HISTORIAS MÍNIMAS

Bolets Prades: setas con glamur

Ares Prades, de Bolets Prades.

Ares Prades, de Bolets Prades. / periodico

CARME ESCALES / BARCELONA

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Desde tiempos inmemorables, la salida del robellón en los bosques pirenaicos ha puesto en marcha a gente de todas las casas. La recolecta es para consumo propio y para vender. En Sant Feliu de Veri (Huesca) -donde brolla el manantial del Agua de Veri-, el abuelo paterno de Ares Prades lo hacía. Compraba a sus vecinos setas frescas para venderlas a otros. Tenía 11 hijos que mantener. El del medio no veía progreso en el pueblo y se trasladó a El Pont de Suert, donde abrió una pequeña bodega y tienda de comestibles. Y siguió comprando setas a lugareños, pero ya a mayor escala, suficiente para bajar cajas de ellos al mercado del Born (Barcelona) -luego a Mercabarna-. “Alquilaba dos o tres meses una zona de bosque y recolectaba sus robellones”, explica su hija, Ares Prades. “Recuerdo mesas y mesas llenas de robellones, en casa. Al salir del colegio, ayudaba a seleccionarlos por categorías y embalarlos en cajas”, recuerda.

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"Ares Prades","text":"La preparaci\u00f3n de las setas \u2013de 48 a 72 horas de secado-, precocinados y lotes de productos ocupan todo el a\u00f1o un negocio que, como afirma Prades, \"emplear\u00eda a una tercera persona, si no fuera por lo mucho que nos fiscalizan la contrataci\u00f3n\""}}

Poco a poco, aquella selección y venta de setas frescas fue reduciéndose a una pequeña distribución en restaurantes. Y empezó a ganar impulso, en el negocio familiar, la venta de setas secas en la Alta Ribagorça, los dos Pallars y el Vall d’Aran. Paralelamente, como muchos jóvenes del Pirineo, Ares Prades bajó a Barcelona a estudiar. Hizo Interiorismo y conoció a su futuro marido, un joven de la Ribagorza aragonesa. “Regresamos al Pirineo y montamos una empresa de construcción, y yo llevaba también una floristería en el Pont de Suert. Pero cuando nació mi segundo hijo la cerré para ocuparme de ellos. Coincidió con la jubilación de mi padre y opté por entretenerme a ratos con el secado y empaque de setas, y seguí cursos de creación de empresa”, relata. Aquello la estimuló tanto que creó la marca Bolets Prades. “Es el tributo a mis antepasados”, expresa.

200 PUNTOS DE VENTA

Ahora Ares Prades lidera y disfruta de un negocio que consiste en comprar a recolectores de Catalunya y estatales, “setas secas de una decena de variedades” -precisa-, y distribuirlas a particulares y empresas, en packaging creado por ella. Bolets Prades viste con diseño una práctica ancestral que este año prevé facturar más de 60.000 euros. Además de las ventas en más 200 puntos y a través de su webBélgicaAndorra Alemania son también destino de sus setas secas y risotos fideos con diferentes variedades micológicas, todo deshidratado y listo para cocinar. 

La crisis de la construcción impulsó la apuesta por este negocio familiar. Con su marido de socio, aprovechan el gran reclamo de productos de proximidad para abrir caminos en el mercado agroalimentario. Es un sector que en zonas de montaña como la Ribagorça “ha posibilitado el reciclaje profesional de muchos”, explica Prades, satisfecha sobre todo porque ha descubierto sus dotes empresariales, “envuelta de esencias, olores y tareas en mi obrador que conectan con mi infancia, permitiéndome compaginar trabajo y atención a mis hijos. Eso era muy importante para mí”, concluye.