los expertos resaltan la importancia de las políticas públicas para que el cambio tecnológico se traduzca en mayor igualdad de oportunidades

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Gabriel Ubieto

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Como si por la ley de la conservación de la energía se rigiera, el empleo, que no los puestos de trabajo, ni se crea, ni se destruye: solo se transforma. Esta y otras muchas reflexiones sobre el futuro del mundo laboral surgieron en el debate organizado por el BBVA entre el responsable de análisis macroeconómico del BBVA, Rafael Doménech, y la periodista especializada y 'coach' Alison Maitland. Fruto de la iniciativa BBVA Open Mind y coordinado por EL PERIÓDICO, estos dos expertos debatieron sobre las nuevas aptitudes que el futuro del trabajo requerirá en un entorno cada vez más digitalizado, como la tecnología ha cambiado, está cambiando y cambiará las relaciones laborales y cómo afectará en el número y el tipo de puestos de trabajo.

Cómo será el empleo del futuro o qué cualidades, al detalle, requerirán sus profesionales es algo incierto, debido, en parte, a las características de la revolución 4.0. A diferencia de las otras, "será mucho más rápida e intensa", como ya apuntó la directora adjunta de EL PERIÓDICO, Olga Grau, nada más empezar el debate. Lo que los ponentes sí afirmaron categóricamente es que el progreso social dependerá del progreso técnico. La mirada con perspectiva histórica, y datos, del economista del BBVA así lo corroboró. El paro en el 2016 estaba en el mismo nivel en países como Reino Unido o Estados Unidos que a principios de siglo. No obstante, la riqueza generada se ha multiplicado por 5,7 en el caso del primero y por 7,4 en el caso del segundo.

"El progreso también implica la destrucción de algunos empleos", reconoció Doménech durante el acto, apuntando que todo cambio acaba favoreciendo a unos en detrimento de otros. Los trabajadores encargados de aquellas tareas más repetitivas y rutinarias serán los más afectados. Por el contrario, aquellos que tengan su productividad en su capacidad creativa, de asociarse y generar valor de tareas "inteligentes", es decir, no reproducibles por una máquina, serán los más beneficiados de la progresiva digitalización y tecnificación de los procesos.

No es que los cambios no vayan a afectar también a aquellos oficios que requieren mayor cualificación, sino que estos acabarán mutando, mientras los repetitivos desaparecerán, tal como apuntó Alison Maitland. La periodista económica citó el ejemplo de los radiólogos, ya que, a pesar de que esta profesión exige de una alta preparación, actualmente se encuentra en peligro de extinción. Su sustituto es una máquina de alta precisión que detecta anomalías en las radiografías que ni el más experto ojo humano podría. "En la capacidad de adaptación y reconversión está la clave", afirmó Maitland.

La formación, por ende, sigue siendo una inversión rentable. La estadística ofrecida por el equipo de análisis macroeconómico del BBVA e invocada por Doménech así lo avala. A pesar de que cada vez hay más gente con estudios superiores, su formación y talento cada vez es más recompensada. Si en el año 2000 el salario entre un trabajador con estudios cobraba 1,8 veces más que uno sin estudios, en el 2016 esta proporción era de 1,9 veces.

Llevar la productividad a la red

Si bien la historia muestra que la creación de riqueza depende del progreso técnico, cómo seguir innovando siempre es una incógnita. La receta que pusieron sobre la mesa los expertos fue aprovechar la globalidad de los procesos y las oportunidades que en este sentido ofrece internet. Ampliar los horizontes y conectar las habilidades de profesionales de todo el mundo con proyectos de todo el mundo fue una de las claves que destacaron Maitland y Doménech para paliar las dificultades con las que ya se encuentran muchas empresas actualmente.  

Y para encarar esos retos del mercado laboral, la "adaptabilidad" y la "inclusión de la diversidad", según destacó Maitland, serán determinantes para poder competir al alto ritmo de cambio que marca ya el progreso tecnológico.  

Controlar el cambio

"Deben ser los hombres quienes controlen el cambio tecnológico, no el cambio tecnológico quienes les controle a ellos", afirmó Maitland. La 'coach' destacó, en este sentido, la importancia de las políticas públicas en el control de este cambio tecnológico, para que sus frutos estén al servicio de la ciudadanía. Doménech corroboró la reflexión con datos. Austria, por ejemplo, tiene una renta nacional muy similar a la de Suecia. No obstante, a nivel de desigualdad está más cerca de España que no de cualquier otro de los países nórdicos. "El reto es gobernar la transformación tecnológica y digital", afirmó.

La política y las políticas deben ser para ello proactivas y no reactivas, según coincidieron los expertos. Centrar la protección social en el trabajador y no en el puesto de trabajo fue uno de los puntos que surgieron durante el debate y que está muy presente hoy en día en otros foros. Cargar impuestos o no sobre los robots fue otro. Doménech, en ese sentido, consideró que es mejor incentivar que frenar la creación de talento y que la globalidad de los modos de producción cada vez hace más difícil centrar las soluciones en políticas fiscales muy concretas.