Historias Mínimas

Hormigón que viste obras

Cinco generaciones de la familia Sas coronan y decoran obras desde 1900. Hoy el 77% de su producción a base de hormigón la exportan

SAS

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Carme Escales

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En el garaje de casa, Joan Sas Gregori, iniciaba en Vilanova i la Geltrú el primer tramo de un fructífero negocio familiar. Cinco generaciones han ido tomando, hasta hoy, el relevo de una actividad que el tatarabuelo de Adrià Sas empezó como un auténtico emprendedor. Era un manitas. Hacía piezas a medida con pasta de hormigón líquida que introducía en moldes también hechos por él. Así lograba sólidos ornamentos que encajaban a la perfección en azoteas, jardines o el exterior de casas de particulares. Cada vez más gente le encargaba modelos. Y el año 1900 fundaba Sas, prefabricados de hormigón, la firma que hoy su tataranieto lidera como gerente y director y que el pasado año facturó 14 millones de euros. El guión estaba escrito.

    «Continuamos haciendo lo mismo que primero hizo mi tatarabuelo, caprichos de acabados a medida pero ahora fabricados en serie, que aportan soluciones técnicas a constructores porque nuestras piezas se colocan con facilidad y encajan en sus obras, las coronan y decoran. Nuestro producto de hormigón no soporta cargas de estructura, solo embellece», explica Adrià Sas. En marzo del pasado año, él tomó las riendas del negocio familiar, Sas, prefabricados de hormigón (www.sas-sa.com), al jubilarse su padre, Joaquim Sas, que en los años 80 había relevado también al suyo, Joan Sas.

    Después de aquel garaje inicial como primer taller de la empresa, en 1920, el bisabuelo de Adrià inició la industrialización del mosaico hidráulico, la baldosa de 20x20 con cenefas que tantos pisos cubrió. Mezclando colores y áridos, los Sas las fabricaban y las vendían por toda Catalunya. Pero en la década de los 50 el abuelo de Adrià, Joan Sas, ante más de 250 competidores que se habían puesto a hacer lo mismo, decidió abandonar esa producción y concentrarse de nuevo en productos de construcción.

    Celosías cristaleras, ventanales y más tarde jardineras, remates de piscina, vallas, alfeizares de ventanas y cobremuros, estos dos últimos su producto más vendido actualmente, han ido abasteciendo a distribuidores de materiales de construcción. Es un negocio B2B (Buisiness to Business). La empresa afronta este año la construcción de una nueva fábrica en el municipio de Pira (Conca de Barberà), una nave de 1.800 metros cuadrados donde fabricarán nuevas líneas de producto con hormigón de altas prestaciones. «Queremos tocar más teclas en el mercado y automatizar procesos con la ayuda de tres primeros robots en la empresa», declara Adrià Sas.

    La nueva nave industrial se prevé que ya esté operativa el primer trimestre del próximo año y supone una inversión que alcanza prácticamente los tres millones de euros. La obra se suma a otros tres centros de producción, ubicados en Montblanc y otro en el mismo municipio de Pira. 

El 77% de la producción de la empresa se exporta, en un 73% a Francia. El resto, se lo reparten los mercados alemán, italiano y constructores del Benelux. Gracias a esa exportación, que ya inició el padre de Adrià, en los años 80, la firma ha sabido sortear bien la crisis de la construcción en España, un mercado que supone el 24% de su facturación global.