HISTORIAS MÍNIMAS

El imperdible escolar

Stikets fabrica desde Igualada etiquetas personalizadas para identificar ropa, calzado y material escolar

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CARME ESCALES / BARCELONA

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Entre los imprescindibles que hay que tener a punto para la vuelta al cole está el entretenido marcado con nombre y apellidos de la ropa, libros y todo el material escolar de niños y niñas. Y no en todos los hogares han hallado el sistema más práctico y perdurable para hacerlo. Stephanie Marko tampoco daba con él. Por eso, cuando se le pregunta dónde nació su voluntad de poner en marcha una empresa desde la que crear ella el etiquetaje doméstico para cubrir esta necesidad, responde: "Yo no tuve una idea, tuve un problema".

Esta norteamericana, originaria de Nebraska, de 46 años, tenía que marcar los zapatos de su hijo, al empezar la enseñanza Primaria y no sabía cómo hacer que el nombre de Pau Ribas Marko permaneciera en el calzado sin desengancharse ni molestar. De la solución que halló surgió www.stikets.com. Un negocio que el pasado año facturó 1,2 millones de euros y que a final de este ejercicio espera haber contabilizado hasta un 70% más de pedidos y más de 160.000 clientes. "Estos son, a su vez, nuestros mejores comerciales", dice Marko.

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Familias de hasta 32 países encargan por internet las etiquetas para marcar con el nombre de sus hijos sus prendas y objetos, en ropa, con un simple planchado que, sin cola, integra la etiqueta en el tejido de la prenda, y mediante distintivos adherentes bautizan los objetos de material escolar. "Hacemos también pulseras identificativas durables o de un solo uso para campamentos o días de excursión. Todo es a prueba de centrifugados de lavadora, secadora y lavavajillas", puntualiza Stephanie Marko.

TRES CONEJITOS DE INDIAS EN CASA

Los tres hijos de Marko y Antoni Ribas fueron los primeros usuarios y conejitos de indias del etiquetaje que, desde hace año y medio, se puede encargar también en más de un centenar de mercerías y tiendas especializadas en material escolar, como la cooperativa Abacus. "Creíamos que abrir una red de distribución offline potenciaría nuestra marca y haría sentirse a la gente más cerca del producto, encargándolo y recogiéndolo en un establecimiento físico", justifica Antoni Ribas. Él es la pareja y tándem profesional de Marko, y se encarga de los puntos de venta físicos de Stikets. Ingeniero de profesión y MBA, dejó la empresa familiar de construcción para subirse al barco que su esposa hacía zarpar.

Lo que había empezado en el garaje de casa, donde Stephanie Marko instaló una mesa, y con 30.000 euros de partida inició la fabricación de las primeras etiquetas y encargó la web para venderlas a través de ella, emplea hoy, en 500 metros cuadrados de taller, a 20 personas fijas y al doble en momentos punta de encargos, como ahora. "Agosto y hasta mediados de septiembre es como la Navidad de muchos comercios, para nosotros", dice Marko, CEO de Stikets.

CONCILIACIÓN

Ayudar a las madres y padres a marcar la ropa y no ayudar a sus empleados a conciliar hubiera resultado incoherente en la mente de Marko. "Era lo que pretendía al montar la empresa, solucionar problemas en los hogares con el marcado, y compaginar la vida familiar y la ocupación laboral", dice la creadora de Stikets, una firma en la que dos terceras partes de la plantilla son mujeres.