LOS EFECTOS DE LAS SANCIONES A RUSIA

Los apuros de Oleg Deripaska

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Marc Marginedas

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Antes de la crisis del 2008, llegó a ser el hombre más rico de Rusia, con activos valorados en 28.000 millones de dólares. Y hasta hace unas semanas, se hallaba a la cabeza de un vasto imperio empresarial, con más de 150.000 empleados, incluyendo a United Rusal, la segunda empresa de aluminio más importante del mundo por volumen de extracción primaria. Las fiestas anuales que organizaba en el Foro Internacional de Davos eran de las más concurridas y celebradas, con la presencia de afamados cantantes como Enrique Iglesias.   

Pero la suerte de Oleg Deripaska se torció definitivamente en abril pasado, cuando su nombre fue incluído en una lista de destacados empresarios sancionados por EEUU. El motivo: su supuesto papel en la campaña de injerencia rusa en las elecciones presidenciales estadounidenses, en las que resultó elegido el presidente Donald Trump. Según creen los investigadores, Deripaska ejerció de intermediario entre el Gobierno ruso y Paul Manafort, exjefe de campaña del actual líder de la Casa Blanca y un hombre actualmente imputado en las investigaciones que se están desarrollando en EEUU.

Los efectos del castigo norteamericano  se sintieron en los días siguientes a la difusión de la noticia. United Rusal y EN+, otra de las empresas más importantes del magnate, con intereses en la producción de energía y en el sector del carbón, perdieron más de la mitad de su cotización en dos aciagas jornadas bursátiles. En total, el valor de los activos de Deripaska redujo en esos días en 6.000 millones de dólares, con una perspectiva de perdidas adicionales a medida de que se fueran implementando las durisimas sanciones decretadas por Washington, que fundamentalmente prohibían a sus compañías comerciar en dólares o trabajar con bancos norteamericanos

Replantear la estrategia

No obstante, la violenta sacudida que provocó el castigo estadounidense en el mercado mundial de aluminio, dadas las dimensiones de United Rusal, ha empujado a Washington a relajar su estrategia. El Departamento del Tesoro de EEUU extendió a octubre el plazo para que las empresas con contratos ya firmados siguieran tratando con el gigante del aluminio controlado por el oligarca, sin motivo para inquietarse. Al mismo tiempo, daba a entender que si Deripaska se desprendía del control accionarial, sus empresas podrían sortear las sanciones y abandonar la lista negra estadounidense.

Aunque Deripaska no ocupa la presidencia de ambas entidades, tras haberla cedido ya en febrero, cuando su nombre fue incluido en una primera lista de personalidades susceptibles de ser sancionadas, ahora desde Washington se le exige que reduzca significativamente su participación en EN+ y no supere en ningún caso el 40%, según ha asegurado una fuente anónima a la agencia Bloomberg. El oligarca controla Rusal a través de EN+, ya que un 48% de sus acciones están a nombre de esta última empresa. 

Eso sí, todo parece indicar que el Estado ruso ayudará a este empresario muy próximo a Vladímir Putin a afrontar la tempestad, probablemente adquiriendo las acciones que inevitablemente deberá poner a la venta para que las empresas que aún controla no vayan a la ruina.