LOS 15 AÑOS DE LA MONEDA ÚNICA

Lo que valía un café

Reportaje cafe

Reportaje cafe / periodico

CRISTINA MARTÍN VALBUENA / BARCELONA

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Un café con leche cuesta hoy 225 pesetas (1,35 euros), casi tres veces más de lo que costaba en el 2001 (80 pesetas). La caña en el bar nos sale hoy por 283 pesetas (1,70 euros) y la barra de pan por 145 (90 céntimos). El menú diario ahora lo pagamos por 1.665 pesetas (10 euros). Aunque estas conversiones quedan ya demasiado lejos y para los más jóvenes son hasta desconocidas, los 15 años del euro se han saldado con una vida más cara, entre el redondeo inicial y la crisis económica posterior.    

Con la puesta en circulación del euro, en enero del 2002, los precios de muchos bienes menudos aumentaron de golpe, al tiempo que otras sufrían los efectos del famoso redondeo, que siempre se hizo al alza. Algunos artículos que valían 100 pesetas de golpe pasaron a costar un euro (166,386 pesetas) subiendo un 66% de la noche a la mañana. Y aunque eso no fue lo más habitual, la sensación entre la población fue que sí.

Ignacio González, subdirector general de precios del Instituto Nacional de Estadística (INE), destaca que donde más se notó el efecto del redondeo fue en “los precios más pequeños, como el de la barra de pan, puesto que la tasa de variación en pequeñas cantidades es mayor”. Es decir, en los bienes de primera necesidad, como señala Miguel Ángel Serrano,de la asociación de consumidores FACUA.

La sensación generalizada que tuvieron los ciudadanos los primeros meses tras la entrada en vigor del euro aquel enero del 2002 fue que los precios se dispararon, aunque estudios posteriores llegaron a la conclusión de que el impacto fue menor de lo que habían percibido los consumidores y que su efecto fue transitorio. El Banco de España cifró en solo 0,5 puntos el impacto de la introducción del euro en la inflación de ese año.

Para la autoridad bancaria, esa impresión de encarecimiento de los precios se debió a que “el impacto, lejos de ser uniforme, se concentró en determinados productos y servicios”, sobre todo, en “los artículos de consumo más frecuente”, según resumió en un informe publicado dos años después, en el 2004. En esa cesta figuran artículos tan cotidianos como un café, el pan, un billete de transporte de metro o una entrada al cine.

La única excepción recae en el litro de leche que antes de la adopción de la moneda única costaba 93 céntimos y que, aunque con el redondeo llegó al euro, hoy se puede encontrar en los supermercados por tan solo 60 céntimos, frente al alza generalizada que han sufrido otros productos. Según Marc Xifra, portavoz del sindicato Unió de Pagesos, esta evolución se explica por el aterrizaje de las marcas blancas en el mercado, que considera que “son las grandes culpables de los precios irrisorios que tiene la leche”.

La crisis económica ha descubierto los defectos en el diseño del euro, que ha impuesto el mecanismo de la devaluación salarial como única vía para hacer frente a los desequilibrios que afrontan sus países miembros, puesto que ya no se puede recurrir a las devaluaciones monetarias. 

Según el INE, el salario medio se situaba en los 19.802 euros en el 2002 y doce años más tarde, en el 2014, tan solo había aumentado un 15%, hasta los 22.858 euros, frente a un aumento del Indice de precios de consumo (IPC) del 36% entre el 2002 y el 2016. El resultado ha sido la caída del poder adquisitivo: una vida más cara y unos ciudadanos más pobres.