precariedad laboral

"La necesidad de algunos es la oportunidad de otros"

Adelali, de 60 años, no entiende como hay poersonas que pueden estafar a quienes buscan trabajo

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Gabriel Ubieto

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Abdelali cuenta que le hubiera gustado ser ministro, porque lo de hablar en público, en vez de intimidarle, le motiva. No obstante, la vida le ha llevado por derroteros bastante más crueles. Por motivos económicos no pudo acabar la carrera de matemáticas en su Marruecos natal y se tuvo que poner a trabajar en una fábrica, “ganando tan poco que casi no podía ni mantenerme”, cuenta.

Sus vecinos españoles le permitieron aprender el castellano antes de que las promesas de una vida mejor le llegaran desde el otro lado del estrecho. “Todo falso”, se lamenta. “Fui 20 años invisible”, cuenta Abdelali a sus 60 años. “Invisible” es el sinónimo de “sin papeles”, lo que le obligó a trabajar en negro en lo que le saliera. A la precariedad se le sumó hace diez años un cáncer, ya superado, durante el que no pudo trabajar. “Hubo más de una noche que la dormí en la calle”, recuerda con el gesto hundido.

Hoy vive en un piso del barrio Gòtic de Barcelona junto a su mujer y su hija, de seis años. Su esposa cruzó el estrecho hace ocho años cuando él consiguió regularizar su situación y la pequeña ya nació aquí. “No paro de moverme, toco todas las puertas para que no le falte de nada a mi familia. Lo que no me entra en la cabeza es que haya personas que puedan dormir bien por las noches sabiendo que están estafando a alguien con la promesa de un empleo. Desgraciadamente, para lo que algunos es motivo de necesidad, para otros es una oportunidad”, reflexiona.