El gigante bancario con pies de barro

Una oficina del Deutsche Bank en Londres.

Una oficina del Deutsche Bank en Londres. / REUTERS

OLGA GRAU /BARCELONA

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Deustche Bank, uno de los mayores vendedores de bonos respaldados con hipotecas basura durante la crisis financiera y uno de los primeros bancos que apostó a la baja contra las mismas haciendo perder miles de millones a sus propios clientes, mantiene en vilo a los mercados. Ni las declaraciones del ministro alemán de finanzas Wolfgang Schäuble ni las de su primer ejecutivo John Cryan manifestando que el banco es una “sólida roca” han logrado apaciguar la sangría que ha evaporado un 40% de su valor bursátil en poco más de un mes. La crisis del Deutsche Bank, además, añade leña al castigo que está sufriendo toda la banca europea ante el miedo a que el mundo entre en nueva recesión que pase factura al sector bancario. 

El primer banco alemán hizo saltar las alarmas a finales de enero al anunciar unas monstruosas pérdidas de 6.700 millones de euros correspondientes al 2015. Buena parte de los números rojos del banco, alrededor de 2.100 millones, se derivaron de litigios judiciales que arrastra por su mala praxis bancaria. El año pasado el grupo se vio obligado a pagar a las autoridades estadounidenses y británicas una multa de 2.500 millones de dólares por haber manipulado el libor, el tipo de interés al que se presta el dinero en el mercado interbancario. Además, la entidad tuvo que guardar un colchón de otros 5.500 millones de dólares para hacer frente a otros contenciosos judiciales acumulados que van desde haber respaldado operaciones con hipotecas basura hasta haber operado de forma opaca en Rusia.

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Pero lo que de verdad inquietó a los inversores fue el hecho de que no todas las pérdidas se explican por su “mal comportamiento”. Sin estas cargas, las pérdidas del banco hubieran ascendido a 600 millones de euros tan solo en el último trimestre del año. “Son resultados extremadamente pobres”, valoró Andrew Coombs, analista de City.

BONOS CONVERTIBLES

Desde que los gobiernos rescataron a los bancos durante la crisis financiera, los reguladores han forzado a las entidades a operar con menos deuda y fortalecer el capital propio. La forma más sencilla de capitalizar un banco es vender acciones, por lo que entra dinero fresco al corazón de la entidad, o bien retener los beneficios.

Pero estas dos fórmulas no gustan demasiado a los mercados. Si se amplía capital el valor de las acciones existentes se diluye y si no se destina dinero al dividendo los inversores protestan. Por este motivo, los bancos se inventaron un nuevo instrumento sofisticado llamados bonos convertibles contingentes ('cocos'). Los inversores reciben un interés anual de entre el 6% y el 7%, pero como contrapartida existe el riesgo de que si las cosas van mal, el banco puede suspender el pago de los intereses o convertir el bono en capital o amortizarlo anticipadamente.

A pesar de que todo el sector ha utilizado los 'cocos' de forma generalizada, los analistas han empezado a proyectar esta semana serias dudas sobre los bonos del Deutsche Bank, cuestionando si el banco tendría suficiente liquidez para pagar los intereses del año que viene (350 millones de euros). Los seguros sobre el riesgo de impago sobre Deustche Bank se han disparado y el efecto ha contagiado a otros bancos. Los analistas destacan que el colchón de liquidez de la firma alemana es elevado (11%), pero ven el problema más en la capacidad futura del banco de generar beneficios, un extremo que afecta a toda la banca en general. Cryan, ha suspendido el reparto del dividendo relativo al ejercicio del 2015, mientras que los analistas de Credit Suisse estiman que el banco registrará unas pérdidas de 427 millones de euros en el 2016.

Para calmar a los mercados, Deutsche Bank anunció el pasado viernes una operación de recompra de 4.779 millones de euros de deuda senior no garantizada. Es una manera de decirle al mercado que tiene liquidez suficiente para seguir pagando a los bonistas a pesar de las pérdidas registradas en el 2015 y la caída en picado de su cotización. 

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