SECTOR DEL CAVA
Reparto de poder en Freixenet
Las principales familias accionistas del grupo productor de cava y vino Freixenet han decidido firmar la pipa de la paz y han nombrado a una comisión directiva ejecutiva integrada por Pedro Ferrer, Enrique Hevia y Eudaldo Bonet, representantes, respectivamente de las ramas familiares que controlan la empresa. Con la puesta en marcha de este organismo se producirá una "coparticipación" del poder para tomar la decisiones ejecutivas del día a día del grupo, que está inmerso desde hace meses en un debate interno ante varias ofertas de compra por parte de grupos extranjeros, que a su vez llegaron a ser rebatidas con una contraoferta por parte del patriarca de la familia y presidente honorífico de Freixenet, José Ferrer.
En todo caso, ninguna de estas ofertas ha llegado a materializarse y se mantienen en fase de estudio. Durante este periodo se habían producido tensiones entre las diferentes familias. Con la decisión adoptada este miércoles por el consejo de administración de Freixenet se constata el compromiso de todas las partes, según palabras de su presidente, Josep Lluís Bonet, a "poner el cuello" para mejorar el funcionamiento de la empresa. Al margen, asegura, de cualquier posible operación de compra venta.
En todo caso, con la nueva comisión directiva quedará mejor reflejada la participación accionarial en la gestión diaria y la toma de decisiones en la empresa. Con la nueva organización, Josep Lluís Bonet se mantiene como presidente y José Ferrer continúa como presidente honorífico. Además, con el nuevo organismo, las críticas a la gestión que había recibido Pedro Ferrer como consejero delegado por parte del algunos de los socios quedarán recogidas y se diluirá y repartirá, de hecho, la dirección ejecutiva de la empresa.
En los últimos meses la familia Hevia y también una parte de la Bonet estaban dispuestos a venderse su parte de la empresa si les convencía la oferta de compra. Pero ni el presidente honorífico, José Ferrer Sala, con el 42% de las acciones, no una parte de la familia Bonet estaban dispuestos a vender ni a perder la mayoría. El grupo alemán Henkell había presentado una oferta el pasado marzo que, según fuentes próximas a la negociación, había valorado la empresa en unos 500 millones de euros en su momento. Mientras se analizaba esta propuesta, José Ferrer lanzó al cabo de unos meses una contraoferta a los socios que quisieran vender cifrada en unos 230 millones, que, de momento tampoco ha prosperado. Ahora las tres familias han optado por asegurar una buena gestión de la empresa con el compromiso de todas las partes y asegurar así una cierta paz que permita recuperar los buenos resultados de otros ejercicios.
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