efectos del 'procés'

Un año después del 1-O, la sedes de empresas siguen sin volver

Edificio del Banc Sabadell en Barcelona.

Edificio del Banc Sabadell en Barcelona. / periodico

Agustí Sala

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Hace un año, el Banc Sabadell tomó la decisión de trasladarBanc Sabadell su sede social de Catalunya a Alicante. Fue el inicio de un éxodo posterior a la celebración del referéndum del 1 de octubre del año pasado (1-O), que dejó Catalunya sin la sede de sus dos principales entidades financieras, ya que también CaixaBank hizo lo propio al apostar por mudarse a Valencia y su accionista de referencia, Criteria y su propietaria, la Fundación Bancaria La Caixa,Criteria Fundación Bancaria La Caixa a Palma de Mallorca.

Con esta decisión, los dos bancos frenaron el descenso en bolsa que habían sufrido en los días precedentes. Las entidades llevaron a cabo un movimiento preventivo ante el entorno de incertidumbre frente a la posibilidad, aunque fuera remota, de que una supuesta Catalunya independiente quedara fuera de al zona del euro y de la Unió Europea (UE) y, por tanto, fuera del paraguas del Banco Central Europeo (BCE). Ante la inquietud de muchos clientes, ofrecieron las denominadas 'cuentas espejo', que no eran más que el mismo depósito pero domiciliado en otra oficina del banco fuera de Catalunya.   

Pero los bancos no fueron los únicos que hicieron las maletas, ya que la fuga afectó a todos los sectores y a grandes compañías, entre las que estaban las que entonces estaban participadas por el Grupo La Caixa, como Gas Natural (hoy Naturgy) o Abertis, actualmente en manos de la italiana Atlantia y de Hochtief, la filial alemana de ACS. Incluso una de las empresas más antiguas del mundo, Codorniu, con raíces profundas en Sant Sadurní d'AnoiaCodorniu desde el siglo XVI, optó por trasladar su sede a La Rioja, al igual que hicieron otras firmas catalanas, como Pastas Gallo, que se mudó a Córdoba, o el Grupo Planeta, a Madrid. Todo ello con un decreto del Gobierno de Mariano Rajoy que facilitaba al máximo el traslado de sedes sociales y que sigue vigente.

Ninguna de las grandes empresas que dieron el paso ha regresado desde entonces, con la excepción de la Sociedad General de Aguas de Barcelona (SGAB), matriz del grupo Agbar, que en septiembre decidió volver a ubicar su domicilio social en Catalunya. Pero ha sido una excepción. 

Cuentas empresariales

"La situación sigue siendo incierta y se puede complicar, aunque, por ahora, no se nota en las cuentas empresariales", afirman fuentes de una gran asesoría que prefiere no identificarse. En total, desde el 1-O, 3.854 empresas domiciliadas en Catalunya decidieron trasladar su sede social a otra comunidad, según los datos de Cesce a partir de la cifras del Registro Mercantil. La Conselleria de Empresa elaboró un estudio hace unos días en el que destacaba que el 80% de las que tomaron esta decisión eran pymes, e incluso microempresas y que el 61% optaron por Madrid. El punto álgido se registró en diciembre y enero pasadoi, con 813 y 863 salidas, respectivamente frente a apenas unas decenas de entradas. En los meses siguientes, la evolución se fue normalizando.  

En todo caso, los efectos del 'procés' son difíciles de evaluar sin un sesgo ideológico. "La sede social es como un portaviones, que lleva una escuadrilla que le acompaña", explica un economista. Los efectos inmediatos son la pérdida de unos pocos empleos y servicios que van de la asesoría hasta las empresas dedicadas a la organización de eventos como las juntas de accionistas. La duda es lo que sucederá a medio y largo plazo y si afectará a la actividad productiva. 

El Govern reconoció que la facturación conjunta en Catalunya de las empresas que trasladaron su sede entre octubre del pasado año y julio ascendía a unos 100.000 millones de euros. Ese dato no es fácil de trasladar al producto interior bruto (PIB), sobre todo porque son mudanzas de sedes, no de actividad productiva. 

Lo cierto es que el balance de este último año es que, no solo se han marchado sedes sociales sino que también se han vendido numerosas empresas familiares, que incluyen los dos gigantes del cava, Freixenet y Codorniu, pero a la vez se ha acelerado el dinamismo del ecosistema de 'start-ups', así como las inversiones de gigantes tecnológicos como Amazon en Catalunya.