POBREZA ENERGÉTICA

El asesino silencioso que llega en invierno

La falta de medios para costear la luz y el gas es responsable de entre 2.300 y 9.300 muertes prematuras en la estación más fría

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Manuel Vilaseró

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La preocupación por la pobreza energética despertó la alarma generalizada a raíz de casos como el de la anciana de Reus, fallecida a causa del incendio provocado por una vela encendida porque tenía la luz del piso cortada. Situaciones como estas abrieron los ojos a una realidad cada vez más extendida.

Los estudios más recientes estiman que la incapacidad para pagar las facturas del gas o la electricidad es responsable en España de entre 2.500 y 9.300 muertes prematuras al año. Una cifras que son superiores a los fallecidos en accidentes de tráfico, suicidios y casi la mitad de los fallecimientos debidos a la contaminación.

La inmensa mayoría no son casos tan visibles como el Reus. Están causados por enfermedades vinculadas al frío. La mortalidad invernal es en España un 20% más alta que el resto del año desde 1990 sin que este diferencial haya podido reducirse desde entonces.

La crisis y las tarifas

Los países europeos más avanzados llevan años aplicando medidas que España ha empezado a tomar recientemente y con mucha timidez, cuando la crisis económica y las subidas de las tarifas han disparado la población afectada.

Los estudios más precisos cifran en torno al 10% o el 11% el número de personas que sufren pobreza energética. El cálculo se hace a partir del número hogares cuyas necesidades energéticas superan el 10% de la renta disponible en hogares de rentas bajas.

A partir de estos cálculos, el Ministerio para la Transición Ecológica cifra en unos 4,6 millones de personas las que se encuentra en esta situación en España. Un informe de Iválua, un consorcio público en el que participan la Generalitat, la Diputació de Barcelona y Universitat Pompeu Fabra (UPF), publicado el año pasado fijaba en 854.710 los afectados en Catalunya.

El bono francés

El bono para la calefacción que ahora crea el Gobierno lleva, por ejemplo, años implantado en Francia. Allí está englobado en el cheque de energía, que cubre también el butano y el propano.

La medidas que se habían tomado hasta ahora son tan restrictivas y complejas que no han beneficiado más que una pequeña parte de los afectados. La Generalitat gastó en 2017 tan solo el 60% del dinero presupuestado para hacer frente a la pobreza enegética.  Sólo 87.388 personas se beneficiaron de la ayuda.